Caralvá
Intimissimun
La ofensiva pasó, pero creó muchos sentimientos encontrados, la comunicación interna en los campamentos fallaba, el entusiasmo se desvanecía.
Aunque la vida seguía con esa rutina de tiempo estático. Después de la ofensiva todo cambió, el ejército desató la furia sobre todos los caseríos, pero aún seguimos ahí.
La tarde en que llegó Filiberto al campamento celebramos su historia, Fili era campesino, con su cuerpo penetrado por la desnutrición, con el color del barro, su piel curtida, sus ojos llenos de luz cargando un fusil. Aquella tarde nos contó su historia, caminaban recorriendo las veredas “esas de los venados”, por el consejo de los abuelos: “veredas de venados, caminos seguros”.
Aquella tarde, Fili caminaba con Gumercindo, entonces nos contó.
– ¡Achis! Gumer, ¿honde´stas pue? – le deciya-
– Nomeoyes vos, pue…
– Rompido el silencio, candangas dijo malanga, igual que la Tencha…
– ¡Adio!, el talegueyo jué juerte, todo el jusileyo ese, luechamos todos p´alante pue, ahí divisamos el vergo de melitares, agazapados y prendidos de sus fusiles en la apretazón de las oscuranas, ellos nos atizaban con todo pue, nosotros les dimos primero, pero ellos eran un chumazo de pelones, disparando sus fierros, tan chuñas como nosotros, pero con tanto arresto como nosotros, que por vida suya, esa tronazón era recia y los montes y los guarumales, así como los chiribiscales pue, se torcían en la tumbazón de los plomos. Si aste primo viera… ahí el “diablo pide perdón” por vida suya, ay veya a cualquiera se le va lo valiente, cruje el intestino y aste apreta todo, le sale de la nuca un frío helado, igualito veya a un güacalazo de agua en la madrugada.
-Mire veya, que por vida suya peliamos pue, con el mesmo herbor del café de olla, juerte, muy juerte… en el diya del asalto al cuartel.
Tendidos como huixquiles maduros, tenguereches o basiliscos en peñas blancas, nuestro pelotón teniya como invite el punto poniente del cuartel, ´tonces nos juimos de noche por los montes con ese deseyo loco de que nuestros críos no sufrieran los mesmos males. Viera compa como se siente peliar con todo.
Tonces despúes del cueterío, les dimos y ellos no salieron de los cuarteles…
Viera qués duro esperar a la gente del pueblo, a los compitas de Chalate y no jalieron de sus casas, nos dejaron solos pue…
Ay íbamos, lueguito del talegaseyo, nos fuimos por los montes, yibamos por el magueyal de doña Clara, juntito del Madrecacao y por donde están los maquilishuat, cuando nos salen unos patrulleros, nos atrancamos de balazos, mataron a Gumer, a Jacinto yami mihirieron en la pata, pero ellos también se jueron al juraco, pero a mí, me dejaron renco, les quite los fusiles y los enterré.
No creya compa, me he tardado 3 diyas en el jalón del regre…, porque me vine díarrastras, es que estoy renco, un pata miaquedado engarrapatada, no la puedo mover… pero miacuerdo que cuando terminó el molote:
– ¡Achís! Gumer, Jacinto, ¿honde´stas pue?- les deciya-
– Nomeoyes vos, pue… y ellos yistaban muertos…
Lloró… amazon.com/author/csarcaralv

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