Al final del discurso, en el marco del 204 aniversario de la independencia de Centroamérica de la corona española, el presidente Nayib Bukele aprovechó la atención que propiciaba la cadena nacional de radio y televisión, para uno de sus actos de propaganda, y, con ello, ganar aplausos y admiración. Y es que mostró un video que se había viralizado en el que aparecen alumnos y alumnas del Centro Escolar Los Toles, en Ahuachapán, marchando en una calle de tierra y con lodo.
Luego, “ordenó” que se pavimentara la calle y que se remodele el Centro Escolar.
Pronto, los creadores de contenido comenzaron a aplaudir al mandatario, “el acto bondadoso” del mandatario. La semana que recién finalizó se viralizó otro video, en el que muestra a unos escolares intentando cruzar una quebrada, o un camino vecinal convertido en río, producto de las torrenciales lluvias.
Los alumnos, algunos saltando y otros impedidos de cruzar, pertenecen al Centro Escolar de Altos de Casa Blanca, en Lourdes Colón, en La Libertad. Los alumnos también iban a marchas, pero esta vez, el presidente los ignoró, quizá porque no se ha dado cuenta que dos millones de personas vieron las breves, pero “demoledoras” escenas de los infantes desafiando a la naturaleza y a la desidia gubernamental para cumplir con su deber.
Tanto las escenas del video del cantón Los Toles de Ahuachapán como los de Altos de Casa Blanca, de Lourdes Colón, no son excepcionales en el país. Es la realidad de El Salvador, que ante los ojos de los nacionales y extraños se esconde con la millonaria propaganda de los Surf City y el Centro Histórico, donde hay hasta derroche de recursos.
Solo en el centro histórico de la ciudad capital, el gobierno, a través de la DOM, ha invertido decenas de millones de dólares y tres remodelaciones distintas desde el concurso de Miss Universo de 2024, y, aunque no lo crean, aún no terminan.
Embellecer ocho o diez cuadras de la capital, ha sido la principal apuesta de este gobierno, para presentar esas ocho cuadras y sus mejores plazas como que así fuera todo El Salvador.
Solo basta abandonar esas ocho cuadras, sin adentrarse a la periferia, para darse cuenta de que El Salvador no es el de la foto de turismo, y para el turista no digamos, si no se sale al interior del país.
Las calles de polvo, con lodazales, con cárcavas, muchas intransitables, como lo muestran los dos vídeos arriba mencionados, es el verdadero rostro de El Salvador.
Y con suerte, aunque cruzando quebradas, exponiendo sus vidas, o marchar sobre el lodo, bajo la amenaza de ensuciar los zapatos y en la escuela no los dejen entrar, es el mal menor para los niños y niñas de El Salvador, dado o que otros niños no tienen ni esa oportunidad, porque la escuela se la cerraron por falta de presupuesto, pero esto gobierno nunca lo dirán en cadena de radio y televisión.
En otros casos porque los padres o madres de las familias desintegradas no tiene ni un dólar de más para la educación de los hijos, y prefieren llevarlos a la plaza a vender, listos para salir huyendo cuando la municipalidad los persiga porque en la lógica de este gobierno los vendedores “son un mal aspecto en la ciudad”, y revelan la otra verdad del país.
Y tan poca importancia le da este gobierno a la educación, que no solo cierra escuelas o despide experimentados maestros, sino que reduce el presupuesto de educación, para aportarle a la represión, es decir, a la seguridad, a la fuerza armada.
Este gobierno da a conocer la poca importancia a la educación, que pone a una militar al frente, quien se preocupa en las cosas pueriles como el peinado y uniforme planchado, y mandar a casa a los niños que vayan distinto a la “orden disciplinaria”, que procurar mantener al niño y la niña en la escuela, aprendiendo, independientemente que vayan sucios o con roturas en su uniforme, porque la madre no tiene “la cora”, para comprar el hilo y la aguja.
Ese video, que debería ser la vergüenza para este gobierno, es El Salvador real, que el mundo debe conocer. Al menos, los dos millones de usuarios de las redes, ya lo conocen.
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