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Exención de impuestos no atraerá inversión extranjera

César Villalona
Economista

La Asamblea Legislativa aprobó que las personas naturales o jurídicas (empresas) de otros países que inviertan en El Salvador más de $2,000 millones no pagarán impuestos sobre la ganancia, la compra de propiedades y los productos importados. Tampoco pagarían impuestos municipales. De esos beneficios también gozarán los empresarios salvadoreños radicados en el exterior por más de un año y que trasladen sus negocios al país.

Según los diputados y diputadas oficialistas, esos incentivos generarán mucha inversión extranjera. Lo dicen para vender la idea de que habrá mucho empleo y que el país se desarrollará. Para la mayoría de la población, que vive cada vez peor, escuchar eso puede resultar atractivo, pero eso no va a ocurrir.

El Gobierno actual no le da incentivos al 99% de las empresas, que son MIPYMES, sino a los negocios de la élite económica. Y adoptó la estrategia de propaganda de los gobiernos del partido ARENA, que se pasaron 20 años prometiendo una cantidad de inversión extranjera que no llegó. Prometieron, sobre todo, cuando dolarizaron la economía (2001) y acordaron los TLC con México (2001) y Estados Unidos (2006).

Ni en esos años ni después fluyó la inversión extranjera. Lo que ocurrió fue que El Salvador se convirtió en el último país de Centroamérica en recibir inversión extranjera, pues, los documentos de la CEPAL revelan que en 2006 Nicaragua, que ocupaba el último lugar, recibió $287 millones y El Salvador recibió $227 millones. Costa Rica recibió $1,469 millones, Honduras $669 millones y Guatemala $592 millones. Desde entonces El Salvador no sale del último lugar y desde 2019 la diferencia con los demás países de la región es mayor.

El actual Gobierno hizo las mismas promesas fallidas a finales de 2019, cuando aseguró que Catar invertiría en el país $1,000 millones, y en 2021, cuando aprobó la Ley Bitcoin. Desde 2019 la inversión extranjera es menor que la de 2018, cuando gobernaba Sánchez Cerén. Y esa reducción se debe, principalmente, a que hay menos condiciones para invertir en el país, pues no hay seguridad jurídica, el ingreso se concentró, la pobreza creció y la demanda interna es muy baja.

Inversión extranjera directa en El Salvador

Año Monto en $
2018 282 millones
2019 636 millones
2020 24 millones
2021 386 millones
2022 171 millones
2023 760 millones
2024 640 millones

CEPAL. “Inversión Extranjera en América Latina y el Caribe 2025

En 2024, El Salvador volvió a quedar en último lugar en la región. Honduras y Nicaragua recibieron el doble de inversión, Guatemala casi tres veces más y Costa Rica ocho veces más.

Inversión extranjera directa en Centroamérica

Costa Rica $5,298 mill 52%
Guatemala $1,694 mill 16%
Nicaragua $1,352 mill 13%
Honduras $1,340 mill 13%
El Salvador $640 mill 6%
Total $10,293 mill 100%

CEPAL. “Inversión Extranjera en América Latina y el Caribe 2025”

Algunos estudios atribuyen la baja inversión extranjera en El Salvador a que la mano de obra es poco productiva. Sin embargo, la de Honduras y Nicaragua es menos productiva y esos países reciben más inversión. También se decía que la infraestructura era mala, pero el Reporte de Competitividad 2018-2019, del Foro Económico y Social, demostró lo contrario. Otro argumento era el alto costo energético, pero dicho costo nunca fue mayor al promedio regional. Otra “explicación” era que había mucha delincuencia, pero tanto Honduras como Guatemala han padecido del mismo mal. Además, el actual gobierno dice que “la delincuencia desapareció” y sin embargo la inversión no fluye.

¿Dónde está el meollo del asunto? ¿Por qué es tan baja inversión extranjera?

La causa principal es la poca demanda interna (consumo e inversión), la cual se agravó con la dolarización iniciada en 2001 y que les trasladó a los bancos la emisión monetaria. El Estado salvadoreño no crea medio circulante (el cual crece poco) ni tiene política de expansión de la demanda. La mayor parte del ingreso se concentra en una minoría rica.

Cuando una empresa poderosa quiere invertir en cualquier país elabora un estudio de mercado para saber si el bien o el servicio que producirá tiene una buena demanda. También hace un estudio técnico (cálculo de costos y gastos y planta instalada) y un estudio financiero que muestre si el negocio es rentable.

Los empresarios extranjeros saben que El Salvador es el país de la región donde menos crecen el circulante (o dinero) y la demanda interna (consumo e inversión). El circulante se duplica cada 16 años, mientras en Costa Ricia y Nicaragua lo hace cada 10 años. Por lo tanto, es más atractivo invertir en esos países, donde la demanda es más expansiva. También en Guatemala y Honduras, cuyos mercados crecen más y son mayores, pues desde 2023 el PIB de Honduras superó el de El Salvador, un cambio estructural importante en la región.

En El Salvador, la inversión extranjera total nunca ha llegado a $2,000 millones en un año. Y no la de una empresa, sino la de todas las empresas que llegan a invertir. La inversión más alta de la historia fue de $1,551 millones en 2007, cuando varias empresas extranjeras compraron los bancos, las AFP y las empresas de seguro. Es decir, no fue una inversión para crear empresas y generar más servicios, sino para comprar negocios existentes.

En una economía como la salvadoreña, tan pequeña y con un mercado tan estrecho, es imposible que una sola empresa nacional o extranjera invierta $2,000 millones en un año, porque generaría una sobreproducción tan grande que quebraría de inmediato. Y si la empresa procura exportar tendría que conseguir mano de obra superproductiva y batirse en un mercado mundial hostil y donde El Salvador no tiene peso.

Lo que ha estado ocurriendo desde finales de los años noventa del siglo pasado es lo contrario. Los oligarcas salvadoreños fugan capitales hacia el exterior porque el mercado nacional les quedó chiquito. Si amplían mucho sus inversiones en el país generan sobreproducción y tienen pérdidas. En los primeros 10 años de la dolarización, incluso bajo los gobiernos de ARENA, fugaron $8,700 millones, casi el doble de los $4,441 millones que entraron de inversión extranjera, de acuerdo con datos de la CEPAL.

En 2024, el magnate Carlos Callejas invirtió en Colombia $1,000 millones, donde compró la cadena de supermercados del Grupo Éxito. Ni siquiera montó negocios nuevos en ese país, sino que adquirió uno ya existente. Y esa inversión, que es la mitad de $2,000 millones y que se hizo en una economía 11 veces más grande que la salvadoreña, es una de las 20 operaciones de inversión extranjera más grandes de América Latina, según la CEPAL.

Es casi imposible que una empresa invierta $1,000 millones en cualquier país de Centroamérica y el Caribe y en la mayoría de países de Suramérica. Y ni qué decir del doble de ese monto, como supuestamente procura el gobierno salvadoreño.

Finalmente, hay que agregar que no toda inversión extranjera es buena. Por ejemplo, en El Salvador sería un desastre la inversión en minería, en caña y en otros rubros que afectan el medio ambiente. La inversión extranjera solo es positiva en las áreas de interés del pueblo, como la generación de energía limpia, entre otras. Y es mejor si la hace una empresa pública extranjera en asocio con una empresa pública nacional, porque no habría lucro privado. Pero eso no es lo que promueve el gobierno salvadoreño.

De todas maneras, la promesa de que llegará una fuerte inversión no se cumplirá, como no se cumplieron otras: Los millones de dólares que invertiría Qatar, el satélite, el aeropuerto de oriente, la ciudad bitcoin, el ferry, las cuatro sedes de la Universidad de El Salvador, los metros elevados en el Gran San Salvador y 50 obras más.

Lo único cierto es que la economía no despega, que todo está caro, abundan el desempleo y el subempleo, los ingresos no le alcanzan al pueblo y hay más pobreza. Y todo ello a pesar de que entre junio de 2019, cuando Bukele inició su primer mandado, y junio de 2025, la deuda pública aumentó en $13,764 millones (71%), pues pasó de $19,241 millones a $33,005 millones, tal como lo muestra el Banco Central en su página web.

Por cierto, es curioso que en El Salvador crezcan, al mismo tiempo, la deuda pública y la pobreza.

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