Covid-1

COVID-1

 

Por Walter Balmorantes

A Porfirio por supuesto.

 

 

Indalecio es un hombre menudo con la piel curtida por los interminables años de lucha y trabajo. campesino desde antes de nacer y pobre será aun después de su muerte. Casado con la idea de solamente tener dos hijos porque siempre junto con su esposa no creyeron con aquel dicho popular que donde come uno comen todos.

 

-Indalecio no nos llenemos de hijos. Me da mucho miedo que se nos mueran de hambre. -Le decía María su esposa entre el temor y la esperanza de formar una nueva familia.

 

-No se preocupe María de mi vida. Yo no soy obediente a lo que nos dice el Cura del pueblo cada vez: que nosotros debemos tener los hijos que Dios nos mande. No María ud y yo vamos a decidir cuantos hijos y cuándo. Le respondió Indalecio al momento que se ponía su mochila porque iría al pueblo a comprar.

 

Eran tiempos difíciles con esta Pandemia unos le llaman Coronavirus y otros COVID-19. ¿Por qué será que tienen esos dos nombres esa cosa? Se preguntaba Indalecio mientras caminaba y caminaba rumbo al pueblo. No siempre lo podía ver caminar largas distancias, pero cuando lo hacía parecía tan acostumbrado que uno percibía con extrema claridad cómo a cada paso que daba se devoraba los siete kilómetros que separaban su casa del pueblo.

 

Indalecio llegó al pueblo con la convicción de comprar frijoles, azúcar, huevos y algo de carne de pollo. La vida no le había sonreído en estos últimos meses, bueno nunca lo había hecho ya que nació en una familia donde comer tres tiempos al día era una experiencia que no conocían.

-Hey camarada! ¿Cómo te va Indalecio? -le interceptó Andres en la puerta de la tienda-

-Hola Andrés pues por aquí queriendo comprar algo de comer. -le respondió cansado de andar siete kilómetros. Siguieron conversando un rato más hasta que despecharon a la última señora. ¿Por qué Indalecio quería estar a solas con la Señora que atendía la tienda?

 

En el pueblo se percibía un amiente tenso y más desolado de lo cotidiano. No era para menos ya que una situación como la pandemia del COVID-19 además de ser mundial era algo sin precedentes. Nadie sabía que hacer ni el gobierno central ni los alcaldes municipales. Había una sensación de incertidumbre que carcomía la esperanza de cualquier persona.

 

-¿Qué va a querer? -le pregunto la Señora que atendía en la tienda.

-Vengo por dos cosas Señora. La primera es que quiero saber si ud necesita comparar maíz porque yo tengo tres quintales que quiero vender. -Indalecio le pregunto sin ningún preámbulo porque estaba llegando a la desesperación. Se le agotaban los últimos quince dólares que poseía. Estos le debían de alcanzar para comprar alimentos y medicinas para quién sabe cuánto tiempo ya que la Cuarentena y la ley que restringe la movilidad estaba en su tercera semana.

 

Indalecio y María afrontaban la realidad de vivir en una familia de campesinos. Sus padres fueron campesinos, sus abuelos fueron campesinos y los padres de éstos fueron campesinos en donde lo normal era querer todo porque siempre tuvieron nada. Ellos no tenían internet, televisor ni teléfonos celulares. Vivian en una situación en donde la tecnología, redes sociales, whatsapp, Facebook no eran palabras enquistadas en sus cerebros.

 

-Indalecio- le grito la Señora de la tienda- ud debería de meterse a internet y anotarse en ese sitio donde dijo el presidente ayer. El Gobierno va a ayudar a gente como ud… pobre. Les van a dar $300 dólares. Y así podrán vivir algunos meses.

-Vaya, gracias- respondió Indalecio antes de salir de la tienda con la mitad de las cosas que planeo y con la enorme tristeza de no conseguir vender su maíz.

 

Indalecio desando paso a paso los siete kilómetros de regreso a su casa. Fue rumiando las preguntas ¿y ahora qué vamos a hacer? ¿de qué vamos a comer la María y yo?

En tiempos como este de crisis nacional, me pregunto si los diputados diputadas y el presidente de la república al momento de ejercer su poder a través de sus decretos piensan y repiensan en cooperar con familias como la de Indalecio y María que se encuentran entre la incertidumbre y la esperanza.

 

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.