La semana que recién finalizó, Bukele volvió a dar la vuelta al mundo, pero no por su “irreverencia al orden establecido” o por el control de algo en El Salvador de forma legal o ilegal (inconstitucional), o porque ha confirmado que es el “líder más popular del mundo mundial”, como suele decir él y su maquinaria propagandística, sino que gracias a las noticias y decenas de memes que generaron su nuevo pasatiempo: preguntarle a la inteligencia artificial de X, Grok, sobre sus autocomplacencias. Esto generó asombro, pero también burlas.
Asombro, porque nadie con los pies sobre la tierra, y con un país lleno de problemas serios, puede ensimismarse para que se plante frente a un espejo (Grok) e insistía en preguntarle quien es el más “Cool” o popular.
Burla, porque el espejo (Grok) le dio la misma respuesta que el espejo del cuento le daba a la malvada madrastra: “No eres tú Bukele, es la presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo”.
Y dado que Bukele no quedó satisfecho con la respuesta del “espejo”, continuó haciendo preguntas hasta que acertó a realizar una para que la máquina, el espejo, le diera la respuesta que él quería, pero la computadora o inteligencia artificial no dijo Bukele, dijo “El Salvador”.
Antes de continuar con este editorial, es necesario que el lector o lectora conozca qué es el Síndrome de Blancanieves, para ellos vamos a utilizar la inteligencia artificial de Google, y no la de X. Pero con información de la ciencia psicológica, la cual responde: “El Síndrome de Blancanieves hace referencia a la distorsión de la imagen que una mujer (hombre) tiene de sí misma (mismo) con respecto a su juventud, belleza o cualidades característica de aquella época, y a la envidia que se siente hacia las personas más jóvenes y que considera más atractiva”.
El concepto citado presenta información valiosa para hacer desde un perfil básico del presidente, hasta un perfil profundo.
Pero, lo primero que debemos tener claro es lo que dijo recientemente el antropólogo Marvin Aguilar que las consultas que Bukele le ha hecho a Grok, refleja el Síndrome de Blanca Nieves, en tanto que “expresa la necesidad de validación, envidia y narcisismo”.
En los años anteriores, Bukele lograba esa validación con encuestas encargadas, es decir, pagadas. Afirmamos esto porque de acuerdo con las encuestas, Bukele siempre aparecía como el hombre más popular del mundo. Y como dice el articulista David Alfaro: “Nayib Bukle ha construido su imagen política sobre la premisa de que es el líder más popular del mundo mundial y de la galaxia. Su maquinaria propagandística lo ha posicionado como un “rockstar” de la política, un hombre cuya aprobación es supuestamente indiscutible”.
Pero Grok se ha encargado de bajar de ese espejismo a Bukele, “la inteligencia artificial lo destronó en segundos, y metido en una terrible humillación difícil de dirigir”.
La ciudadanía debe entender que el presidente Bukele, sino está leyendo “tuits”, o durmiendo solo dos horas en una noche para decidir cerrar la veterinaria nacional y media hora después volverla abrir, está jugando a “la Blancanieves”.
Y mientras el país se hunde en la más feroz de la crisis económica, lo cual queda comprobado, cuando Bukele no solo acude ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino que permite que le doblen el brazo para que le lancen el salvavidas de 1,400 millones de dólares.
Hoy sabemos que el FMI tiene el control del tema de las finanzas públicas, lo que contradice, con las ahora balbuceantes consignas de la soberanía nacional. Y, es que cuál soberanía, si el FMI le está dictando la plana de cómo se debe manejar las finanzas públicas, a costa, por cierto, de más de once mil empleados públicos despedidos, a costa de cerca de medio centenar de escuelas cerradas, a costa del cierre total de los ECOS familiares, a costa de que los salvadoreños se hundan en la miseria.
Ante una grave crisis económica, Bukele no puede seguir enarbolando la soberanía de El Salvador, por eso es que parte de su territorio lo haya cedido a Estados Unidos para que encarcele a migrantes, a cambio de recibir seis millones de dólares al año.
Esto es lo que Bukele debería estar estudiando con un equipo técnico, multidisciplinario, y no estar jugando al espejismo al estilo de la cruel madrastra del cuento de Blancanieves.