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César Ramírez
@caralvasalvador
Aquella noche del 9 de agosto la nación recibió el mensaje más violento que un pueblo puede escuchar, el fusilamiento de los adversarios políticos o toda oposición intelectual, es el colmo de la intolerancia a la diferencia democrática, sus destinatarios son la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, es decir, la comunidad jurídica de la nación, una agresión simbólica sin precedente en nuestra historia.
Si un 3 de diciembre de 1931 sucedió la ruptura constitucional que inauguró la dictadura del general Martínez, el 9 de febrero de 2020 acontece el golpe militar contra la Asamblea Legislativa, con similares daños a nuestra imagen democrática, mostrando la complicidad y débil concepción de las fuerzas militares que no obedecen los mandatos constitucionales, sino al presidente de la nación que juró respeto a la Carta Magna.
Desde el 9F nuestra nación recorre una larga saga de rechazo internacional por el irrespeto constante a la independencia de poderes: Asamblea Legislativa y Corte Suprema de Justicia; a diario los magistrados, diputados, periodistas, religiosos, etc. reciben insultos en redes sociales como si se tratase de ciudadanos de tercera categoría o no-personas, ese irrespeto aumenta cada día pretendiendo normalizar esas calificaciones groseras y vulgares, intentando ver con naturalidad esas injurias en los funcionarios u opositores, una táctica fascista como el acoso verbal a los judíos en el siglo pasado.
El fusilamiento en tiempos del dictador es un evento que justifica la muerte del enemigo, en esos años se calificó de comunista al opositor –aunque fuese la etnia que reclamaba sus tierras y el fraude electoral 1932– pero también un levantamiento militar del 2 de abril de 1944 culminó con el fusilamiento del Estado Mayor Rebelde acto cometido por órdenes del general Martínez, en ambos eventos existe una terrible injusticia del gobernante; urge “la consciencia de las palabras” como escribió: Elías Canetti y Nayib Bukele no debió pronunciar: “¿Dictador? Los hubiera fusilado a todos, o algo así, si fuera de verdad un dictador. Salvás mil vidas a cambio de cinco minutos”, después un voluntario fascista en redes sociales perfiló la fotografía de los magistrados de la Sala Constitucional de la CSJ… acción similar a los voluntarios de Hitler en la Alemania nazi.
Normalizar el insulto, guardar silencio ante la agresión a magistrados, degradar a funcionarios públicos, opositores, diputados, sacerdotes etc., es el principio de la justificación del mal, exactamente como la Alemania hitleriana con los judíos.
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