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Comprender o ser comprendido

 

Por Wilfredo Arriola

Comprender o ser comprendido, la primera nos lleva hasta el punto de quiebre, la segunda nos pone en otra postura, muchas veces de consideración. Hemos sido ambas tantas veces, terriblemente comprendidos, en silencio, que es como duele ser comprendido más, sin explicaciones, aunque explicarse es confesarse. Nos han mirado con la ternura de la derrota y así también hemos mirado, dando por sentado lo que nosotros de sobra sabemos, o creemos saber. Después de eso, surge la tolerancia, y que palabra para dejarnos en evidencia, quién nos tolera lentamente nos pone en un lugar en el que pocos quisieran estar.

La sabiduría o la madurez como dice el Talmud solo nos la puede otorgar la muerte, ya que mientras se viva se aprenderá. Transitar por esta efímera vida, de comprender y ser comprendidos, de mirarnos al espejo, respirar y continuar. Alguna vez, seguramente estuvimos en diferentes posiciones, de aprendizaje, de poco rendimiento y hubo una mano amiga que nos ayudó a buscar el cause correcto. Esas sensaciones de agradecimiento perduraran para toda la vida, nadie olvida quien te extendió una mano cuando estaba todo por caerse. Bueno, sí, los que en vez de corazón tiene un buzón de recibir mas no de dar. Así también, uno en algún momento facilitó diferentes muestras de ayuda, sean buenas que parecían malas o malas que parecían buenas, pero oportunas al fin. Sí se esperó algo a cambio, solo uno lo sabrá. La vida es justa en saber compensar lo dado, y si hay algo peor que la maldad es la justicia.

También está el azaroso campo del amor, ese terrible, en donde muchas veces ser comprendido es anunciar ser reemplazado, en donde comprender se torna una situación difícil si no se sabe manejar. Hay algo de loable en el acto del que suele comprender más, y en su repetición buscará en su momento, dejar de ser el individuo que acepta para ser quien descanse de todo aquello que manifiesta tentativamente el rebalse. En el equilibrio resulta todo, en ser el amado en ocasiones y el amante en otras, como bien decía Antonio Gala. Amar y dejarse amar y viceversa. Ese equilibrio a veces nunca llega, y la cuerda floja se convierte en una ancha calle que solo transita quien llevaba el madero tambaleándose. Solo con su comprensión dejando atrás aquello que nunca cambio su actitud. Ahí solo resta quitarse el peso de lo dicho y continuar. El camino siempre devela, la pregunta es, si uno estará preparado para la develación. Comprender o ser comprendido, aunque quizá todos lo somos en alguna medida, uno más otros menos y otros, sigilosamente se adueñan de la indiferencia que es la peor de las comprensiones.

 

 

 

 

 

 

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