Alfonso Velis Tobar
M.A Carleton University Ottawa- Canadá.
Al abrir el sobre, lo primero que llama mi curiosidad fue su título “LO CORTES Y LO VALIENTE” (Jade Publishing of United States of América, 2023) de Julio Torres-Recinos, poemario que gentilmente me hizo llegar. Lo cierto su título me trajo recuerdos a un refrán o dicho popular, que mi padre decía: __ mira hijo “LO CORTES NO QUITA LO VALIENTE”, conceptos en relación cuando mi padre justificaba, actitudes atrevidas, peligrosas, de valentía, de merito en el estudio, actos tontos, supuestamente geniales de la conducta moral o de ética personal.
Julio Torres-Recinos, nació en 1962 en El Salvador, poeta hermano y colega de la literatura; paisano de mi tierra, El Salvador. Es un poeta de galardones, de méritos ganados en certámenes literarios. Un apasionado de la literatura, que incursiona los géneros del cuento, la poesía, el ensayo y ejerce la crítica literaria. Poeta cuya obra dada, a conocer en antologías, páginas literarias, revistas nacionales, extranjeras y en medios digitales. Su poesía traducida al italiano, francés, rumano, ingles. Un académico que actualmente reside en Saskatoon, donde funge como catedrático en Saskatchewan University, oeste de Canadá en la que enseña lengua española y literatura. En su haber poético cuenta con otros libros como: Crisol del tiempo, Nosotros, Frontera, Una tierra extraña, Hojas de aire, Noventa poemas de amor, Entonces, “El loco”, “El tiste”, “La Voz del viento” y Los Rostros del miedo.
Hoy voy a intentar una breve interpretación “LO CORTES Y LO VALIENTE” de Julio Torres-Recinos, dentro de la poética contemporánea de hoy en El Salvador. Ya leídos detenidamente con gozo sus treinta textos, pude encontrar en su poesía, varias aristas de naturalezas diferentes, las cuales trataré de interpretar su visión de mundo, así como su contenido estético y la temática que presenta.
La poesía de Julio Torres-Recinos, muestra ciertos hálitos, no solo de preocupación social, humana, sino de fondo refleja; una ironía social, aires bucólicos, los miedos interiores, esperanzas, nostalgias; recalca su hábitat en meditados recuerdos familiares, poesía cotidiana, con desasosiegos humanos; donde se percibe la huella del exilio, la ausencia y presencia de una patria que nos vio nacer, patria que amamos de una manera creadora y soñadora; poesía donde se trastoca lo vivencial de costumbres y tradiciones hogareñas. La contemplación, la compasión y la soledad juegan su primordial papel, rememora frustraciones, desagravios político-sociales, soliloquios interiores que trastejen la memoria en imaginarios espacios geográficos que se complementan entre el sueño, la imaginación y la realidad; hay alusión a las maldades humanas, a trascendentales hechos históricos que suelen golpearnos de diversas formas nuestra visión creadora.
Se dice que la soledad a menudo acompaña a poetas y profetas, ella como fiel compañera, es un acto de reflexión, de sentimiento que nos hace meditar, hablar a solas en ademanes y silencios, ante las circunstancias, las incertidumbres, los asombros inesperados. La soledad despierta en el poeta, el vivo gesto de las palabras, con la misión de revelar diversas situaciones humanas. En lo personal, soy tan amigo de la soledad, platica conmigo, me permite trastocar desahogos en una veta de sentimiento creativo, claro con el barajar de las palabras, porque según el poeta Torres-Recinos: “las palabras, hay que afilarlas; // las palpo, gorditas, las tiro para arriba // y si aguantan la caída, las dejo” Así Torres-Recinos, sabe machacar, clasificar palabras que prometen un compromiso humano. Como poetas, es deber descartar toda queja pueril o inútil; palabras que no se acomodan a ese compromiso, ellas saben molestar, punzar con ironía o sarcasmo, agitar, protestar, denunciar, concientizar, persuadir, dar comprensión, ternura, amor y escarmientos, cuando se necesita; sabe revelarse con valentía con juicios críticos, poner patas arriba todo sistema injusto, dando a conciencia testimonio histórico de la realidad que se confronta. Las palabras son maravillosas, denotan esperanzas, resignación. Y debemos renegar de las palabras egoístas, incluso, como diría el poeta, aquellas sin balance en el humor mismo: “Las que se tullen con el agua, // las que no captan una ironía, // las demasiado serias, // las que no celebran mis bromas, // las que no ríen nunca // y tienen cara de pocos amigos, // las que no entienden de humor” (Págs. 33-34)
Y como vemos hay en su poesía, una constante preocupación humana; a ejemplos cuando aborda el confinamiento, vivido a causa de la peste (Covid19), que azotó con asombros inesperados a la humanidad y que nos enclaustró a vivir con pavor, atentando nuestra supervivencia y que hasta hoy supo engendrar una costosa crisis social. Peste del siglo XXI, difícil de olvidar, porque se llevó con dolor, y llanto tantas vidas en el mundo. Y el poeta, habla con optimismo, para superar toda esta crisis con esa esperanza inaudita, de alcanzar humanamente el bienestar social; entonces el poeta se pregunta: “¿Cómo va a ser el mundo después de que termine la peste? // ¿Cómo va a ser el mundo cuando esta vorágine pase? Los más optimistas dicen // que después va a venir un renacimiento, un nuevo orden mundial que corrija todos los errores, una nueva edad para el ser humano, // un mundo inventado a la medida // de los ideales más altruistas, // un mundo en que se haga, todo de manera más económica, de manera más eficiente…” (pág. 52) Y ante tales consecuencias o sufrimientos dolorosos de la vida misma, el poeta jamás pierde esa esperanza: “De esta vamos a salir // que no quepa duda, porque como dice el dicho, // mala hierba nunca muere…”(pág. 41), crisis en que los que más la padecieron, fue la clase más vulnerable, el proletariado sin recursos, aquellos sin, o con empleos y a salarios injustos; peste que produjo desasosiego, desesperación social, es cuando el poeta conjetura, hasta de la “gente rara” (People are weird) que refuta el aislamiento, entre unos y otros, sin percatar las consecuencias mortales, una muerte que nos hacia muecas de terror, sufriendo los contagios; pandemia que nos alejaba del contacto de los seres queridos, la familia, amigos, con esa tristeza de los que se fueron para siempre. Y una vez erradicada esta peste del siglo XXI, claro hubo, ese optimismo, suponiendo que vendría el “renacimiento, un nuevo orden mundial”, sin escaseces, y a nivel global, todo por la sobrevivencia humana; un orden mundial, sin escaseces.
El poeta en su visión de mundo rescata todo mínimo gesto cotidiano “he limpiado la casa, // como nunca lo he hecho; ha quedado limpia, pulcra // al punto de que nadie le puede //encontrar nada que criticarle a mi trabajo, // y me pongo a limpiarla // otra vez, a inventar suciedad, donde no la hay…” (págs. 43-44). Y tampoco olvida hasta lo familiar, esa tradición de hornear el pan, le recuerda a su abuela, a su gente. En lo personal, me hizo recordar a mi madre, que tarde a tarde entre frescos vientos, sentía en casa ese aroma de las quesadillas, los pasteles, los buñuelos, con aquel sabor y olor agradable del pan dorado, horneado con delicadeza, para dar al paladar buena textura, alimento, que simboliza un poema amasado, en su punto ideal por las bienhechoras manos de mi madre. Recalca esa memoria familiar, la presencia del abuelo, su timidez, y de quien en su infancia esperaba, que desempeñara su papel como abuelo para: “Jugar con los nietos, cargarlos, // ayudarles a montar a caballo, // darles consejos, enseñarles a caminar // no tenía tiempo para esas cosas…” (pág. 35). Poesía vertida en soliloquios, que meditan el eco humano de las cosas, como de las circunstancias hogareñas. Por cierto esa magia de su poesía, me trajo recuerdos infantiles de mi hogar familiar, me hizo llorar en regocijos mi espíritu, hasta con la presencia imaginaria de mi abuelo…
En fin la poesía de Julio Torres Recinos, encierra esa variable visión, que me trae toda imagen, el campo, se aviva al canto de las urracas y las golondrinas del verano y uno ni cuenta se daba cuando se marchaban anunciando los inviernos lluviosos, pájaros que sabían de nuestra presencia y con su “bullicio que tanto hacían // y que me acompañó por más de tres meses” (pag.54) Veamos estos versos del poema “Cuando anochece”: Cuando anochece, cuando ya el sol se ha ido, // cuando ya no se oyen los pájaros, // cuando ya las lámparas de la ciudad se activan, // y dejan ver sus bellos colores artificiales, // cuando apenas se sabe si es de día”, poesía de espíritu perspicaz, al imaginar, hasta llegar escuchar la voz de los árboles, a la supuesta mirada de alguien que nos espía desde algún rincón entre las sombras. Aquí brotan las emociones, en el niño aquel que aprisa corre sin mirar atrás el rumor de los espantos, lo mitos de las extrañas leyendas, el poeta recuerda sus temores mentales, caminando entre la rivera de los ríos y los arboles con la sombra muda de la noche, que asusta, cuando supimos correr para encontrar la luz y la gente en el recodo más próximo del camino, y percatarnos de ser “cortes y lo valiente”, al disimular temores, augura lo “cortes no quita lo valiente”, bebiendo a pedazos la noche, con el estridular de los grillos, el canto del pájaro guas entre las hondonadas de los ojos de agua y el enjambre de las luciérnagas, cuyo flash de luces se apaga y encienden sus culitos, los matochos silvestres; solo la presencia de una luna llena, que pende, cual una moneda de plata en el cielo y sabe alborotar una valentía disimulada y es natural sutilmente están presentes, los miedos, los ánimos infantiles, me hizo recodar actos similares que pude vivir en el recuerdo la magia de su poesía, en verdad me hizo vibrar la teclas de mi corazón.
Otra variable poética suya, cuando conjetura hasta del misterios del Cosmos del Universo que pende en estrellas, soles y galaxias. Se plantea las dudas, se pregunta ¿si somos los únicos de esta tierra en su inmensidad desconocida?, ¿si estamos solos? o ¿somos incapaces de detectar otras civilizaciones extraterrestres? o quizás haya seres capaz de sorprendernos en inteligencia, tecnología, ciencias y hasta en cultura quien sabe: “Olvidándose de que solo se ha dicho // que puede haber vida allá, no que la hay (…) no está mal saber que allá lejos puede haber seres que comienzan // el arduo camino que en la Tierra // ha durado tanto, tanto.” (pág. 49) También hay una presencia, que recoge el signo de un amor un tanto platónico, su vaga mirada a la mujer incógnita, que revoca esa presencia: “Te has quedado sentada en aquel banco // y así te encuentro por las mañanas // y por las tardes en que paso por allí, // en que sigo pasando por allí.” (…) “Paso por allí y espero // que levantes la mirada // y me veas y que seas la misma // de antes, la misma de ayer…” (Sentada allí, pág. 20).
Lo cierto que todo poeta sabe contemplar según las exigencias de su alma; la poesía se constituye en esa exigencia indispensable, la poesía tiene una función pragmática, social, más bien la literatura, no puede dejar de percibir todo pormenor de la realidad, claro con esa humana visión de libertad creadora con la imaginación, al inventar mundos fabulescos, utópicos, fantásticos, de fantasías o de reflejar, como espejos de su tiempo, aquello hechos de la realidad histórica. Aunque en verdad el oficio de la poesía, no es solucionar los problemas sociales, pero sabe predecir, soñar con su imaginación cómo deberían ser las cosas, ante los males de este mundo, eso queda para los políticos, los economistas, pero el poeta lo justifica: “Tal vez por fin se disculpa // todo tipo de acciones // de políticas que a veces, no están bien. Ni se ven bien. // Y el tirano piensa con esa actitud” (pag.56) Se sostiene que la literatura, el arte mismo, no pueden ignorar los problemas sociales, económicos, ni políticos, mucho menos los culturales. Tampoco el poeta no se obsesiona con la muerte en el tiempo mismo. Claro los poetas no olvidan el camino de la muerte, con temor y naturalidad la pensamos con nostalgia en su momento cuando tengamos que partir de este mundo, pero no con muerte violenta: “Porque solo de muerte natural // se debe morir, solo de viejo, // solo de muerte natural, eso quiere decir cuando uno quiera…” (pág. 28-29) Aquí se nota el tono de una poesía popular “Que no nos consultan // cuando tenemos que partir / de este mundo cruel y traidor, // (…) que no tenemos que ver // nada en la decisión de morir // es lo que se oye, haciendo hincapié en la injusticia y la arbitrariedad de la muerte” (pág. 21)
Y en otro poema afirma: “Mas que hablar del fin y el medio // hay que hablar del fin y el medio” (Pag.56) y se dice que “el fin justifica los medios”, y no lo digo yo, sino el Príncipe de Maquiavelo. Esto sucede cuando recoge la mirada perdida en la monstruosa ciudad de Toronto y permite contemplarla muy pasmados, sus calles volantes, sus altos edificios de cristal, su torre que como aguja rompe el cielo, la ciudad bañada de luces en rótulos de colores, los centros comerciales y donde solo vemos focos de consumismo de un capitalismo enajenante, donde vaga la mendicidad, la drogadicción, etc. Por su experiencia el poeta reclama: “La ciudad, eso sí, // se aprecia de manera diferente // cuando se está perdido, // cuando ya no te interesa nada // te muestra un rincón que no habías visto…” (pag.46) Una poesía que se cuela entre el matiz de un mundanal ruido, con el trafago del trafico que atosiga los sonidos de los claxon quebrando el bullicio de lo fantástico, con la luz de las vitrinas, motivando el bolsillo con las modas, las transnacionales de comidas, entonces le reclama: “Creciste y yo me quede atrás // porque orgullosa te fuiste // del brazo del progreso, // del dinero rápido…” (pag.38), dinero que a veces ni se tiene o que banalmente se malgasta, estimulado por la publicidad que aliena, enajena, creando psicológicamente vanos deseos. Una ciudad cambiando su escabroso mundo, su apariencia a cada instante.
Pienso que la poesía de Julio Torres-Recinos, es de un carácter que responde a la “pos vanguardia”, donde hay cierta huella, repito una sutil protesta de ironía social y blasfema de la desigualdad económica con desagrados a las actitudes (seudo) burguesas: “No quieren saber nada // de los pobres, se encogen los hombros // mientras se sirven otro whisky // y se van a la piscina // Ayer leí // que el multimillonario mexicano más rico // tiene un ingreso // igual que el de los diecisiete // millones de mexicanos más pobres.” // (…) (pág. 23) Esa voz por los más humildes que viven las angustias de la pobreza, los desposeídos, injustamente desamparados en un medio sumamente desarrollado con recursos materiales que se botan o se recogen al vaivén de las necesidades de cada quien.
El poeta no deja de lamentarse los hechos dolorosos de la historia mundial que aquejan hasta hoy a la humanidad entera, cuando todavía recuerda a más de cien años la Primera Guerra Mundial (1914-1918) que cundió en pánicos y tragedias ¿Quién se acuerda de la causa de ese conflicto? se pregunta el poeta (pag.15) Las guerras solo reflejan la muerte, el llanto de los padres que sufren la pérdida de sus hijos, cientos de vidas que cayeron, porque en las guerras y en las revoluciones, unos se juegan la vida por la vida de otros, y tiene sus razones contundentes el poeta para rememorar ese acontecimiento “las guerras solo han sido botín y pillajes, pero disfrazados de orgullo patrio, de dignidad nacional ofendida, // de pureza de sangre que hay que mantener….” (pag.15) Guerras disfrazadas de un chovinismo, de un patriotismo falso de las cuales, solo heredamos dolor, muerte, las armas de todo calibre “pero no heredamos la convicción // de que la humanidad es una solamente, // de que todos somos un mismo pueblo // de puros o mezclados y de todos los colores.”(pag.15)
En este poemario también no dejan de sentirse el latido, las penas, alegrías, el amor, el sueño, versos aunque no brotan en lo lirico, ni en los sentimientos enfermizos de lo romántico, pero si escrita en un lenguaje coloquial, sencillo al oído, una poesía fresca, un tanto conversacional, de estilo libre, comprensiva al habla común de la gente, bastante preocupada. “Si alguien es condenado // a vivir en la pobreza // su potencial de lograr algo // de ser algo en la vida // se reduce muchísimo // se reducen sus sueños” Los sueños vienen y se van, algunos cumplen su cometido y otros traen presagios y pesadillas. Y entonces sus versos se disipan con el optimismo, la esperanza, poesía que converge en una cuña social, y no siendo mente conformista, todo por no querer alcanzar aquellos sueños que no fuimos capaces de alcanzar y cumplir. Entonces el poeta está muy atento a toda circunstancia, sobresaltado a los estados sobrenaturales, su espíritu filosófico, busca explicar todo origen de las cosas, especula momentos, acciones, la lluvia, las olas, las nubes, los insectos, la sabiduría de los arboles, los pájaros, los gatos y busca tratar de entender los hechos de la historia misma. El poeta personifica el tiempo, el tiempo que nos come, nos aturde, nos corroe la fisonomía de la vida: “Pero este presente se puede explicar // es arisco pero se él puede sujetar, // se le puede agarrar de la cola // dominarlo prensarlo // mantenerlo con la cabeza baja // para que recapacite // (…) para que piense piense” (Explicando, entendiendo. Pág. 10). Un tiempo que nos transforma en todo sentido, en todo hasta de hacernos perder la memoria, por los olvidos de alguna demencia: “nos agarra mal parados // e intentamos no caer”, en tiempos buenos o malvados, que dificultan los planes. Y bien lo sabe manifestar con todo acierto crítico el profesor Marco Ramírez Rojas, de Lehman College de New York University: “Los poemas de lo Cortes y lo Valiente son pacientes ejercicios de contemplación del mundo. La Poesía de Julio Torres-Recinos lleva a su lector por los pasillos familiares del día a día y se asoma a las ventanas de nuestros espacios familiares, para intentar encontrar sentido a un mundo que, por momentos, parece que dejamos de comprender” (contraportada)
Y anteriormente decía que su poesía evoca lo bucólico, el bosque, el paisaje, las flores, los pájaros, los parajes silvestres de su tierra y los compara con las montañas de Saskatchewan; entonces conversa con silencios y monólogos interiores; ya que entre poesía y ecología hay una hermandad con la naturaleza. Y la naturaleza es una hiedra que con el tiempo devora o transforma la materia misma, describe con misterios, los días que vendrán, días de correr y esconderse hasta debajo de las piedras, días que ni perros ni gatos quieran salir a la calle; hay un misterio físico, en que las mismas olas del mar se niegan llegar a la playa, meditar la angustia de un lirio en primavera, evoca iconos del entorno familiar, claro “sin olvidar a quienes viven tiempos difíciles. En una poesía cuyas iteraciones son bien intencionadas el verso abierto se presta fácilmente al ritmo, sin faltar ni la palabra seria ni el sentido del humor”, como lo afirma en la contraportada el profesor David Rozotto, de la Universidad de Waterloo, Canadá.
Poemas contemplativos, cuya ficción, según Aristóteles, copia, o mimesis de la realidad reflejada con imaginación, como decía Carlos Fuentes: “La imaginación vuela, y sus alas son la mirada del escritor, mira y sus ojos son la memoria y el presagio del lector. La imaginación es la unidad de nuestras sensaciones liberadas donde imaginar es trascender entre la tradición y la creación” Para resumir la poesía de Julio Torres-Recinos, encierra en su contenido de lo “Cortes y lo Valiente” que de fondo sintetiza esa constante que sabe abogar por la defensa humana en todo sentido, la justicia social, la libertad democrática, poetiza vivenciales circunstancias, recalca pasados, presentes con esperanzas al futuro. Poemas que describen una situación existencial, desde mínimos actos familiares, hasta los más trágicos de la historia misma “ante tantas situaciones injustas // ante tantas situaciones // que necesitan corregirse de una vez”, vagando por rumbos conocidos, dolidos o vividos, poesía que predice las utopías de nuevas primaveras, mitigando tragedias históricas; una realidad que denota la ausencia de nuestra tierra, como parte de nuestra identidad e idiosincrasia cultural, que no podemos perder, porque estamos fielmente arraigados a la nuestra, en un país, donde la misma poesía se constituye exigencia social, se cuela con ese lenguaje mágico, humano y espiritual, porque la poesía es una creación tan vital, es una necesidad material, espiritual, en fin es para nuestra conciencia creadora, esa exigencia tanto del alma, como indispensable para la sociedad y el hombre. (AVT // Agosto // 2024)
Aquí uno de sus poemas “SPECK (Mota): ¿Para qué obsesionarnos con la muerte o con el tiempo? // El gato no piensa en ellos, // la hormiga no piensa en ellos, // la araña no piensa en ellos. // Mejor obsesionémonos con la flor humilde // que al principio pasa // desapercibida para que al fijarnos // en ella crece la belleza // de sus majestuosos colores: entre rojo encendido // y anaranjado rojizo, // colores que vienen de la luz, del aire, del agua // o de la tierra negra, // o tal vez de la soledad en que la planta vive. // Mejor obsesionémonos con la luz de esta mañana, luz que ha viajado // ocho minutos y veinte segundos desde que salió el sol // hasta llegar aquí, hasta topar aquí // de esa carrera vertiginosa. // Mejor obsesionémonos con el espejo que paciente espera que alguien pase // para hacer algo, para decir algo, // para salir del aburrimiento, para informar a la espeja // que ha hecho algo durante el día, // que no ha perdido el tiempo, aunque solo haya sido charlar, con la luz, con un gato, una hormiga, una araña o una flor” (pág.57)