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VALORACIÓN SOBRE EL ESTADO ACTUAL DE LA PANDILLAS

Carlos E. Vela

Ingeniero-Científico salvadoreño-americano

Desde Washington, DC.

El presidente Bukele ha declarado un Estado de Excepción que ha conllevado a más de 10 mil detenidos en dos semanas. Hasta el momento ninguno de los detenidos ha sido señalado como responsable material o intelectual de alguna de las 67 o más muertes del fatídico fin de semana del 25 de marzo.

La campaña de detención parece responder a una política de escopetazos (bukelazos), donde el objetivo es detener el número más alto de individuos y dar la imagen que se está combatiendo las pandillas, encubrir el pacto de gobernanza con las pandillas y elevar la popularidad del presidente Bukele.

Parte 4

En las dos primeras partes cuestionamos si nos encontramos ante un pacto de gobernanza entre el gobierno del presidente Bukele y las pandillas, como asevera el tanque de pensamiento Global Americans. Además, argumentamos que el actual Estado de Excepción y ola de violencia actual puedan ser una maniobra político-pandillera para dar la apariencia que se están combatiendo las maras, subir el nivel de popularidad del presidente y encubrir el pacto de gobernanza con las pandillas. En la tercera parte analizamos la historia de violencia en El Salvador y el secuestro del país por las pandillas y la necesidad de una fuerza especial, con su propia dotrina, presupuesto y estrategia para combatirlas.

El presidente Bukele ha declarado un Estado de Excepción que ha conllevado a más de 10 mil detenidos en dos semanas. Hasta el momento ninguno de los detenidos ha sido señalado como responsable material o intelectual de alguna de las 67 o más muertes del fatídico fin de semana del 25 de marzo. Muchos de estos han sido puestos en libertad por haber sido detenidos por “equivocación”, no sin antes haber recibido palizas, torturas y encarcelamientos.  Su única culpabilidad ha sido pertenecer a una familia pobre y/o habitar en zonas bajo control de las pandillas. La campaña de detención parece responder a una política de escopetazos (bukelazos), donde el objetivo es detener el número más alto de individuos y dar la imagen que se está combatiendo las pandillas, encubrir el pacto de gobernanza con las pandillas y elevar la popularidad del presidente Bukele.

Una política de aniquilación de las pandillas tiene que estar enfocada en la detención selectiva de sus dirigentes, los capos de articulación, detención de aquellos en el gobierno que han sido señalados de vinculación con las maras, y testaferros de sus negocios. La detención de capos ha estado focalizada en la Mara Salvatrucha, aun así, pocos pandilleros de dirección han sido reportados detenidos, ninguno de los que ordenó la matanza del 25-26 de marzo. El pacto de gobernanza con las pandillas parece no haber sido afectado.   A pesar del Estado de Excepción, el poder de las pandillas se encuentra fundamentalmente intacto y en la cúspide de poder.

Valoración del poder de las pandillas

  • Poder Político. Las pandillas han infiltrado el gobierno de Bukele, el cual ha sido denominado en EEUU como un estado-pandilla (Gang State). Ninguno de los capos de dirección, dentro del gobierno de Bukele, identificados por El Faro o el Tesoro en EEUU, han sido despedidos o mucho menos arrestados.
  • Cantidad numérica. Se estima que existen 70,000 pandilleros libres y 18,000 de ellos en las cárceles, más los recién arrestados. Cuentan con una base social de entre 360,000 y medio millón de personas. A esto hay que añadirle las expansiones regionales en Honduras, con más de 90,000 pandilleros; Guatemala, con aproximadamente 120,000 pandilleros; Estados Unidos, con 12,000; más otra cantidad sustancial en México. Además, se han reportado mareros en Europa, Canadá, Australia, el resto de Centroamérica y partes de Suramérica.
  • Estructura fraccionada en múltiples pandillas: Mara Salvatrucha, Bario 18 Sureños, Barrio 18 Revolucionarios y otras pandillas más pequeñas. Estas a su vez divididas en clicas locales. Este fraccionamiento hace más complicado la ejecución de una estrategia de desarticulación y mucho menos efectivo los bukelazos.
  • Estructura cuasi federada de diferentes pandillas, cada cual con sus zonas de control. Esta cuasi federación ha sido propiciada y consolidada por el pacto de las pandillas con los gobiernos anteriores y el de Bukele.
  • Estructura y disciplina orgánica centralizada de cada pandilla que mantiene la jerarquía de poder aun cuando los dirigentes pandilleros se encuentran en prisión.
  • La jerarquía pandillera de cada fracción se extiendo a los pandilleros que residen fuera de El Salvador.
  • Férreo control territorial y poblacional de las pandillas.
  • En el pasado han demostrado la capacidad de paralizar la economía mediante paros de transporte y extendido su poder a áreas fuera de sus zonas de control.
  • Han normalizado la renta y la protección que esta ofrece, extorción a pequeñas empresas y al sector informal, y extorsión a los hermanos lejanos.
  • Dependencia de un sector significante de la población que vive de los frutos del quehacer pandilleril principalmente las rentas.
  • Mantienen un crecimiento numérico, expansión territorial e infiltre del gobierno y empresa privada silencioso.
  • Capacidad de infiltración en los órganos del estado a todo nivel, y corrupción de miembros de la policía, el ejército, poder judicial y otros órganos del estado.
  • Temor de los miembros del poder judicial que, acoplado con deficiencias en el sistema judicial, conlleva a que muchos pandilleros detenidos sean puestos en libertad sin cumplir sentencia.
  • Dependencia política de Nuevas Ideas y Bukele para las próximas elecciones.

Expresiones actuales del terrorismo pandilleril

  • Creciente número de desaparecidos sin ninguna respuesta del estado.
  • Homicidios horribles o dantescos descubiertos en fosas comunes.
  • Brotes de violencia a su antojo

Evolución de las pandillas con pretensiones de fuerza político-social

Las pandillas han tenido una metamorfosis paulatina que amenaza que el país se convierta en un estado-pandilla:

  • Formalización del pacto de gobernanza con el presidente Bukele les ha permitido consolidar su control territorial para la colección de la renta y como potencial fuerza política de choque.
  • Consolidación como fuerza nacional capaz de estropear el funcionamiento normal del país a su antojo.
  • Actos de ataques armados contra las fuerzas de seguridad y ejército a su antojo con fines propagandísticos (propaganda armada).
  • Voceros públicos quienes se presentan en las redes sociales a su antojo sin miedo a ser detenidos.
  • Brotes de asesinatos como propaganda armada con Impacto nacional e internacional.
  • Reuniones cuasi secretas con el gobierno de Bukele para negociar las relaciones políticas con Nuevas Ideas y apoyo al gobierno Bukele para disminuir la violencia callejera de las pandillas y así incrementar la popularidad de Bukele ante la población agobiada por las pandillas.

Debilidad de las pandillas

  • Hastío de la ciudadanía: La cantidad de jóvenes desaparecidos que posteriormente aparecen en fosas clandestinas ha creado un sentimiento de inseguridad en la población que exige la eliminación definitiva de la mara. Este malestar presenta la oportunidad para golpearlos estratégicamente con apoyo popular.
  • Estructura centralizada: La existencia de una estructura orgánica altamente centralizada los hace vulnerables a golpes estratégicos selectivos a su dirección.

EXPERIENCIA Y RESULTADOS DE POLÍTICAS DE TRATAR CON LAS PANDILLAS

En El Salvador se han experimentado varias formas de tratar con las pandillas. Todas han adolecido de una falta de integralidad estratégica. Además, ninguna ha sido aplicada en forma contundente y esto les ha permitido a las pandillas aprender el juego político y operativo del estado. Si bien en el pasado se dieron treguas con las pandillas, el gobierno de Bukele parece haber ido más allá y establecido un pacto de gobernanza con las pandillas.

Políticas Fallidas de ARENA y FMLN de Tratar con las Pandillas

En 1993, el Presidente Alfredo Cristiani utilizó al ejército como fuerzas de limpieza para patrullar las calles y desalojar a las maras de las vías públicas. Esta fue simplemente una política de apariencia.

En 2003 el presidente Francisco Flores implementó el Plan “Mano Dura” para combatir a las pandillas. El plan consistió en operativos conjuntos de la Policía Nacional Civil (PNC) y de la Fuerza Armada para capturar pandilleros. Fue acompañado de un proyecto de reformas al Código Penal y al Código Procesal Penal que facilitó el procesamiento y encarcelamiento de pandilleros.   Para entonces se estimaba que el número de pandilleros en El Salvador era de 20 mil. La debilidad fundamental de este plan consistió en no dimensionar las causas del pandillerismo ni la amenaza que las pandillas representaban contra el país. Fue básicamente un plan policial de captura y encarcelamiento. No de eliminación de las maras ni de los factores económicos y sociales que permiten y estimulan su generación y propagación.

El presidente Saca lanzó el proyecto de “Súper Mano Dura” como una continuación del Plan “Mano Dura” del presidente Flores. El enfoque consistió en evitar el crecimiento de las pandillas y del crimen organizado y en reducir el crimen. No logró su cometido. Fue una política de mano blanda disfrazada de súper dura.

En 2012, una tregua entre pandillas redujo sustancialmente el índice de muertes violentas en El Salvador. Sin embargo, las maras continuaron con su política de extorsión, rentas, control y expansión territorial, y de crecimiento orgánico.   Las maras establecieron canales de comunicación entre sí que subsisten todavía y que pueden convertirse en medios para su federación.

El gobierno del presidente Funes también experimentó con el uso de fuerzas de tarea del ejército para combatir el crimen. No se tuvo como objetivo el desmantelamiento de las pandillas. Se trató de reducir el índice de muertes violentas entre las pandillas. Fue una política de estadísticas.

Dos decisiones del gobierno de Sánchez Cerén, ameritan mención. La decisión de aplicar la ley contra el terrorismo a las pandillas, y la conformación de fuerzas especiales integradas por la Policía Nacional Civil y el ejército. Aparte de estas dos políticas, el gobierno de Sánchez Cerén mantuvo reuniones clandestinas con las pandillas a las cuales se les otorgaron privilegios dentro las cárceles. Para evitar la confederación de las pandillas, estas se segregaron por cárceles.

Lo más siniestro que se ha descubierto es que antes, durante y después de los periodos presidenciales de Funes y Sánchez Cerén ya existían reuniones de los partidos políticos con las pandillas. El FMLN, ARENA y Nuevas ideas han tenido relaciones y contubernios secretos con las maras. La política de Sánchez Cerén, Fue una política de “guerra” e hipocresía.

Hoy tenemos una situación más complicada con un pacto de gobernanza del gobierno de Bukele con las pandillas.

Pacto del presidente Bukele con las pandillas: un gobierno-pandilla

Durante la administración del presidente Bukele las pandillas han infiltrado estratégicamente el gobierno. Se lanzan campañas propagandísticas, incluso el Estado de Excepción, fuera de un marco estratégico cuyo resultado es solamente incrementar la popularidad del presidente sin avanzar estratégicamente hacia la desarticulación y eliminación de las pandillas como fuerza territorial.

Fuerzas Especiales Conjuntas, un talón de Aquiles

A partir del gobierno del FMLN se ha implementado una estrategia de fuerzas especiales conjuntas de las FFAA y Policía Nacional. Un elemento de preocupación respecto a la integración de fuerzas militares con policiales en la lucha contra las pandillas es una posible inestabilidad orgánica y política, ya que cada organismo tiene su propia ley orgánica de ascenso y asignaciones, cultura y doctrina, y presupuesto.

Una fuerza especial de seguridad tiene que ser estable, con asignaciones permanentes y ascensos propios, con una cultura y doctrina propia que normen su quehacer, y presupuesto propio. De otra forma se corre el riesgo de generar inestabilidades de mando; competencia y rancias entre las FFAA Y PNC; y redundancias de esfuerzos e incluso estrategias paralelas.

Prioridad inmediata del gobierno que remplace a Bukele: desmantelamiento de la pandillas y desarticulación del estado-pandilla

Las pandillas en el Salvador han ido ganando terreno político, territorial, en su quehacer criminal, y control psicológico de la población. Han penetrado áreas de la empresa privada con sus propios negocios. Han infiltrado estructuras del estado. Han formado sus ideólogos públicos. Han creado la imagen popular de un gobierno a su servicio y al cual se atreven a desafiar públicamente cuando les es conveniente. Se proyectan como poder alterno al poder político local, principalmente al poder de seguridad local. Esta situación demanda que el gobierno que remplace a Bukele ponga de inmediato una política firme e inteligente que le cierre los espacios al accionar pandilleril y delincuencial en todas sus manifestaciones, primordialmente el de infiltración del estado; que coarte y ponga fin de inmediato al pacto con el gobierno y desarticule el estado-pandilla; ponga un fin a su crecimiento orgánico, territorial y político; y que, de forma acelerada, de pasos hacia su desarticulación y derrota.

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