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La anemia, causas y síntomas (Cont.)

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MAYO CLINIC

Los diferentes tipos de anemia tienen causas diversas. Por ejemplo:

Anemia por deficiencia de hierro. Este tipo de anemia más común es causado por la escasez de hierro en tu cuerpo. La médula ósea necesita hierro para producir hemoglobina. Sin el hierro adecuado tu cuerpo no puede producir suficiente hemoglobina para los glóbulos rojos.

Sin la administración de suplementos de hierro, este tipo de anemia ocurre en muchas mujeres embarazadas. También es causada por pérdida de sangre como por el sangrado menstrual abundante, una úlcera, cáncer y el uso regular de algunos analgésicos de venta libre, especialmente la aspirina; esta puede inflamar el revestimiento del estómago, lo que genera una pérdida de sangre.

Anemia por deficiencia de vitaminas. Además del hierro, tu cuerpo necesita folato y vitamina B-12 para producir suficientes glóbulos rojos saludables. Una dieta que carezca de estos y otros nutrientes clave puede causar una disminución en la producción de glóbulos rojos.

Además, algunas personas que consumen suficiente B-12 no son capaces de absorber la vitamina. Esto puede causar una anemia por deficiencia de vitaminas, también conocida como anemia perniciosa.

Anemia de inflamación. Ciertas enfermedades, como el cáncer, el VIH o SIDA, la artritis reumatoide, la enfermedad renal, la enfermedad de Crohn y otras enfermedades inflamatorias agudas o crónicas, pueden interferir en la producción de glóbulos rojos.

Anemia aplásica. Esta anemia rara y potencialmente mortal ocurre cuando tu cuerpo no produce suficientes glóbulos rojos. Las causas de la anemia aplásica incluyen infecciones, ciertos medicamentos, enfermedades autoinmunitarias y exposición a sustancias químicas tóxicas.

Anemias asociadas con enfermedades de la médula ósea. Varias enfermedades, como la leucemia y la mielofibrosis pueden causar anemia al afectar la producción de sangre en la médula ósea. Los efectos de estos tipos de cáncer y trastornos similares varían de leves a potencialmente mortales.

Anemias hemolíticas. Este grupo de anemias se desarrolla cuando los glóbulos rojos se destruyen más rápido de lo que la médula ósea puede reemplazarlos. Ciertas enfermedades de la sangre aumentan la destrucción de los glóbulos rojos. Puedes heredar una anemia hemolítica o bien puedes desarrollarla posteriormente en la vida.

Anemia de células falciformes. Esta afección hereditaria y algunas veces grave es una anemia hemolítica. Es causada por una forma defectuosa de hemoglobina que obliga a que los glóbulos rojos adopten una forma anormal de media luna (hoz). Estos glóbulos rojos irregulares mueren prematuramente y generan una escasez crónica de glóbulos rojos.

Factores de riesgo

Estos factores te exponen a un mayor riesgo de anemia:

Una dieta que carece de ciertas vitaminas y minerales. Una dieta consistentemente baja en hierro, vitamina B-12 y folato incrementa tu riesgo de anemia.

Trastornos intestinales. Tener un trastorno intestinal que afecta la absorción de nutrientes en el intestino delgado, como la enfermedad de Crohn y la enfermedad celíaca, te pone en riesgo de anemia.

Menstruación. En general, las mujeres que no han tenido menopausia tienen un mayor riesgo de anemia por deficiencia de hierro que los hombres y las mujeres posmenopáusicas. La menstruación causa la pérdida de glóbulos rojos.

Embarazo. Si estás embarazada y no estás tomando un multivitamínico con ácido fólico y hierro, tienes un mayor riesgo de anemia.

Afecciones crónicas. Si tienes cáncer, insuficiencia renal, diabetes u otra afección crónica, podrías estar en riesgo de anemia por enfermedad crónica. Estas condiciones pueden llevar a una escasez de glóbulos rojos.

La pérdida lenta y crónica de sangre por una úlcera u otra fuente dentro del cuerpo puede agotar la reserva de hierro del cuerpo, y llevar a que se presente anemia por deficiencia de hierro.

Antecedentes familiares. Si tu familia tiene antecedentes de anemia hereditaria, como anemia de células falciformes, también podrías tener un mayor riesgo de esta afección.

Otros factores. Un historial de ciertas infecciones, enfermedades de la sangre y trastornos autoinmunitarios aumenta tu riesgo de anemia. El alcoholismo, la exposición a sustancias químicas tóxicas y el uso de algunos medicamentos pueden afectar la producción de glóbulos rojos y provocar anemia.

La edad. Las personas mayores de 65 años tienen un mayor riesgo de anemia.

Complicaciones

Si no se la trata, la anemia puede causar muchos problemas de salud, tales como los siguientes:

Fatiga intensa. La anemia grave puede hacer que te sientas tan cansado que no puedes realizar las tareas diarias.

Complicaciones en el embarazo. Las mujeres embarazadas que tienen anemia por deficiencia de folato pueden tener más probabilidades de sufrir complicaciones, como un parto prematuro.

Problemas cardíacos. La anemia puede ocasionar latidos del corazón irregulares o acelerados (arritmia). Cuando tienes anemia, el corazón debe bombear más sangre para compensar la falta de oxígeno de esta. Esto puede ocasionar un corazón dilatado o insuficiencia cardíaca.

Muerte. Algunas anemias hereditarias -como la anemia de células falciformes- puede provocar varias complicaciones potencialmente mortales. Perder mucha sangre rápidamente genera una anemia aguda y grave y puede ser mortal.

Prevención

Muchos tipos de anemia no se pueden prevenir. Pero puedes evitar la anemia por deficiencia de hierro y las anemias por deficiencia de vitaminas consumiendo una dieta que incluya una variedad de vitaminas y minerales, entre ellos:

Hierro. Los alimentos ricos en hierro incluyen carne vacuna y otras carnes, frijoles, lentejas, cereales fortificados con hierro, verduras de hoja verde oscuro y frutas secas.

Folato. Este nutriente, y su forma sintética de ácido fólico, se pueden encontrar en frutas y jugos de frutas, verduras de hojas verdes oscuras, arvejas verdes, frijoles rojos, cacahuates y productos de granos enriquecidos, tales como pan, cereales, pasta y arroz.

Vitamina B-12. Los alimentos ricos en vitamina B-12 incluyen la carne, los productos lácteos y los productos fortificados a base de cereales y soja.

Vitamina C. Los alimentos ricos en vitamina C incluyen frutas y jugos cítricos, pimientos, brócoli, tomates, melones y fresas. Estos también ayudan a aumentar la absorción de hierro.

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