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Foto: Universidad de El Salvador.

30 de julio una fecha que pervive en la memoria de los salvadoreños 

Iván Escobar

@DiarioCoLatino

Este 30 de julio se cumplen 50 años de la masacre estudiantil de 1975. Este hecho sangriento, ocurrido durante la administración del entonces presidente de la República, coronel Arturo Armando Molina, dejó una estela de muerte y persecución contra sectores sociales e intelectuales que estaban contra el régimen militar de la época.

En los últimos días, en la Universidad de El Salvador (UES) se ha realizado una serie de actividades que van desde conferencias, conversatorios, recitales poéticos, musicales, preparación de obras de teatro, así como elaboración de murales, exposiciones fotográficas y de grabado, entre otras actividades de tipo cultural que recuerdan el sangriento miércoles 30 de julio de 1975, cuando miles de estudiantes de secundaria y universitarios salieron desde la universidad para exigir sus demandas y llamar al cese de la represión.

En aquella oportunidad, el régimen del presidente Molina bloqueó el paso de los estudiantes a la altura del paso a desnivel ubicado en la 25 avenida norte y Juan Pablo II, San Salvador, en las cercanías de los hospitales del Seguro Social y el Rosales, donde los manifestantes se encontraron con elementos de la Fuerza Armada, policías nacionales y de Hacienda, con tanquetas y armas de grueso calibre, que al primer momento que estos se acercaron les recibieron con desproporcionada violencia.

Esa tarde sangrienta, la alegría y entusiasmo de los manifestantes fue apagada con los disparos que provocaron la muerte de muchos, lesiones en otros más, y la desaparición de otros más, de los cuales a 50 años no se supo su paradero.

Recientemente, en una actividad organizada por el Movimiento Cultural Salvadoreño ¨Prometeo Liberado¨. Rodolfo Rosales, en su participación como uno de los protagonistas y sobreviviente de la marcha, recordó aquel día negro para el estudiantado salvadoreño, para la intelectualidad de este país, y entre recuerdos duros y quebrantos en su voz por la impresión latente aún presente, recordó algunos de los nombres de las víctimas de la masacre.

¨Carlos Fonseca, Fidel Castro, José Domingo Aldana, Sergio Cabrera, Reynaldo Hasbún, José María Portillo CHEMITA, Balmore Antonio Cortéz Vásquez, Roberto Antonio López Miranda, Morena Velasco, Julio César Velado, Marlene López, Sergio Antonio Cabezas, Elizabeth Iraheta Milla, Napoleón Orlando Calderón, Carlos Humberto Hernández, María E. Miranda, Daniel Gómez Mendoza, Nelson Omar Colato, Luis Orlando Acosta Gómez, Gilberto Ayala García, Ricardo Mayorga Rivas, José Rogelio Cáceres Serrano, Ricardo Cantón García, Luis Alberto Reyes, María Idalia Machuca, Carlos Alberto Villacorta Prado, José Alberto Ramos, María Elizabeth Jiménez, Israel Ruiz, Nelson Moreno Rodríguez, María Elizabeth Jiménez, Israel Dubón Castro, Jorge Alberto Ramos Martínez, Mauricio Bonilla Peraza, Mario Alberto Pleitez, ‘y la compañera María de tan solo 15 años de edad’, rememoró.

Ese 30 de julio, precisó, «al mediodía, todos nos concentramos en la U como habíamos acordado. Abundaban las tortillas y queso. La mezcla de entusiasmo, algarabía y combatividad inundaba todo el ambiente. Para muchos, sería su primera marcha, para nosotros, en nuestra ingenua imaginación, sería una nueva marcha…», relató Rosales.

Compartió detalles del recorrido de la multitudinaria marcha, en la cual él participaba con apenas 16 años de edad, y su pequeño hermano de 12 años, la mayoría tenían la edad de Rodolfo, ya que estaban presentes estudiantes de secundaria y universitarios, él estudiaba en la ENCO. «…la marcha se detuvo por segundos e intentó continuar, por lo que vi, se intentó desviarnos por la tercera calle para evadir el choque frontal, pero los que se adelantaron, regresaron gritando que la Guardia estaba allí también… Los estudiantes nos agolpamos masivamente entre el puente de la quebrada…Repentinamente se escuchó una detonación en nuestro lado (guarda silencio y su rostro muestra tristeza, el primero que cayó fue Carlos Fonseca, estudiante de sociología y presidente de AGEUS», narró.

Este tipo de relatos se conocen uno a uno. En esta misma jornada, Dimas Castellón, artista popular, también recordó lo duro que fue esa fecha. Hoy, dice que no se puede olvidar estos hechos, ni a las víctimas. Él, junto a otros, hoy con mayor edad, siguen presentes en estos actos.

Roberto Pineda, otro sobreviviente, dice que la fecha es dura para quienes quedaron vivos después de aquellos hechos, pero junto a Evaristo Hernández y otra generación, aseguran que ese día cambió su vida, y se entregaron de lleno a la lucha popular. Apenas faltaban cinco años para que la guerra iniciara formalmente, el fuego se venía incrementando, el malestar de la gente era grande.

 

A 50 años, esta generación dice que no se arrepiente de luchar, de seguir adelante y sobre todo saben que la voz crítica debe mantenerse, pues en aquellos años la represión era grande. Ese mismo año, 1975, en mayo el poeta Roque Dalton había sido asesinado, así como religiosos, dirigentes sociales, sindicales, y todo tipo de represión se incrementó. Hoy dicen que es una pesadilla, que no quisieran recordar, pero mantienen en alto su denuncia, porque las víctimas merecen ser reivindicadas.

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