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Un cliente compra el "Cóctel de Öxigeno" en una tienda de Ulam Bator, capital de Mongolia. [Foto Diario Co Latino/Byambasuren Byamba/Ochir/AFP]

El «cóctel de oxígeno», el remedio mongol contra la contaminación

Ulán Bator/AFP

Anand Tumurtogoo

Las tisanas depurativas para aliviar los pulmones y los «cócteles de oxígeno» prometen a los mongoles combatir los efectos del esmog, la espesa niebla que cubre Ulán Bator, la capital más contaminada del mundo.

Muchos mongoles viven en yurtas calentadas con calefacciones de carbón para soportar el rudo invierno.

En 2016 Ulán Bator superó a Nueva Delhi y a Pekín como las capitales más contaminadas del mundo, según un informe de Unicef.

El 30 de enero, la polución del aire era 133 veces superior al límite fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La neumonía es la segunda causa de mortalidad en los niños menores de cinco años, asegura Unicef.

Los padres instan al gobierno a actuar y los empresarios aprovechan el filón de bebidas antiesmog a pesar de que la OMS advierte de que sus beneficios son dudosos.

En un gran comercio estatal, los consumidores pueden comprar por 1,9 dólares la unidad unos atomizadores de oxígeno en aerosoles azules con el sello «el aire es la vida». Cada uno permite transformar un zumo de fruta en «cóctel de oxígeno» con espuma azucarada.

Otras tiendas y farmacias proponen a sus clientes transformar sus jugos de fruta en cóctel espumoso con un aparato parecido a una máquina de café. Cuesta el equivalente a 80 céntimos de euro o 95 centavos de dólar.

En las calles, los carteles prometen que «beber un cóctel oxigenado equivale a una caminata de tres horas por un bosque».

Cócteles «milagro»

Las mujeres embarazadas figuran entre los principales consumidores de esta bebida procedente de la vecina Rusia. Algunas dicen hacerlo por prescripción médica.

Munguntuul Batbayar, una contable de 34 años con tres hijos, bebió estos cócteles «milagro» cuando estaba embarazada. Pero se gastó mucho más en medicamentos.

«Cada invierno, no paramos de tomar medicamentos», explica a la AFP. «Hasta el punto de que se convirtieron en productos de consumo corriente que compramos regularmente».

Como muchos mongoles, tuvo que comprar tres máquinas para purificar el aire y cada vez que cambia los filtros se horroriza al ver la suciedad.

Las partículas finas son peligrosas porque entran en los pulmones. La contaminación puede provocar o agravar el asma, la bronquitis y otras enfermedades respiratorias crónicas.

«Ninguna prueba científica»

Además de los cócteles, algunos mongoles beben tisanas supuestamente depurativas.

Chantsaldulam Baatar, director general de Dr. Baatar, una de las empresas fabricantes, asegura que las ventas se disparan de 20 a 30% cada invierno.

«Esta infusión permite antes de nada eliminar las toxinas presentes en la sangre. Luego transforma las toxinas de los pulmones en moco. Y las plantas ayudan a reforzar el sistema inmunitario», asegura a la AFP.

Maria Neira, directora del departamento de salud pública de la OMS, asegura que «la verdadera solución» sería reducir la contaminación atmosférica, y no hay «ninguna prueba científica que demuestre una eficacia» de las infusiones.

Para la asociación «Padres contra el esmog», que organizó una sentada de protesta a principios del año, las autoridades no hacen lo suficiente para reducir la contaminación del aire.

«La única forma en la que abordan el problema es hablando de distribuir hornillos y carbón limpio», lamenta Mandakhjargal Tumur, el coordinador de la asociación.

«Ningún efecto»

El gobierno se gastó 98 millones de euros entre 2008 y 2016 para luchar contra la polución, la mitad de ellos provenientes de fondos de ayuda internacional.

Parte del dinero sirvió para repartir en los barrios pobres de la capital unos hornillos más modernos, con un bajo nivel de emisiones de partículas.

En 2017, el parlamento votó una exoneración fiscal para las empresas fabricantes de purificadores del aire. Y el primer ministro Ukhnaa Khurelsukh publicó un decreto ordenando la distribución de aparatos en los colegios.

Las oenegés también reparten purificadores y mascarillas anticontaminación en los colegios, guarderías y hospitales.

Davaadalai Tumendalai, representante de la asociación «esmog y niños», estima que todos estos aparatos no son una solución al problema, «no hay ningún efecto positivo» porque «los purificadores no producen oxígeno, no son plantas».

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