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El padre, José María Tojeira ofició la santa misa para honrar la memora de Angelino López, María Santos Abrego Navarro y Maximiliano Henríquez, luego que sus familiares recibieran sus restos óseos del Instituto de Medicina Legal. Las víctimas fueron masacradas en el cantón Las Vegas, municipio de Arcatao. Foto Diario Co Latino/Cortesía.

“No queremos una ley que encubra a los victimarios”: Rosa Rivera

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

Rosa Rivera Rivera, del Comité de Memoria y Sobrevivientes de Arcatao, Chalatenango, manifestó que la recién aprobada “Ley de Reconciliación” obtendrá el rechazo de las víctimas “si encubre a los victimarios”,  porque fortalece la impunidad que ha acompañado a las víctimas por más de tres décadas en el país, luego de culminar el conflicto armado de los años ochenta.

“El victimario directo -yo digo-  que si colabora, se puede pensar en una rebaja en su sentencia, porque a él lo mandaron otros, pero al victimario intelectual, ese que planeó, decidió y mandó, ese victimario intelectual, tiene la sangre de nuestros seres queridos en sus manos, porque ha sido siempre un negocio para la oligarquía de este país, apoyados por los presidente de turno de los Estados Unidos”, prosiguió Rosa Rivera.

En la capilla Jesucristo Liberador, en el campus de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), se celebró la santa misa a los restos mortales de Angelino López, María Santos Ábrego Navarro y Maximiliano Henríquez, luego de ser entregados por el Instituto de Medicina Legal, quienes realizaron el peritaje genético para la entrega a sus familiares.

“Soy sobreviviente de muchas masacres”, relata Rosa Rivera, al narrar como el 1 de abril de 1980, asesinaron a su padre, y luego su madre el 5 de junio, mientras huían del ejercito salvadoreño. Su experiencia con el conflicto armado la llevó a experimentar muchas veces la violencia y el amedrentamiento que le provocó la “Guinda de Mayo” de 1982, en ese nefasto día perdió a su hermano y sus cinco sobrinos, y luego sus primos, algunos de ellos solo contaban con un año de edad.

“Soy sobreviviente de la Guinda de Mayo y de otras masacres, entonces, queremos una ley que de verdad venga a favorecer a las víctimas, porque hasta este momento no me siento reparada. Esperamos que el presidente (Nayib Bukele) le pida mucha sabiduría a Dios para tener una  ley de reconciliación que ayude en realidad a las víctimas. Queremos una ley que recoja de verdad el sentimiento y el dolor de nosotros las víctimas, esperamos que estén a favor de las víctimas, no queremos una ley que encubra a los victimarios -porque usted sabe- en el país, aún la culebra pica solo el pie del descalzo, pero no toca al que tiene poder”, expresó.

María Santos Ábrego Navarro y su esposo Angelino López procrearon cuatro hijos, dos mujeres y dos hombres. Y Maximiliano Henríquez tenía una familia de 13 miembros, 9 mujeres y 4 hombres. Ellos tres comparten en común que vivían en el cantón Las Vegas, municipio de Arcatao, Chalatenango, que fueron violentados y asesinados frente a sus hijos e hijas a los que dejaron en orfandad, que fue en el marco de la “Guinda de Mayo”, y que no han sido resarcidos en verdad, justicia y reparación.

El Instituto de Medicina Legal luego de realizar las pruebas de laboratorio de genética entregaron los restos óseos de las víctimas del cantón Las Vegas, municipio de Arcatao, en Chalatenango, ocurrida en la Guinda de Mayo en 1982. Foto Diario Co Latino/Cortesía.

La “Guinda de Mayo” fue un operativo militar que se realizó entre el 27 de mayo, hasta el 9 de junio de 1982, al nororiente del departamento de Chalatenango, esto significó una serie de masacres a la población civil desarmada, la quema de sus terrenos y cultivos, así como la muerte de sus animales domésticos. De la ejecución de esta estrategia se llevaron a 53 infantes, algunos entregados a la Cruz Roja y otras fueron desaparecidas hasta la actualidad.

“Estos restos fueron recuperados porque las personas que vieron el hecho se escondieron en aquel momento, y cuando se fue el ejército, que  gracias a Dios no los cuidaron, la misma población salió y los pudo enterrar. Es por esto que hemos logrado hacer la exhumación. Esta exhumación es un proceso que tomó mucho tiempo, ha sido de perseverar para lograrlo. Nosotros como Comité de Memoria y Sobrevivientes de Arcatao, no teníamos la representación legal de abogados, así que nos acompañamos de abogados del IDHUCA, se hicieron los trámites con la Fiscalía (General de la República) y Medicina Legal, esto ha sido un proceso que para nosotros como víctimas y sobrevivientes de diferentes masacres esto se constituye en una parte de la reparación que demandamos”, aseveró.

El sacerdote jesuita José María Tojeira -que ofició la santa misa- expresó que Dios siempre dará el libre albedrío a la humanidad para discernir las acciones individuales o colectivas, para escoger sobre la vida y el bien o la muerte y el mal.

“Estos soldados que asesinaron a nuestros hermanos, escogieron la muerte y el mal, en cambio los familiares de las víctimas -que están aquí presentes- han elegido una parte de la vida que es fundamental que es la memoria. Y no solo la memoria que nos trae un recuerdo lejano, sino la memoria que quiere recuperar los restos, las vidas de las personas para rendirles honor, reverencia, culto y oración a las víctimas del pasado. Han elegido la vida, incluso, en medio de la muerte, en medio del mal, escogieron la  memoria, porque el mal querrá destruir la memoria siempre, enterrándola en una fosa común, enterrándola en lugares ignorados, en donde no se pueda celebrar la vida o el amor, porque el mal elige siempre destruir y el bien elige conservar”, predicó.

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