EL HOMBRE Y LA VIDA.

 

 

EL PORTAL DE LA ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA.

 

 

 

 

Por Eduardo Badía Serra,

Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua.

 

¡Porque no es lo mismo que vivir,

honrar la vida!

Así lo escribió Eladia Blázques,

y así lo cantó Tania Libertad.

 

 

Bien. Estoy ya aquí, en la vida. Es el momento de mi definición. Estoy en la vida. ¿Cómo? Esto tiene explicación, o más bien, explicaciones, diversas, amplias, científicas, filosóficas, teológicas. ¿Cómo estoy aquí? Eso se explica, pero con ello no encaramos el asunto esencial de la vida, que es, no cómo llegué a ella y cómo también me iré de ella, sino porqué y para qué llegué a ella. Y allí es donde la filosofía y la ciencia, e incluso también la religión, fallan. Fallan porque no se plantean tales preguntas, y consecuentemente, porque no las encaran.

 

Zubiri, por ejemplo, decía que el hombre surge por sistematización de la materia no viva, en diferentes momentos de dar de sí, pasando por un primer primordio de vida, la materia viva, y posteriormente por un organismo, por la mera sensibilidad animal. El hombre, dice, se va haciendo, se va realizando; trasciende en la animalidad en un primer momento, y a su propia realidad en un segundo momento. El hombre es producto del desarrollo de un ‘hombre germinante’, el ‘germen’. Para Zubiri, la realidad de la génesis del hombre es producto de los progenitores, no en forma de un viviente ya producido por ellos sino mediante la transmisión de los elementos germinales, espermatozoide y óvulo, que van a producir por sí mismos la célula germinal. Zubiri no acepta que se transmita en la acción de los progenitores, ni la psique ni el cuerpo, porque la célula germinal no es una causa dispositiva, es decir, algo que está a punto para recibir una psique, ni el cuerpo por su lado es una causa exigitiva de la psique o viceversa: Es sólo en el momento en que hay ya una célula germinal, en que ya hay psique, pero como psique-de-este-cuerpo. Esta psique es producto de la ‘elevación’ de las estructuras celulares al orden de realidad en cuanto tal.

 

Ahora bien, las estructuras de la célula germinal, aunque hacen desde sí mismas la pique, no la hacen ni la pueden hacer por sí mismas. Algo les hace que hagan la psique. Hay, pues, en ello, una naturaleza naturante que determina lo más intrínseco de las estructuras naturales. La naturaleza naturtante transcurre en la naturaleza naturada intrínsecamente. El primer hacer, entonces, es el de la naturaleza naturante; el segundo hacer es el de la naturaleza naturada, es decir, el de las estructuras celulares. Esta unidad intrínseca de estos haceres es justamente la constitución del plasma germinal.

 

Resumo así la posición de Zubiri en cuanto a cómo llega el hombre a la vida, cómo aparece el hombre en la vida, de qué forma aparece ese ser en la vida:

 

  1. El hombre adquiere la realidad humana con la elevación hacia lo psíquico por los elementos celulares, es decir, con la aparición de la psique.
  2. La génesis y el desarrollo del hombre constituyen procesos de carácter eminentemente material.
  3. Sin embargo, sólo mediante el aporte de la naturaleza naturante, es decir, de un Ser Superior, es posible que las estructuras celulares hagan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es esta, la famosa Psicología Profunda zubiriana. La expongo esquemáticamente:

 

materia muerta > da de sí > materia viva > da de sí > organismo > da de sí > sensibilidad animal

                                  (primordio de vida)

                      por sistematización        por sistematización       por sistematización           

              

elevación ——-à psique ——-àsensibilidad animal ——à hombre

 

                                 primer hacer                                 segundo hacer

                      (naturaleza naturante)                   (estructuras celulares)

                                            >                                                        <

>                                                  <

                                                    >                                          < 

                                                       >                                    <

                                                          >                             <

                                                             >                     <

                                                                 >             <

                                                                    >      <

                                                        unidad de haceres

                                                   (estructuras germinales)

 

 

Esta perspectiva zubiriana, sin dejar de ser filosófica, no deja también de ser científica. Pero es que el problema no está allí, y en ello reside la insuficiencia cardinal del enfoque que la antropología hace del problema medular del hombre. La interrogación del hombre sobre sí mismo no es cómo llegó a la vida, de qué forma llegó a la vida, y cómo se irá de ella, sino más bien qué hace el hombre en la vida, porqué necesariamente tuvo que llegar a ella, y en la misma forma, porqué debe dejarla. Esa es la explicación que falta. No es vana la interrogación de cómo llegó el hombre a la vida y cómo la afronta; simplemente, en primariedad, no es eso lo fundamental, lo esencial. La ciencia y la filosofía, en su búsqueda del sentido del hombre, equivocaron el camino.

 

La no concordancia entre las preguntas lleva el problema del hombre al dilema filosófico de la existencia y de la consistencia; y me apoyo aquí para exponerlo en la lúcida y elegante explicación que del mismo hace el maestro García Morente:  Hay que preguntarse por el ser, y preguntarse por el ser significa, en primer lugar, preguntarse ¿qué es el ser?, pero también ¿quién es el ser? En realidad, el ser no puede definirse; lo único que puede hacerse con él es señalarlo, dice el filósofo español.

 

En nuestro caso, el ser a quién nos referimos es el hombre; y por lo tanto, las preguntas referidas a ese ser  son: ¿qué es el hombre?, y ¿quién es el hombre?, lo cual nos lleva, como digo, a entrar en el problema entre la existencia y la consistencia. El hombre, así visto, ¿consiste, o simplemente existe?

 

A la pregunta por el ¿qué?, la filosofía no puede responder. No puede decirse qué es la existencia, el existir no puede ser objeto de definición, porque definir es decir en qué consiste algo, y consistir es lo contrario de existir. Al preguntarnos entonces  ¿qué es el hombre?, la respuesta debería necesariamente entrar en la explicación de su consistencia, pero el existir no consiste en nada. En resumen, la pregunta ¿qué es el hombre? no puede tener respuesta, no es asunto de la ontología.

 

Pero sí podemos responder, dar respuesta, a la pregunta, ¿quién es el hombre? Ello parece simple. El hombre es algo, o alguien que existe. Yo existo, el mundo existe, Dios existe, las cosas existen. Las cosas existen, y el hombre, como una de tantas cosas, existe. Sí hay respuesta a la pregunta de quién es este hombre que existe.

 

Hay una tercera cuestión: ¿En qué consiste el hombre? También tiene respuesta esta pregunta. Sí puede decirse en qué consiste el consistir. Por lo tanto, responder a la consistencia del hombre es un problema ontológico.

 

Y una última: ¿quién consiste? ¿en quién consiste el hombre? Tampoco puede responderse este misterio.

 

Luego, la filosofía encara el asunto de quién existe y qué consiste. No entra en el qué existe y quién consiste. Para las primeras tiene respuesta, y esta la dan tanto la metafísica como la teoría del objeto; no para las segundas. Y ese es el problema. Sabemos quién existe: El hombre existe; y sabemos en qué consiste el hombre. Pero la pregunta esencial, ¿qué es el hombre? ¿qué hace en la vida? ¿porqué vive? ¿para qué vive?, no tienen respuesta.

 

 

 

 

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