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El holocausto viral de América

Isaac Bigio 

¿Cuál es el peor holocausto que ha conocido la humanidad? El siglo XX se abrió con el exterminio masivo hecho por el imperio germano en Namibia contra los pueblos más ancestrales que hay y acabó con el de los tutsis en Ruanda, y en el medio de este se dieron con el aniquilamiento de entre 1 y 2 millones de armenios y cristianos en Turquía durante la I Guerra Mundial y con el de 6 millones de judíos y gitanos durante la II Guerra Mundial.

Entre los siglos XIV y XIX millones de africanos fueron cazados, transportados y súper-explotados como bestias sub-humanas durante el holocausto del tráfico de esclavos, el mismo que sumió en la pobreza al continente cuna de la humanidad. Sin embargo, hay un holocausto peor que todos ellos. Este es el americano, el cual fue ocasionado, no tanto por la acción de potencias (como pasó en los anteriores casos descritos), sino por los virus. Y no nos referimos a la actual pandemia en la cual la mayoría absoluta de los casos por COVID-19 están en las Américas, el continente más castigado donde se encuentran cinco de las ocho naciones más afectadas en todo el planeta (EE.UU. y Brasil – quienes encabezan la lista global de los contagiados y muertos – México, Chile y Perú).

Estamos hablando de uno que ocurrió hace medio milenio, el cual fue el principal asesino del 90 % al 98 % de los 100 millones de nativos americanos que estaban vivos antes de que Cristóbal Colón llegase al Caribe.

Hasta 1942 la población americana era tan o más grande que la que tenía Europa, pero en cuestión de décadas ésta fue diezmada por una serie de virus. Y es, precisamente, esa matanza la que impulsó al holocausto africano, pues se importaron a la fuerza y contra su voluntad a millones de esclavos para reactivar al despoblado Nuevo Mundo.

Lo acontecido hace cinco siglos es una lección que debemos asimilar para que ello no vuelva a ocurrir.

 

LOS VIRUS QUE TRAJO LA CORONA

La fecha más importante de la historia global es, posiblemente, la del 12 de octubre de 1492. Entonces, tres carabelas españolas llegaron a Guanahani, con lo cual se dio el encuentro entre los dos mundos y se abrió el mayor intercambio universal.

Sin embargo, hasta ahora no se sabe exactamente en dónde quedaba dicha isla, aunque se presume que es una de las Bahamas. La casi totalidad de sus habitantes, así como la de todos los lugares por donde pasó Colón en sus cuatro viajes, murieron. Todo ello sin que muchas veces se conocieran cuáles eran los nombres propios de sus respectivos pueblos, su memoria histórica, sus conocimientos medicinales, piscícolas o agrícolas, o sus lenguas.

Los amerindios sucumbían masivamente ante los virus que traían los europeos y sus esclavos. Mientras en el Viejo Mundo la gente había ido logrando desarrollar anticuerpos frente a los microorganismos que traían las vacas, caballos, puercos, chivos, corderos y asnos, el Nuevo Mundo no se conocían esos animales y la única ganadería practicada eran la de los auquénidos andinos.

Sin tener conocimiento previo de dichos virus, o tener vacunas o implementos para hacerles frente, decenas de millones de nuestros antepasados fueron muriendo, a veces a altas velocidades.

 

CARIBE

La cuenca del Caribe es tan grande como la del Mediterráneo, pero con un clima más cálido. De allí que es de suponer que en sus orillas se hubiesen desarrollado civilizaciones tan avanzadas como la egipcia, griega, cartaginese, fenicia o romana.

Colón describió como allí se encontraba grandes canoas transportando productos nativos. Casi todas sus miles de islas habían sido pobladas por navegantes que partieron desde las cuencas del Amazonas y del Orinoco.

Al extremo oeste del Caribe está la península de Yucatán donde recién en el siglo XIX se fueron descubriendo varias ruinas mayas y hoy se viene demostrando que durante la edad media allí habían ciudades más desarrolladas y con edificios más altos que las de sus contemporáneas en Europa occidental. Los mayas fueron como los riegos de Mesoamérica desarrollando una avanzada forma de escritura, de matemáticas y de astronomía.

Al extremo este de dicha cuenca en 1972 se encontró la “Ciudad Perdida” de la Sierra Nevada de Santa Marta que conectan al Caribe colombiano con los Andes más nórdicos. Esta espectacular red de caminos, poblados, terrazas y casas se construyó al menos seis siglos antes que Machu Picchu. Sus constructores aún siguen consumimiento la coca con utensilios similares a los de algunas regiones peruanas.

Otros pueblos chibchas de Colombia desarrollaron las mejores formas de joyería de oro precolombinas. En los Andes del norte también se hacía orfebrería de platino antes de que la conocieran los europeos.

En Centroamérica se han encontrado decenas de grandes esferas talladas de piedra en Costa Rica y también una avanzada civilización en la selva occidental de Honduras.

Mucho comercio unía a los pueblos mesoamericanos y caribeños, quienes practicaban un juego de pelota más antiguo que el fútbol y que se basaba en crear un balón a base de la goma, técnica que los europeos de entonces desconocían.

Hoy los nombres Caribe, Haití y Jamaica se asocian a pueblos afrodescendientes. Sin embargo, eran los nombres nativos. Los caribes son una familia lingüística oriunda del Amazonas, donde siguen siendo activos.

 

AMAZONAS Y MISISIPI

Recientes descubrimientos vienen evidenciando que el Amazonas y el Misisipi estaban repletos de ciudadelas precolombinas. Ambos son los dos mayores ríos de América del Sur y del Norte, respectivamente. Resulta inconcebible que estas cuencas fluviales, que son mayores que las del Nilo, los de la Mesopotamia, de la India o de China, no fueron centros de grandes extensiones agrícolas y de civilizaciones.

Ya se ha comprobado que en el Amazonas prehispánico había más moradores de los que hay hoy, los mismos que, en vez de dañar a la naturaleza, la impulsaron. La tierra más fértil de la historia universal es una que crearon artificialmente los nativos amazónicos y que ninguna gran corporación actual puede dar con todos sus secretos. Gracias a esta, ellos podían sembrar grandes cultivos en medio de una capa tan tenue de suelo fértil. También ya se sabe que la mayor selva del planeta (la del Amazonas) no es netamente silvestre, sino que es un jardín con un elevado porcentaje de alimentos comestibles creado por sus moradores originarios.

Paradójicamente, las deforestaciones vienen mostrando la existencia de grandes y anchos caminos, una red descomunal de ciudades circulares interconectadas, acueductos, granjas piscícolas y geoglifos mayores que los de Nazca (con los cuales pudieron estar relacionados).

La enorme ciudadela de Kuelap, cuyo funicular turístico acaba de ser inaugurado, fue hecha por pueblos que aún no conocían el metal y cuyas masivas construcciones hechas en la alta Amazonía recién empiezan a ser conocidas.

No obstante, la inmensa mayoría de las civilizaciones amazónicas se extinguieron sin dejar mayor rastro arqueológico, en parte porque la selva traga todo, especialmente ciudades construidas con madera y barro.

Cuando Orellana atravesó todo el Amazonas, sus crónicas hablaban de ciudades que se extendían sobre kilómetros a lo largo del río. Como luego de su viaje ningún europeo las volvió a ver se pensaba que sus relatos fueron fabricados. Ahora se sabe que eso era cierto y que lo que hizo que no se volviera a ver a tales civilizaciones fueron los virus que trajeron los navegantes europeos.

En el caso del Misisipi su cuenca fue despoblada después que conquistadores como Juan Ponce de León apenas llegaron a La Florida o al Golfo de México. Los virus legaron más rápido río arriba que los españoles.

En dicha cuenca y en el actual corazón de EE.UU. se encuentran las pirámides de Cahokia, una ciudadela con un milenio de antigüedad que en su momento llegó a ser tan poblada como muchas capitales europeas.

 

AZTECAS E INCAS

Los dos principales imperios que los castellanos se jactan de haber derrotado con la cruz, la espada y la pólvora fueron estos dos.

Sin embargo, la principal razón por la cual ellos se impusieron fue por su arma biológica. Los mexicas, que inicialmente expulsaron a Hernán Cortés de su capital Tenochtitlán (una urbe más limpia, grande y productiva que cualquiera de Europa) luego fueron diezmados por los virus, quienes gracias a ello pudieron conquistarles.

En 1524, ocho años antes que Pizarro llegase a Cajamarca, Huayna Cápac derrotó a 2,000 soldados que vinieron con la expedición de Alejo García desde el sur. Empero, los virus que ellos trajeron se fueron esparciendo por todo el Incario acabando quitándole la vida a él, a su sucesor y a la mayor parte de sus súbditos.

El Tahuantinsuyo tenía el sistema de caminos y puentes colgantes peatonales más extenso que haya conocido la humanidad, además de una red de cultivos y almacenes por pisos ecológicos que garantizaban la alimentación de sus ciudadanos. Esos avances eran desconocidos por los europeos.

Del Busto ha comprobado que son ciertos los relatos de que los incas descubrieron Oceanía antes que los europeos pudiesen atravesar un océano. El camote (con su nombre quechuaymara) se expandió por toda la Polinesia.

Gracias a los avances agro -tecnológicos amerindios es que el mundo hoy consume maíz (el primer alimento genéticamente modificado del mundo, creado por los amerindios), papa, maca, quinua, camote, tomate, cacao, vainilla, varias formas de algodón y lana, y otros productos. Muchos de estos eran parte de un nutrido comercio marítimo precolombino que unía a ambas Américas a través de sus dos océanos.

La súper-crisis social y humanitaria producida por la pandemia debilitó a las etnias dominantes de ambos imperios impulsando a varias nacionalidades oprimidas por los aztecas e incas a aliarse contra ellos bajo la batuta de los españoles inmunes a las pestes.

Los virus también aniquilaron después a numerosas poblaciones nativas de Oceanía y Australia.

Al parecer esta no fue la primera vez que los europeos produjeron un holocausto viral en las Américas. Algunas culturas nativas repentinamente se extinguieron tras que los vikingos llegaron a Groenlandia y Norteamérica.

Hoy, los virus pueden expandirse más extensa y rápidamente gracias a las tecnologías de viajes, pero también los desarrollos de la ciencia podrían ayudarnos a evitar que se repita a escala global lo que fue el holocausto americano.

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