Vientos de octubre

Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso

Sin ningún viento, ¡hazme caso!, gira, corazón; gira, corazón. A los hombres fuertes les pasa lo que a los barriletes; se elevan cuando es mayor el viento que se opone a su ascenso”.

Estrofa del poema “Viento” de Rubén Darío “el Príncipe de las Letras Castellanas” quién, a través de esta metáfora, nos remite a épocas de infancia en Santa Tecla, donde los vientos de octubre fueron los invitados de honor por estas fechas, caracterizados por sus fuertes ráfagas descendientes de la Cordillera del Bálsamo y el Boquerón.

Lejos están esos fríos amaneceres que, obligó a propios y extraños a protegerse con abrigos a toda hora del día. Vientos de octubre arrebatando sombreros, ropas de tendederos e incluso jugueteando picarescamente con las faldas de las damiselas.

Vientos de octubre elevando piscuchas, ilusionando a chicos y grandes por conquistar el azul del cielo; develando pobreza en casas de lámina y cartón. Brisas de octubre construyendo cometas con material reciclado; poniendo de manifiesto el ingenio de padres y abuelos por complacer a los peques del hogar.

Vientos de octubre “que todo lo descubren”, presagiando que todo lo secreto llegará a descubrirse o conocerse, dejando en evidencia a muchos, lo que terminó en una sentencia moral.

Gélidas madrugadas en los portales de Orozco y La Palestina, donde se agruparon los cortadores chalatecos, cubiertos con ralos perrajes a espera del alba, mientras los más pequeños abrigados por sus madres soñaban con un futuro mejor.

Vientos de octubre en los parques tecleños, que inspiraron a poetas y trovadores, así como a enamorados a construir versos a su amada, mientras las bellas damiselas dibujaban una tímida sonrisa a su Romeo.

Fríos atardeceres en los barrios de la ciudad, en la que vecinos convidaban a una taza con café o chocolate, siendo esta la excusa perfecta para amenas tertulias de glorias pasadas. Momentos inolvidables en la cumbre de la finca La Gloria y El Boquerón al lado del pájaro y la nube.

Vientos de octubre, en la que el Creador con gran maestría pintó en el azul del cielo sus variadas imágenes, transportándonos a un mundo en la que gobierna con misericordia y es el estrado de sus pies.

Los vientos de octubre vivirán eternamente en el corazón de los tecleños, ya que de ello solo queda la nostalgia y el recuerdo de tiempos mejores.

¡Vientos de octubre que no volverán!

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