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Parece que la extraña recurrencia de burlarnos de la vida, case su solemnidad, capsule la prisión capitalista o cualquier otro signo, viagra incluso afrontar nuestros defectos en el espejo de la ironía es un ejercicio olvidado, es como si una máscara dignataria, jerárquica e incluso religiosa ocultara el buen sentido de bromear por el destino. Resulta que nuestro presente tiene mucho de ironía, tanta que en ocasiones llega a la hilaridad por situaciones que nunca sucedieron o por la realidad extrema que nos golpea en el inverso de los sueños. Sometidos a terribles disyuntivas entre la vida o la muerte, entre el comunismo o el anticomunismo, entre el ateísmo y la fidelidad a Dios etc., sublevarnos nos coloca al borde de una ejecución sumaria, no es para menos, el temor gana terreno, pero también gana el desafío de sonreír a la vida, a la esperanza; la cual a pesar de la tragedia mundial en todos sus rubros, aún pensamos que podría ser peor. Existen leyendas de esa naturaleza en los campos de concentración nazi durante la segunda guerra mundial, parece que la dignidad y el honor unidos al sentido del humor derrota a los verdugos autoritarios y sus secuaces, de ahí la película de Charles Chaplin El gran dictador 1940: “Lo siento. Pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio. No quiero gobernar ni conquistar a nadie, sino ayudar a todos si fuera posible. Judíos o gentiles, blancos o negros. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos. La buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.” Los hermanos Marx en sus películas: “Sopa de ganso” y “Una noche de ópera” ejecutan un “efecto-silencio” (según Daniel Torras i Segura, Escuela Universitaria de Mataró Barcelona España) el cual ridiculiza: el orden exagerado militarista, la representación social, banderas etc. durante un protocolo marcial que anuncia al gran líder plagado de solemnidad, cantos dedicados a la lealtad, patriotismo, conjugado por la exaltación a la libertad de esa nación, pletórica de valientes dispuestos a morir por su dictador (Rufus T. Firefly), efecto-silencio crea un aura de suspenso y humor, puesto que el dictador no aparece, pero la música vuelve a arrancar, así se desacredita la majestuosidad, la sinceridad y el patriotismo conjugado con lealtad que no existen, el dictador al final aparece en pijama anticuada y al fondo de la escena, saludando la marcha, ejecutada una y otra vez, con sonoros acordes; aparece saludando a un soldado que levanta su espada hacia el personaje principal, quién corresponde al alzando su puro en paralelo… en esa película destaca el diálogo:
Rufus T. Firefly: ¡escribe una carta!
Bob (Zeppo): ¿A quién?
Rufus: A mi dentista. “Estimado dentista: adjunto encontrará un cheque por quinientos dólares. Suyo muy afectivamente.” “Envíelo fuera inmediatamente”.
Bob: Tendré que adjuntar primero el cheque
Rufus: Si usted hace eso le dispararé un tiro.
