Redacción Suplemento Cultural Tres Mil
Any Ábrego: poeta, nació en El Salvador. Estudió la carrera de Letras y un postgrado en la especialidad de Lenguaje y Literatura. Como poeta ha participado en recitales dentro y fuera del país. También forma parte de las siguientes antologías: Pasos encontrados, Cien poetas por la Paz, Caja de música, Cielo de madera.
En 2016 publica su primer libro de poesía titulado: “Al vuelo del adiós” y en 2019 su segundo libro de poesía “Con el deseo en la piel” ambos publicados por La Fragua Ediciones.
USTED
Usted no sabe
que tengo
más de treinta minutos
de estar aquí,
de esperar
para escuchar
el sonido de su voz.
Usted no sabe
que aún tengo
botones en primavera,
ocasos que todavía
viven en la piel,
avatares resucitados
en las neuronas,
caracoles de ansiedad
en la rivera del estómago,
momentos nocturnos
en la faz de las arrugas,
metódicas esperanzas
en el ápice del delirio,
cascadas inventadas
en el ronquido de la madrugada,
espirales estirados
buscando amor.
No. Que va saber, usted
que se me va la mirada
detrás del color rosado
que me dibujo en la sangre,
ilusiones inventadas
que diluyo la tristeza
en compañía de un café
que me gustan esas comillas
donde termina su sonrisa.
Debo confesar… Si
a las nueve menos cuarto
de una fecha sin nombre
que no estoy sola,
porque tengo su compañía
que no estoy sola,
aunque ni su sombra
sea mía.
CARTA A MI CERCANÍA
Querido amor:
Te escribo estas líneas con el más sublime sentimiento que hay en mi esencia para ti, pero que me provoca ir desvistiendo poco a poco las letras que escribo y que al verlas en sus posiciones me entra un apetito insondable que en la mitad de mi estómago corren elefantes y no el aleteo de las delicadas mariposas.

No quiero en esta carta escribir con la letra “A” mayúscula porque es cuando me entra el deseo de alejar mis penas para que la brisa calme este calor que invade mi soledad, mientras mis latidos se adormecen en los rincones más sombríos. Te extraño y créeme que aquí te llevo como una caricia pegada a la más íntima parte que cubre mi ropa. Ya no lloro por ti, te mentiría si te digo lo contrario, pero te añoro así como un desierto añora vestirse de agua.
Esta mañana al ver un niño jugar te vi en sus ojos, arrodillado y con una tristeza infinita ansiando tener mis gredas en tus manos. ¿Ya has visto caer la lluvia sin nosotros, amor? Es triste porque yo la estoy viendo caer sin ti y me vienen esas ganas de hacerme brisa, viento y llegar a modelar la faz de tu cuerpo.
Cariño, ya es hora de despedirme, pero recuerda que siempre tu mano con mi mano es una sola que nos da la vida, que mis dedos están ansiosos por recorrer los senderos ilimitados de esa cercanía que hay entre nosotros.
Recuerda, que somos caricia y gemido despertando ardientemente al silencio y una sonrisa satisfecha celebrando la muerte.
Siempre nuestros.
P.D.
Recuerda siempre, que las Anturias, también florecen en invierno.

Diario Co Latino 134 años comprometido con usted
Debe estar conectado para enviar un comentario.