Emilio alquimista I

César Ramírez Caralvá

Escritor y Fundador Suplemento Tres mil

 

(fragmento de La primavera salvadoreña recuerda España)

Emilio continua con sus ejercicios diarios en el boulevard de los héroes, con su pants azul y rojo que recuerda Francia, vive ese espacio de aficionado aeróbico, de respirar y contener la respiración mientras imagina el mantrams tibetano de Jann Sajj, como si renunciando a la realidad plena latinoamérica se trasladara a las heladas tierras del Yeti, Lasha o los monasterios budistas, tratando de demostrar que es un Boddhisattwa caído; elementos mágicos que se heredan de nuestros antepasados náhuatl, ellos fueron muertos por la reacción religiosa, por brujos.

Su abuelo, un viejo nonualco le transmitió algunos elementos con carácter secreto con los cuales podría desprenderse de su cuerpo y “ver”; el ver significa no dormir más, -Emilio fue investido en el astral de un traje azul profundo- él no cedía un centímetro y luchó internamente para permanecer fiel a las enseñanzas de sus antepasados, recuerda que el principio de sus lecciones era el final de mucho parientes y compañeras: la Pistis Sophia

Emilio asistía a las reuniones de la Sociedad Secreta, donde todo el mundo se hace llamar Frater, la iglesia era una casa con todas las características externas rutinarias, pero sólo tenían acceso a ella los del círculo interno, según los mayores, eran los dirigentes de la fraternidad, la polaridad acuariana esta caminando –decían ellos- que las iniciaciones magnéticas desempeñarían un papel estelar sobre los nuevos centros: Machu Picchu, Thule, Agarty, Templo de Chapultepec, estos aún en el hiperespacio astral; los esquimales y los aztecas sabían el lugar de la lejana Thule, donde reside Quetzalcoatl.

Después de muchos años también en este campo se aprende. Al escuchar relatos mágicos Emilio no sabía que escuchaba su historia.  Sus sueños salvaron mi vida –confesaría años después-  eso lo aprendí de esas acciones en esos sitios de religiones secretas. Conocer al Ángel Aroch animando a cruzar el prado verde, con un rostro similar al de María Cristina, la cual conocí 20 años después.

Los sueños rebelan situaciones que no podemos comprender en nuestra vida cotidiana. La edad y la comprensión en esos niveles de religiosidad no es la misma que nuestra cotidianeidad, en estos años Carlos Castaneda iniciaba sus investigaciones en México junto a un indio yaqui llamado Juan Matus, condición que maravilló a millones de lectores, nosotros no esperamos tanto, nuestra condición de investigadores del mundo nos permitía ser flexibles y vagabundos de los conocimientos, prohibidos o permitidos, sagrados o profanos.

Emilio no era ortodoxo, presentía otra sociedad, ese factor necesario y vital de luchar contra lo impuesto, lo vicioso. (continuará)

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Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.