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El bolsón de los niños de la Escuela Vicente Acosta, 1954

 

Armando Díaz
Escritor apopense

Fíjate bien Primo, como dicen las viejitas, en sus pláticas, para muestra un botón, no importa, van al Grupo Escolar Vicente Acosta, son niños de toda la ciudad y de todos los cantones, la mayoría puede, unos pocos no, tener un bolsón para sus pocos cuadernos; míralos van y vienen, siempre con su bolsón, algunos estrenan cada año, hay que ver cómo termina el pobre bolsón al final del año escolar. Son de tela de lino, de manta plaza, de driles, de bramantes, de costales viejos de henequén, o una cebadera; en resumidas cuentas hasta una bolsa de papel Kraft, pero los mejores son los de manta dril. Son niños de primer grado, segundo, tercero, cuarto; los más grandecitos, y qué tienen cómo, usan en vez de bolsones de tela, maletines de cuero confeccionados en el taller de los hermanos Abrego, cerca del Super Mercado El Cochinito en la ciudad Capital, donde inicia la Primera Calle Poniente, ahí mismo, está un lagarto disecado colgado afuera del taller; pero los mejores bolsones son los de tela manta dril, por fáciles de portar y por su resistencia a los estirones, y son baratos.
Son tan agradecidos éstos bolsones, que sí te encuentras con un chucho, de esos feos que quieren morder, te puedes defender con él, o le das un bolsonazo a quien te quiera hacerte una broma. En su interior, permanecen cuatro cuadernos: el de Idioma Nacional, el de Matemáticas, el de Naturaleza, y el de Sociales; no nos piden más cuadernos, aunque a veces llevó uno de caligrafía, uno de dibujo y el libro de lectura de Alfredo M. Aguayo, y nada más. Hay compañeros, que no llevan, casi nada, sólo un cuaderno de a diez centavos y cuando lo terminan, el Director les hace un cuaderno de papel de oficio, él tiene un papalote de hilo, de esas color azul, que traen hilos blancos y gruesos, con una buena aguja cose los cuadernillos partidos por mitad, que antes corta con su navaja Okapi.
Hay bolsones, de todos colores, unos grises, azules, celestes, amarillos, color zapote, color durazno, color tierra; resistentes, con buenos tirantes, algunos tienen sierres con dientecitos; otros, una solapa con botones grandes y gruesos, de esos que llevan las braguetas, y los sacos de macartur dos cabos, los puedes usar al gusto, y depende de la cantidad de pisto de tu papá. El mío, lo hizo don Salvador Morán el esposo de doña María Juárez la que procesa el cacao y hace tablillas de chocolate; don Salvador, además de sastre es Secretario del Juzgado de Paz, arrienda tierras a don Emigdio Canjura, cerca del naranjal, te quiero decir entre nos, que a don Salvador Morán le dicen cotorro de apodo, y yo creo qué, no es porque habla demasiado, porque no habla mucho, sino por sus ojos expresivos, y el mascar de hilos cuando enhebra la aguja, y cuando la empuja con su dedal sobre la tela.
Don Manuel Guevara el de la Chenta Sosa, hace buenos bolsones, tiene su sastrería donde la niña Josefina Velásquez, la mamá del Chele Memo, y don Salvador, vive frente al palo de morro, que está en la casa de doña Carmen Ramírez, cerca y en línea a la Telegrafía. El jefe del telégrafo es don Domingo Chavarría, el que decomisa las pelotas de papel que van a dar a su oficina, y grita «me van a quebrar las pilas», y yo lo que sé que la pilas están en el patio y qué no se quiebran con un pelotazo, qué cosas serán, lo supimos después, cuales son las pilas del telégrafo; hay otros sastres, pero esos dos son los mejores del pueblo, aparte del maestro Chepe Contreras, que es el único que confecciona trajes, que lo mismo bolsones, tiene de aprendiz a Foncho Ayala (Fraguita).
Voy a ir a tercer grado, yo te explico, porque el otro año, irás a primer grado, cómo es esa cosa del bolsón; primero, tienes que memorizar en tu cabeza, cómo es tu bolsón, qué tamaño tiene, qué color, qué tela, sí es suave o áspero al tocarlo, en fin todos los pormenores de tu bolsón; segundo, vieras que bueno es llevar bolsón, porque si te encuentras con algún pariente, y te regala algo, ya tienes donde guardar hasta que llegues a tu casa; tercero, si en el camino se te ocurre no ir a la escuela y mejor ir a cortar guayabas al terreno de doña Luz Gamero, puedes guardarlas en el bolsón, y al llegar a casa, decís que te las regalaron los niños que llegan de la Cabañita, o del Ángel, o de Tres Ceibas, porque no les vas a contar que te fuiste a capear en la mañana, si se dan cuenta, te darán con el cincho tus papás, lo mismo, hacen otros cipotes, en vez de ir a la escuela se van al Río Tomayate, a mi compañero de pupitre, que le dicen Guillermo Colita, el hijo de don Joaquín Gutiérrez el zapatero y Presidente del Club Vendaval, llevó su bolsón bastante mojado de regreso a casa, y adentro un chimbolo, le dieron una tunda de esas buenas.
Dos cipotes más grandes que mi, están en cuarto grado desde hace dos años, a uno le dicen Guayo Memoria, al otro Peche Ricardo, ellos, en la bolsa del pantalón traen los cuadernos bien arrugados, o llegan a pedirle hojas al Director; llegan con unos lápices de los peores, de esos que parecen dulces de menta, se asemejan a esas cosas largas en los rótulos de las barberías, tienen una madera tan dura como tan ruina, no hay como los lápices checos que son los mejores del mundo, los compras donde doña Toña Zetino, la mamá de Chema Zetino; pero Guayo y Ricardo, aunque tengan dinero se lo gastan en panes con mantequilla, o en frescos de horchata, como ahí cerca están las fresqueras, una se llama Carmen, le dicen la Chele Carmen, la otra la niña Toña Leiva, y la otra Doña Josefina la de Pencho Estrada, el albañil que dicen que está trabajando en construir la segunda torre de la Iglesia Parroquial, donde quieren poner las campanas que se encuentran en el Atrio a la izquierda de la puerta, por la Calle Leonardo Azcúnaga, que anuncian la misa, o cuando se muere gente en el pueblo; doña Josefina, hace un fresco, que le dicen agua dulce, que a los niños no les vende, yo te digo que ya la probé y me gusta mucho.
Un buen bolsón, sirve para muchas cosas, le pones piedras finas si tienes ondilla, como hacen los Chacones y el Chele Guayo el hijo de la pastelera, ellos son aficionados a la ondilla, una vez encontré a Chamba Chacón en los terrenos de doña Luz Gamero, aullando como chucho en la noche, ahí tenía su bolsón lleno de piedras, pero más grandes, le pagan peseta el día por sanatear la siembra de maíz, y hacer ruidos con la boca, ayuda a espantar a los sanates.
Tu irás a primer grado, debes de llevar tu sacapuntas, o una yilete Luky Boy, la que tiene una cabeza de caballito estampada en su envoltorio, es una cuchilla que los hombres ocupan para rasurarse la barba, está yilete la envuelves en papeles de diario sino vos mismo te vas a herir, te lo digo porque ya me pasó a mí, resulta que la sangre tuve que tancarmela (detener la hemorragia) con gas (Kerosén) en la tienda de doña María Parada, que está justo en frente al Grupo Escolar, «salvo complicaciones», como decía don Salvador Morán, cuando era Secretario del Juzgado de Paz.
Si quieres conseguís una navajita para sacarle punta al lápiz, que a la vez, te puede servir para endulzar la leche, que nos dan en el recreo; eso sí, compra un cartuchito de azúcar de esos de a centavo, si quieres no te bebas la leche, porque lo pone a uno bien pedorro, es de mala calidad, viene en unos grandes barriles de cartón, al principio no entendía eso de la calidad, pero los cipotes más grandes dicen, que quiere decir, que no es tan buena como la leche de vaca, que se toma fresca, ésa leche en polvo es como la zurrapa de la carne de cuche, o te diré, la peor leche. Entonces esa navaja guárdala en el bolsón, otra cosa que te aconsejo es, llevar papel de periódicos, por si acaso te da churria la leche, no vaya ser que ese pringa pié te chorree todas las canillas, dicen que viene de otro país esa leche, qué, como no sirve, no se la roban, «¡que ingratitud!», como dice don Toño Quijano el barbero. Yo prefiero llevar una naranja, me la chupo cuando me da la gana, o una jícama, o compro cinco de yuca, le pongo chicharrones, que sólo agarro de los huacales que tiene mi mamá, y para qué quiero más, ¿me entendiste?
En tiempo de nísperos, voy a la finca con mi bolsón y ahí los traigo, si son mangos, almendras, hasta chiles, ahí los traigo y como vos sabes «la vida es comer», como dice don Rubén Leiva, el dueño del Cine Capítol, entonces éstas frutas debes guardarlas en el bolsón.
-Mira Chus, ¿mi tía Natalia no te regaña porque cargas todas esas cosas en el bolsón?
-»De ninguna manera», como dice don Catarino Aguirre. No Mario, ni siquiera se fija, ya vas a ver que, ni tú papá Chema, ni tía Tancho se fijarán. Además, puedes recoger tejos y llevarlos en el bolsón, por si te encuentras con niñas de la Escuela Benjamín Bloom, y te pones a jugar con ellas a la peregrina, pero, si andás cerca de un cerco de piña y te corre un tenguereche le tiras un tejazo.
Jesús Escamilla, que andaba por los diez años de edad, continúo explicándole a Mario García, su primo, niño por cumplir los siete años:
«Oíme pues te digo», como dice mi mamá Natalia; el bolsón sirve para todo, una vez le gané más de cinco docenas de pepas a los cipotes de la Cabañita, yo tenía una pepa cuartera muy ganadora, yo la cuidaba mucho, porque me costó, y ese año desde febrero había vigiado que el palo de marañón iba a tener una buena cosecha y cuando estuvieron maduros aparté tres pepas de las más grandes y con paciencia las fui desgastando hasta dejarlas bien rebanadas de los lados, sino hubiera sido por el bolsón ¿dónde las iba a meter las pepas que gané?. «Así por el estilo», como dice la señora del Director la niña Carmen, en tiempos de jugar capirucho, trompo, yoyo, tarjetas y álbumes, ¿dónde los iba a cargar?, sino en mi bolsón, lo más importante Mario, que por primera vez en la vida, bueno después de los juguetes de navidad y la ropa que te ponés, sentís que tienes algo que es sólo tuyo, tu escondite y que puedes disponer a tu antojo. Ya entendiste cual es la ventaja del bolsón, pero tampoco lo debes ocupar para esconder cosas para hacer daño a otros, mucho menos a los mayores y a tus propios compañeros, como lo que pasó el año pasado, a la señorita de Quinto Grado, le fueron a poner un cuétano peludo de los que caen de los amates, a sentarse iba la profesora cuando fue el brinco como de a metro, y todos se cagaban de la risa. En tiempo de fiesta las de Santa Catarina, virgen y mártir como dice el padre Crisóstomo, vienen los que adivinan la suerte con su pajarito, los que venden sorpresas, ahí destapas cositas bonitas como; estampitas de santos, guazapitas, yoyitos y son prendas personales tuyas.
Los trompos, procura que sean zumbadores, debes de tener uno extra del tamaño de un mango, que sea de guayabo para que pese, lo puedes retocar con jengibre para colorearlo de amarillo, y le ensartas un clavo de tres pulgadas, porque cuando ganas, es porque has sacado tres veces del pan (círculo), el trompo de tu rival, tienes derecho de darle tres toques con piedra con tu trompo, y no vas a poner tu trompo zumbador al golpe, sino el de árbol de guayabo, y si es de árbol de memble mejor. Escogemos un lugar de pura tierra, ahí hacemos el pan, apoyándonos con el calcañal y haciendo girar el pié, y con el dedo gordo le hacemos la orilla del círculo del pan. Lo más importante, son tus chibolas cristalinas (canicas), hay de todos colores, muy bonitas, y están las de mármol muy apreciadas por su escasez, grises, cafés, verduscas, blancas, combinadas con pringuitas blancas.
Una vez, el Director, regañó a Damián Cabrita, porque andaba con unos conejos en el bolsón, los había cazado vivos, recién nacidos, y Toño Acosta (La Roña), el hermano de la Patrocinia Acosta (Tabuda) y de Julio Acosta (Tabudo) le daba peseta por uno de ellos, pero Damián, decía que Silverio su hermano, los quería para él.
«Así por el estilo», «oíme pues te digo», cuando fuimos al mar de parte de la Escuela, allá en Conchalillo, recogimos muchas conchas de todos los colores ¿y dónde iba a poner las conchas y las piedras lisitas?, sino en el bolsón; al señor Director le prestan todos los años los camiones de Caminos, esos que le dicen Mackones, que acarrean arena del Río Tomayate, ahí por donde vive la Carmen Ingles, que dicen que es la nueva cachiporrista de la Escuela de Niñas Benjamín Bloom, hoy todavía estamos en 1954, este año fue la Milita de don Chente Velásquez, pero del Grupo Escolar Vicente Acosta, el otro año será la Carmen Inglés, la hija de don Yito Chavarría y de doña Carmen Inglés. Esos camiones Mackones, «de ninguna manera» como dice don Catarino Aguirre, ni siquiera pujan en las cuestas, llevan motoristas de los mejores, y si té fijás, este año han pavimentado la carretera, le llaman Troncal del Norte, y abundan esos camiones por todos lados. Pegado donde vive el Director, los mecánicos y demás trabajadores han alquilado la pieza para quedarse a dormir, la niña Toña Zetino, ya les pidió la casa, porque mucha bulla hacen y se emborrachan; entre todos ellos, hay uno que le dicen el Fantasma, es el que maneja la máquina que le dicen niveladora, la tractora, y la que tiene una gran cosa adelante para apelmazar la tierra, este señor fantasma, dicen, que un sólo puñetazo pega a los otros bolos y caen desmayados, unos dicen que es buena gente y amigo, otros dicen que pega a traición, otros dicen que es Tamacún El Vengador Errante, el de la novela de las siete de la noche que se oye en la YSU.
Con esos señores de Caminos, lo bueno es que te regalan cualquier cosa, cuando andan en sus cabales son otros, cuando se encierran, naipeyan y se emborrachan hasta se putean entre sí, no se meten con los vecinos, es entre ellos, con los vecinos son muy respetuosos, el otro día me regalaron unas chibolas de acero que les dicen valeros, son chibolas pero de acero sólido, que ellos sacan de partes de máquinas que no sirven, a saber manito como serán esas cosas.
«Oíme pues te digo», y «así por el estilo», en tu bolsón guardarás de todo, semillas de paternas, caca de mico, tapa culo, cachitos, almendras, anís, guayabas, semillas de ojo de venado de bejuco de concha; te has fijado en los ranchitos, como están amarradas las vigas con los horcones, es con el bejuco de concha que da como semilla al que le decimos ojo de venado, y es tan dura la semilla, que ni con piedra la quiebras, cuando alguien te moleste frotás la semilla contra una pared de cemento o una piedra, y se la pones en el brazo para que te deje de molestar, es una quemada de un ratito, pero te sirve de defensa. El único lugar, que no podes llevar el bolsón es a la Iglesia, cuando vayas a la doctrina los domingos por la tarde, al final te regalan dulces como premio de asistencia.
Carretes

Ahora te digo, como te harás un capirucho, alístate unos cinco o diez centavos, vas donde don Salvador Morán el sastre, o donde don Manuel Guevara, o donde Salvador Acosta, que le dicen el chapín, o donde don Silverio Sosa, y le compras un carrete de madera que ellos desocupan, cuando terminan el hilo marca ardilla, hay carretes pequeños y grandes como de tres pulgadas, valen cinco o diez centavos. Esto es importante Marito, porque te estoy enseñando para la vida de cipote, a mí me enseñó Rodolfo Estrada el hijo de doña Toña Zetino, el caso es, comprado el carrete, le escaroleas ( remover la madera de un extremo del carrete, con vidrios con filos de una envase quebrado.) en cualquier de los hoyos, haciendo una campanita, en el otro extremo le quitas la charra que tiene, hasta el nivel de la parte más baja, el segundo paso, será tornearlo con una yilete, haciéndole unas pancitas, o la forma de una culebra enroscada alrededor de un árbol, el Boanerge Rogel, les labra hasta mujeres desnudas, después alijas hasta que quede bien lisito, consigues un broche de zapatos de viejita picara, son los que les ponen a los botines para amarrárselos, ese broche se lo colocas en el extremos y como tiene una argollita queda bien socado no se sale, ahí vas a amarrar la pita de cáñamo, cordel, pero lo mejor es la malla fina es más suave, sino encuentras broches, clávale con clavos de alfiler de unos finitos, o chinches de las pequeñitas un pedazo de cuero con hoyito al centro, y le haces un gran nudo a la malla para que no se salga.
Entonces Marito, hay mucho de qué hablar, «suponte pues» como dice don Lito Anchetta; si jugamos pelota, te voy a decir cómo las hacemos los de la Quirino Chávez, en la cuadra más famosa de Apopa, vamos a las construcciones, hoy por ejemplo, están haciendo el nuevo mercado, ya botaron la casona de don Enrique Gamero, o sea, la de la niña Águeda, ahí conseguimos bolsas de cemento y compramos pitas de henequén en cualquier tienda, poco a poco vamos haciendo una chibolita de papel, la seguimos envolviendo redondeándola, poniendo tiras y más tiras de papel, hasta que está al porte de una naranja de esas extranjeras llamadas drayfrust, pero la vamos apretando con fuerza, con las manos el redondeo, y después la terciamos (amarrar cruzando como los paralelos y meridianos terrestres) con la pita y le ponemos la pata para socar, le hacemos un buen nudo, y ya tenemos pelota para jugar, nos vamos todos los cipotes de la Quirino Chávez al predio donde la niña Carmen Ramírez, al final de la cuadra donde está un gran palo de Morro, un Madrecacao y crece la Quina, el problema es cuando damos una patadota, y la pelota va a dar al Telégrafo, sale don Domingo Chavarría muy encachimbado, y no nos devuelve las pelotas, pero como conoce a mi mamá, «oíme pues te digo», siempre la devuelve cuando yo estoy jugando. Aquí viene otra vez lo del bolsón, fíjate que es bueno andarlo cargando siempre, un sábado como a las cuatro de la tarde andaba bolo don Ramón Andreatta, otros dicen Sáenz y estuvo gritando a medio mundo cosas que hay que taparse los oídos, pero si hay que estar listos, porque de repente comienza a tirar las monedas a quien las agarre, ahí salen pesetas, tostones, monedotas de a diez, de a cinco, cuartillos y centavos; a veces nos pone a competir declamando poemas y regala cinco pesos al ganador. Lo raro que nadie se molesta con él, y no porque sea político, militar o policía, sino porque a la gente le hace cualquier favor sin ningún interés de por medio, es más, es el único que tiene carro en el pueblo, unos dicen que es un gran hombre, otros dicen que es muy chabacán y espeso.
Si quieres hacerte una piscucha, barrilete, o una luna, consíguete una rama de coco, le quitas a la hoja la vena, asoléala un poco para que seque y se ponga tilinte, compras en cualquier tienda papel de china, cortas con tijera la figura de la piscucha, luego colocas las venas ya secadas, alrededor del medio cuadro y la otra vena cruzada en media luna, compras hilo de papalote y te vas a la calle del plan por donde viven los chirinas, (familia Martínez) o te vas al huerto escolar, Damián Cabrita las eleva en la carretera cerca de donde vive mi tío el Chele Tín, o ahí por donde la Niña Chepa, que hace el mejor pan dulce de Apopa. Se me olvidaba Marito, decirte que hay muchos y mejores juegos de niños, como jugar pepas y chibolas a la chusca, que es poner por lo menos tres pepas o chibolas una encima de otras, recostadas sobre una pared, luego les tiras ya sea con pepas o chibolas, si las desarmas esas pepas o chibolas son tuyas y tu compañero pierde.
Para jugar tarjetas de álbumes, «suponte pues», sin son tres los jugadores, y cada uno juega dos tarjetas, son seis en total, al tirarlas al aire, y al caer en el suelo, ganan o pierden, si la mayoría de tarjetas caen con la estampita hacia arriba, ganan las que se quedaron boca abajo, y viceversa como dicen los profesores. Tarjetitas, hay de álbumes de la naturaleza, de luchadores mexicanos, de los artistas mexicanos, de los beisbolistas gringos, pero yo no sé por qué no hacen de El Salvador, por ejemplo de los futbolistas; en fin tarjetitas de otras cosas que dicen son ciertas.
Tú debes conocer de todo Marito, fijaté que mi papá Alejandro, dice que seamos atentos con nuestra salud, por ejemplo dice: Tienes que cuidarte los pies y las manos. Con los pies caminas todo lo que puedas, con las manos agarras cualquiera cosa y debes cuidarlas, no significa que no harás nada, porque fíjate los albañiles como Tío Víctor, Manuel Gamero, tienen las manos gruesas y ásperas, pero es por el oficio que practican, los barberos las tienen suave, los guitarristas, los carpinteros muy sensibles para reconocer las cuerdas de la guitarra, su propio trabajo hecho en madera, los escribientes se cuidan mucho las manos para mantener los trazos de las líneas que escriben, pero tengo curiosidad, por la suavidad de las manos de los matarifes, de los que parten carne, aunque sea de pollo, dicen que algunos son mansos de apariencia, pero en realidad son violentos, y es por eso del estar dando golpes de cuchillo a las carnes. En eso no creo Chus, porque nosotros jugamos las carnes en casa, y no nos pasa eso de ser violentos. Si Mario, pero lo que te quiero decir que con las manos haces de todo.
Fijaté que, cuando en la escuela hacemos trabajos manuales, ocupamos mucho las manos, si quieres trabajos en madera, te vas donde don Catarino Aguirre o donde don Chema Zetino, ellos venden tablitas de madera de cedro, puedes hacer consolitas, dibujar un conejo y cortarlo con tu sierrita de manualidades, compuesta por un marco chiquito y una sierra delgadita, haces las ruedas y debes usar clavos de alfiler y compras cola para pegar madera. Si quieres hacer una máscara, primero haces un molde de lodo, lo pones a secar, pero lo mantienes fresco no muy seco, para que no se te quiebre, usas una tabla para moverlo con facilidad, preparas engrudo bastante ralo, con el engrudo vas a mojar el papel periódico que lo vas ir colocando sobre el molde de lodo, que en realidad es un rostro moldeado de lodo, hasta formar una capa como de dos centímetros de grosor, por último le pones papel de empaque, si tienes papel bond mejor, cuando hayas separado la capa de papel periódico del molde de barro, luego rompes con una yilete, haciéndole los ojos, la nariz, la boca alegre o afligida, según tu gusto, para después pintar cejas, bigotes, y de darle a los cachetes un poco de rosadito.
Otro juego muy distinto, es sacar arañas de sus cuevas, para eso, te vas por los caminos vecinales, y vas vigiando los troncos de árboles, hasta encontrar el que tenga panalitos de cera de abejas de chumelo, recoges la cera, para atarla a un cordel de un metro de largo, la metemos al hoyo o cueva de la araña, la araña se prende de la cera y la sacamos de un tirón, hacemos competencia, para ver cual araña es más lista.
-¡Jesusito, Jesusito!, ¿Dónde estás?
-Oí, te llama tía Natalia
-Me voy, primo.

 

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.