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El Yuan de China popular en la crisis de la hegemonía del dólar de EE.UU.

Tomado de Carta Económica
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China se ha plantado como la principal economía contra-hegemónica global. La creciente importancia de China en las transacciones e inversiones ha supuesto la generación de grandes superávits en su balanza comercial, look buy que le permite acumular una reserva de divisas en dólares que superan los tres billones de dólares.

Esta acumulación de divisas se ha acompañado también por la expansión de la economía de China en África, América Latina, Medio Oriente, Europa y los Estados Unidos, tanto por el lado del comercio, como del lado de las inversiones y convenios de Cooperación y Desarrollo. Estos elementos han  perfilado al yuan como una divisa de fuerte crecimiento.

La economía en los costos de transacción ha llevado a que diferentes países establezcan mecanismos monetarios para el manejo de las relaciones económicas con China Popular a través del Yuan. Así, Gran Bretaña y Alemania han visto incrementados en más de ciento por ciento sus pagos denominados en yuanes entre 2013 y 2014, Francia y Luxemburgo en más de 40%, según los datos actualizados a agosto de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Internacionales (SWIFT, por sus siglas en inglés). Según la firma financiera Nomura Securities, el volumen diario de comercio de esa moneda se triplicó entre 2010 y 2013, pasando de US$34.000 millones a US$120.000 millones.

Por otra parte, China Popular está desarrollando iniciativas propias para que su moneda se utilice en las transacciones económicas con los países en los que tiene influencia. En este marco se encuentra la firma de un swap cambiario bilateral con el Banco Central de Rusia por un monto equivalente a 25 mil millones de dólares, el segundo firmado con un país integrante del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el primero fue con Brasil por un monto de 30 mil millones de dólares. Por ahora, China es el principal socio comercial de ambos países.  Previamente Irán ante la guerra económica que le hace Estados Unidos de Norteamérica, de manera similar, estableció un mecanismo de este tipo por más de 24,000 millones de dólares. Estos acuerdos los celebra Pekín desde 2009 y actualmente cuenta con acuerdos swap con 39 países.

Según un estudio del HSBC, las empresas mundiales han aumentado bruscamente el uso de la moneda Yuan en sus operaciones durante el año. Los usuarios más activos del yuan son Alemania, Francia, EE.UU. y Hong Kong. En total, según los cálculos del HSBC, el 22% de las empresas mundiales usan ahora el yuan en sus operaciones.

Este contexto creó las condiciones para presionar al FMI a considerar al yuan en la cesta de monedas que sostienen los Derechos Especiales de Giro (DEG). El 30 de noviembre realizó el anuncio de la incorporación oficial del yuan a la cesta de monedas a partir del 1 de octubre de 2016.

Los DEG surgen en 1969, en medio de la crisis del sistema de paridades fijas, como un mecanismo de activos de reserva. Como el Sistema de la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos estaba cada vez más imposibilitado para intercambiar por oro la excesiva cantidad de dólares que los bancos centrales del resto del mundo habían acumulado, el objetivo de los DEG consistía en complementar las reservas oficiales de los países que integraban el FMI.

En un primer momento, el valor de los DEG se definió como el equivalente a 0.888671 gramos de oro fino. Ya en un segundo momento, luego del derrumbe de los acuerdos de Bretton Woods, el valor de los DEG se estableció tomando como referencia una canasta de las monedas de las economías más grandes de esa época: Estados Unidos, Alemania, Japón, Reino Unido y Francia. A finales de la década de 1990, la canasta del FMI quedó conformada por el dólar, el euro, el yen japonés y la libra esterlina. Y, a partir de entonces, no hubo más cambios. A pesar de las enormes transformaciones en el tablero político y económico mundial a lo largo de las últimas décadas, la composición de la canasta del FMI permaneció inalterada.

El deterioro de la economía de Estados Unidos no impidió que el dólar conservara su predominio: en 2011 se apoderó de casi el 42 % de la cartera de los DEG; seguido por el euro, con el 37.4 %; la libra esterlina, con el 11.3 %; y el yen japonés, con el 9.4 %. Sin embargo, con la decisión del FMI de agregar la moneda china, la composición de la canasta por fin cambiará. De este modo, el yuan será la tercera divisa con mayor peso entre los DEG, con un 10.92 % del total, por encima del yen japonés (8.33 %) y la libra esterlina (8.09 %), aunque todavía por detrás del dólar (41.73 %) y el euro (30.93 %).

De esta forma, el FMI le otorga a China una mayor relevancia. Es un paso más que fortalece la confianza en el yuan como moneda internacional

Por el momento la divisa china no tiene tanta fuerza en el mercado internacional, así que las inversiones financieras se seguirán transando en dólares, euros, libras o yenes, aunque las bolsas de Londres y Fráncfort ya se están negociando bonos soberanos en yuanes y se están preparando los primeros contratos de petróleo en yuanes en la Bolsa de Shanghái, donde el aluminio y el cobre ya se comercian en la moneda china. Sin embargo, se pueden distinguir algunas implicaciones de corto plazo en el mercado monetario:

• Mayor liberalización del yuan. La divisa cotizará con menos restricciones, que generaría fluctuaciones según las condiciones de los mercados monetarios.

• Aumento de demanda y del precio de la cotización de  la moneda china. La entrada de la divisa china en la cesta del FMI fortalecería enormemente ya no solo a la propia moneda, sino también a China como economía dominante. Y es que si el yuan entra en la cesta, todos los países miembros del FMI estarían invertidos de forma directa o indirectamente.

• Debilitamiento de los principales cruces de tipos de cambio. Si el yuan entra en la cesta de divisas del FMI, China podría deshacerse de parte de las reservas que tiene en otras monedas, lo que aumentaría el volumen de circulación del resto de divisas y debilitaría a los principales cruces.

La decisión de incluir el yuan en la cesta de divisas provocará una fuerte demanda de yuanes por parte del Fondo. La decisión del FMI arrastrará la demanda de los bancos centrales y fondos soberanos y del sector privado. Los cálculos de AXA China apuntan que la demanda de yuanes aumentará en los próximos cinco años hasta los 600.000 millones de dólares. Eso podrá contrarrestar la salida de capitales que se producirá a corto plazo al abrir la cuenta de capital.

China piensa establecer una zona de yuanes en Shanghai y otra más grande en toda Asia. La expansión del yuan es facilitada por la debilidad de las demás monedas. El dólar estadounidense pierde fortaleza porque las autoridades monetarias imprimen demasiados billetes verdes. Y China ha sido, durante años, el mayor acreedor de los estadounidenses. Por otra parte, el euro se debilita por las grandes contradicciones económicas entre los miembros de la eurozona. Así, es de suponer que estas dos monedas se van a debilitar más en los próximos años. Esto facilita el desarrollo del yuan. Una incertidumbre que obliga a China a apresurar el lanzamiento del yuan como moneda mundial.

Bajo estas condiciones, el Banco Popular de China ha anunciado sus planes para reformar la tasa de cambio del yuan en el mercado nacional. Así, las autoridades del gigante asiático han decidido abandonar la paridad del yuan con el dólar, reemplazándolo con una cesta de 13 monedas. Si antes la cesta de monedas de referencia ha estado compuesta por 11 divisas, con la nueva medida estará compuesta por 13. Además, se diferencia el peso de cada moneda de referencia en la cesta. Así, el dólar reduce su peso y su nuevo índice será de 26.4%, mientras que el euro crece y se equipara al 26.4% del dólar, el yen japonés se fija en un 14.7%. Además, la cesta de monedas incluye los dólares de Australia, Canadá, Hong Kong, Nueva Zelanda, Singapur, la libra esterlina, el franco suizo, el baht tailandés, el ringgit malayo y el rublo ruso.

Con esta medida, China intenta desviar el foco de atención que hasta el momento acapara las fluctuaciones del yuan respecto al dólar. Las comparaciones entre las dos monedas perjudican severamente a la asiática, y la situación podría empeorar ante el anuncio del incremento de los tipos de interés en Estados Unidos de 0.25% a 0.50%

Como explica el Banco de China, el propósito de la introducción de la nueva cesta de monedas es un intento de “cambiar la actitud del mercado de divisas hacia el cambio del yuan, haciendo hincapié en la importancia de una visión amplia de la oferta de divisas en comparación con el dólar”.

La decisión de incluir al yuan en la cesta de monedas de los DEG de parte del FMI, puede tener una repercusión geopolítica mayor por dar voz a China en las decisiones monetarias internacionales, permitiendo al país crear un sistema de transferencia de dinero que pueda competir con el sistema “Swift” ampliamente utilizado; y limitar el uso del dólar para el cumplimiento de sanciones políticas. También puede incentivar la aceleración de las reformas en el sector financiero por parte de China, depreciándose así el yuan a niveles que pongan en apuros la competitividad estadounidense por medio de su moneda.

Es improbable esperar que el dólar pierda el poder de inmediato, sobre todo teniendo en cuenta que el yuan no tiene plena convertibilidad y los controles de capital de China. De hecho, parte de la fuerza del yuan se debe al gran volumen de reservas en dólares de China. La repercusión geopolítica de China ya es un hecho, con o sin la decisión del FMI, pero la decisión amplifica esa repercusión, tanto en términos económicos y también con respecto a los esfuerzos de China para reformar las normas e instituciones globales cuyo perfil, hasta ahora, fue una imposición de Estados Unidos.

De todos los escenarios posibles, el que más tiene la posibilidad de producirse parece ser el surgimiento de un sistema mundial de transferencia de dinero en paralelo. La mayoría de las transferencias internacionales actualmente utilizan el sistema SWIFT, denominado en dólares. Sin embargo, es probable que China cree un sistema rival llamado ChIPS (China International Payment System) que utilizaría como base el yuan. En este escenario es necesario tener en cuenta que en el caso del SWIFT, el Tesoro de los Estados Unidos tiene un ejército de gente esperando a imponer sanciones y restricciones a los países que no les gustan. Esto hace de la elevación del yuan a categoría de moneda de reserva  un factor geopolítico, ya que las sanciones son de carácter político.

El argumento a favor, de parte de occidente, de la inclusión del yuan en la cesta de monedas DEG en realidad era el contrario, desalentar al país a que creara un sistema paralelo. Al incluir el yuan como moneda de reserva, el FMI puede presionar a los chinos a soportar las responsabilidades derivadas de la nueva situación de su moneda, tales como una mayor transparencia en la valoración del yuan. En ese espíritu, se espera que China haga honor a su compromiso de hacer el yuan totalmente convertible para 2020.

Esta situación lleva a una paradoja, China está sufriendo una fuga de capitales, ya que muchos inversores están sacando el dinero fuera del país y llevándolo a refugios más seguros. Si después de unirse al club de la moneda DEG, el yuan se deprecia de forma significativa, ¿EE.UU. lo entenderá como un resultado del mercado? ¿Si a EE.UU. no le gusta este resultado, va a intervenir y tratar de influir en el sistema para desagrado de los chinos? Se convierte, por lo tanto, en un resultado geopolítico, no en un resultado del mercado.

China podría, sin embargo, depreciar el yuan fácilmente. Si los chinos tratan de forzar artificialmente el yuan para que su industria sea más competitiva, el resto del mundo probablemente protestará debido a la pérdida de puestos de trabajo y el aumento de la contaminación. El tema de la contaminación surge debido a la sustitución del petróleo, dado que los yacimientos petrolíferos nacionales han sobrepasado su pico de producción, por el carbón, abundante en China.

Según Yi Gang, vicepresidente del Banco Popular de China, se mantendrá un sistema de fluctuación administrada antes de pasar gradualmente a la fluctuación limpia del yuan. La fluctuación limpia es un objetivo a largo plazo para que el banco central no interfiera en el control del valor de la moneda, dijo el informe. “Con respecto a la depreciación o no del RMB después de su inclusión en el DEG, no hay necesidad de preocuparse por eso”, dijo Gang.

El comentario de Yi Gang  puede ser interpretado de diferentes maneras, como manipulación o prudencia. Lo cierto es que si no hubiera flujos de gestión, tales como límites a las transacciones con divisas, el dinero caliente, es decir los fondos de corto plazo, dejarían China tan pronto como fuera posible teniendo en cuenta la perspectiva de la depreciación gradual del yuan.

La creciente importancia del yuan, podría ser también un intento de influencia de los Estados Unidos en China. Esto, recordando el caso de Japón que, luego de pasar de cambio fijo a variable en 1973, los Estados Unidos comenzaron a presionar a Japón para que el yen se apreciara. Esto se hizo con el fin de proteger los productos americanos de las importaciones más baratas procedentes de Japón, especialmente en el sector automotriz. Bajo esta presión de Estados Unidos, el yen se apreció, al pasar de 360 con respecto al dólar hasta 80 a 85 en 1990. El yen se apreció de forma continua debido a la interferencia de Estados Unidos sobre Japón que le obligó a apreciar su moneda a través de todo tipo de conflictos comerciales y otras prácticas.

Seguramente China no se comportará como Japón. No será manipulada por Estados Unidos para apreciar de forma continua su moneda. Los chinos harán lo que ellos creen que es en interés de su país. Como seguro para ello, se han ocupado en capitalizar en más de 100 mil millones de dólares el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Esto supone mantener el equilibrio financiero en el mundo e incluso comienza a inclinar la balanza. El gobierno de Estados Unidos sufrió una derrota diplomática humillante el año pasado, cuando la mayoría de sus aliados más cercanos se inscribieron para formar parte del banco, incluyendo al Reino Unido, Alemania, Australia y Corea del Sur. En total, 57 países se han unido a la iniciativa dejando a Estados Unidos y Japón al margen del negocio. El nuevo banco es un instrumento para que China preste legitimidad a sus incursiones internacionales y amplíe su esfera de influencia económica y política, incluso cambiando las reglas del juego.

La decisión del FMI no erosiona de forma inmediata la fortaleza del dólar. A largo plazo, sin embargo, la capacidad de Estados Unidos para aislar a las economías de bloques contra-hegemónicos mediante sanciones financieras puede verse reducida. En cualquier caso, se esperaba esta situación, por lo que Estados Unidos ya ha dispuesto trabajar en sanciones económicas alternativas.

En este marco, dado que el dólar va perdiendo capacidad fiduciaria en tanto la circulación de esta moneda  no corresponde a producción de bienes y servicios, se gestan las condiciones para que, desde alianzas regionales o potencias emergentes como China Popular, comience la estructura de una nueva arquitectura financiera internacional, donde se perfila no sólo que los acuerdos entre países y empresas consoliden sus transacciones en yuan, sino que, al igual que el mercado del petróleo, ya no funcione con el dólar como medio de pago o que los valores financieros de cualquier tipo ya no sean especificados en dólares americanos, que se acelere el proceso que el dólar pierda confianza como unidad de ahorro y que deje de ser  cada vez menos importante en las reservas internacionales.

Si bien es cierto que el yuan todavía tiene un largo camino por recorrer para estar en condiciones de competir cara a cara frente al dólar, no hay duda de que su próxima inclusión en la canasta de divisas del FMI constituye un hito histórico. El sistema financiero mundial está cambiando.

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