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La ruptura de las redes sociales y la farsa de los artistas (Parte 2)

LA RUPTURA DE LAS REDES SOCIALES Y LA FARSA DE LOS ARTISTAS

Parte 2

Por Waldemar Romero

El arte como testimonio de vida y como expresión psicosocial de los contextos sociales. Fue un hecho curioso que, durante la emergencia, fueron pocos los «artistas» que fundamentaron un eje de crítica, de resistencia ante los atropellos de las autoridades. A nivel de redes sociales la fundamentación de la violación de derechos humanos fue relegada a influencers, páginas de política, sátira a nivel social y comunitario.

Funcional y sociológicamente no es algo que deban retomar los artistas urbanos, profesionales, clásicos y amateur, pero desde siempre ha sido la piedra angular para muchas rupturas históricas. Solo mencionar, 1968 con todas las movilizaciones estudiantiles, o el caso más reciente en Chile, con el inicio en las manifestaciones por estudiantes y con ello, se unificaron muchos grupos o colectivos de artistas del arte urbano como el Grafiti, Break Dance, Otakus y en armonía con esto, las redes sociales que cumplen su tarea de visibilizar los atropellos.

Nos encontramos en una encrucijada para finalizar un año, repleto de emergencias naturales, así como también, derrumbes ideológicos, charlatanería política que no sorprende a ningún ciudadano común y corriente. Posiblemente estamos ante el primer ataque y bloqueo de derechos constitucionales, humanos y de libre tránsito de manera perjudicial, desequilibrada, atropellada desde el Martinato, o recientemente la guerra civil salvadoreña, con la única deferencia que efectivamente, era un conflicto armado. Una década donde se carecía de información diversificada, Derechos Humanos y los litigios legales para la concesión de estos, en materia judicial y hasta penal.

De qué manera hoy en día, se pueden comparar muchos sectores de los distintos colectivos y grupos de artistas con argumentos generacionales y cronológicos que la época anterior a los noventa era mucho más intensa que los años que estamos viviendo. Bueno hagamos una comparación extraña pero realista, las personas que efectúan esas comparaciones hacen uso de la tecnología actual, evidentemente no utilizaran oficinas de la extinta ANTEL para efectuar una llamada, o envían un mensaje en telegrama, o para hacer el pago de algún insumo de la institución. Por supuesto que NO. Los treinta años de diferencia al contexto actual de lo que vivimos nos hace considerar que hay un avance en materia de información, Derechos Humanos, gestión y denuncia de algún atropello, lo que muestra un mapeo de campo anacrónico que mantenemos como sociedad la cultura de la opresión para atinar a nivel social, y evidenciar la tiranía, como se hacía en la edad media para justificar cualquier abuso de poder.

Noviembre será el mes que contaremos de manera progresiva para terminar el año, como accionistas, impulsadores del arte, mantener la capacidad de afrontar los bloqueos institucionales para cualquier manifestación qué, crítica, empodera, mantiene su libertad de expresión racional pero desvinculada totalmente con favorecer a la institución que ataca y desplaza a expresiones artísticas que sean pieza fundamental para el desarrollo social y antropológico.

En sencillas palabras, una institución del estado dice: «No tienes que criticar, o no tienes que “denunciar” atropellos o circunstancias que no cumplen con los derechos constitucionales y humanos de los artistas». Vivimos la sagrada época de la desinformación, pero también la sagrada época de las redes sociales que haciendo uso de manera perspicaz, puede denunciar y destruir ese muro de la polarización social, muy frecuente en décadas pasadas, pero ahora más fácil de dinamitar…

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.