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Los consejos de Don Quijite a Sancho

EL PORTAL DE LA ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA.

 

 

LOS CONSEJOS DE DON QUIJOTE A SANCHO.

 

Eduardo Badía Serra,

Director de la Academia Salvadoreña de la Lengua.

 

 

El martes anterior, 29 de septiembre, se cumplió un aniversario más del nacimiento de don Miguel de Cervantes y Saavedra, quien nació en un día como este pero del año 1547 en Alcalá de Henares, España. Cervantes es para muchos, la máxima gloria de la literatura española, y una de las mayores del mundo. Su obra cumbre, Don Quijote de la Mancha, publicada en su parte primera en el año 1605, en los últimos años de su vida, es reconocida como obra cumbre de la literatura universal, y se dice que es la obra más leída después de la Biblia. Cervantes, sin embargo, fue un escritor prolífico, y además del Quijote destacan sus Novelas Ejemplares y otras. Sin embargo, a pesar de la enorme fama del autor, su vida fue precaria y azarosa, viviendo siempre en la estrechez. En el año 2005, la Real Academia Española, RAE, y la Asociación de Academias de la Lengua Española, ASALE, promocionaron una edición, en la Editorial Alfaguara, de 500,000 ejemplares de Don Quijote.

 

Don Quijote de la Mancha, partiendo de la parodia del género caballeresco, traza un maravilloso retrato de los ideales y prosaísmos que cohabitan en el espíritu humano. Tal es dicho retrato que cuatrocientos años después, dichos ideales y prosaísmos se mantienen en nuestras sociedades actuales. Es por esto que dicha obra es un clásico, porque siempre es leída y releída, y porque siempre se actualiza en cualquier situación del espacio-tiempo en que se viva. Pocas obras pueden gozar de tal condición, y la inmensa mayoría de ellas, sobre todo, en la actualidad, tienen lamentablemente una perentoriedad que les hace caer en el olvido rápidamente. La Academia Salvadoreña de la Lengua ha mantenido desde hace muchos años la justa costumbre de celebrar este acontecimiento del nacimiento de Cervantes con un acto en la plaza que lleva su nombre, situada en el Barrio de San Jacinto, atrás de la ex Casa Presidencial. Este año, por las condiciones especiales que vivimos, no ha sido posible hacerlo, pero siempre recordamos la fecha haciendo honor a este ilustre hombre de las letras españolas.

 

El país vive en el momento una difícil y preocupante situación, en la que se mezclan la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19, una precaria situación económica, un lamentable decaimiento de la condición social y familiar, y, sobre todo, una triste, vergonzosa y rechazable condición política, que impide que las anteriores condiciones sean resueltas. En la obra cumbre de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, el personaje, el caballero de la noble figura, Don Quijote, da a su fiel escudero Sancho Panza, una serie de consejos para que bien gobernara su ínsula, Barataria. Estos consejos, vistos a la luz de nuestra situación actual, se mantienen, y si se siguieran hoy por nuestros gobernantes, y sobre todo si se sumaran a ellos las Bienaventuranzas de nuestro buen Jesús, nuestro país entraría rápidamente en el camino de la reconversión y pudiera encontrar una solución real a sus tantos problemas. Estos consejos de Don Quijote a Sancho, y las Bienaventuranzas, mantienen una extraordinaria actualidad, característica esta, como he dicho, de las obras que son verdaderos clásicos, y que como vemos, han sido puestas en el papel de las dos obras más leídas en el mundo. Quisiera escribir aquí, sin más, los consejos de Don Quijote, para que los recordemos y tratemos de retomarlos. Son los siguientes:

1  Primeramente, haz de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.

2  Lo segundo, haz de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana que quiso igualarse con el buey.

3  Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, y préciate más de ser humilde y virtuoso, que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos han subido a la suma dignidad; y de esta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.

4  Mira, Sancho, si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para que tener envidia a príncipes y señores; porque la sangre se hereda, pero la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.

5  Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre.

6  Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia. Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún enemigo tuyo, aparta las mientes de su injuria, y ponlas en la verdad del caso. No te ciegue la pasión propia en la causa ajena; que los yerros que en ella hicieres, las más de las veces serán sin remedio y si le tuvieren será a costa de tu crédito y aun de tu hacienda.

7  Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.

8  Al que has de castigar con obras, no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.

9  Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción, considérale hombre miserable, sujeta a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y, en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstrate piadoso y clemente; porque, aunque los tributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea, a nuestro ver, el de la misericordia que el de la justicia.

10  Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible; casarás tus hijos como quisieres; títulos tendrán ellos y tus nietos; vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y, en los últimos pasos de tu vida, te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros.

 

Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma.

 

Verdaderamente, actuales y ejemplares los consejos contenidos en este precioso decálogo. Ojalá que nuestros políticos supieran apreciarlos y ponerlos en práctica. Puede ararse en el mar, si la voluntad y el deseo del bien común reinan en nuestros corazones y en nuestras mentes.

 

En otra oportunidad hablaremos un poco de las Bienaventuranzas.

 

 

 

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