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Una de cal y una de arena en el tema del agua

Cuando el presidente de la República, Nayib Bukele, apartó a Frederick Benítez al frente de la autónoma Administración de Acueductos y Alcantarillados (ANDA), y puso en su lugar a Rubén Alemán, se tomó como una buena señal que el mandatario se había dado cuenta que el nombramiento de Benítez había sido un error y, por lo tanto, lo iba a enmendar.

Benítez, al igual que muchos mandos medios que llegaron a puestos públicos en los gobiernos del FMLN y que han abrazado al partido fundado por el presidente, no por convicción sino por conveniencia, absorbió su brebaje de amnesia para evadir su responsabilidad en lo que no fue capaz de hacer durante los gobiernos del FMLN, pero se ha llenado la boca al criticar a las administraciones de la que él fue parte de la forma más burda.

En momentos de la impresión que al presidente Bukele no le importaban las evidentes deficiencias y torpezas de esos funcionarios, con tal de que atacaran a las administraciones anteriores. Las torpezas de Benítez -incluso- pusieron en peligro la salud de los salvadoreños, sobre todo con los residentes en el Gran San Salvador, donde está prácticamente el 70 % de la población de El Salvador, cuando las invitó a tomar agua con color marrón y con hedor.

Después de cuatro días en que la población estuvo recibiendo agua con mal olor, mal sabor y color tuvo que salir el presidente Bukele a reorientar el trabajo y, de paso, pedir disculpas por lo que había pasado. La Asamblea Legislativa tuvo que interpelar no solo a Benítez, sino también a la que era ministra de Salud en ese momento, y tras sus burdas respuestas en el interrogatorio, al final pidió al presidente la destitución de los dos funcionarios.

Aunque no lo hizo inmediatamente como debió ser, el presidente Bukele removió a la ministra Ana Orellana Bendek. A Benítez lo removió hace unas semanas. En su lugar, al frente de la ANDA, juramentó a Alemán, con mejores credenciales, por lo menos, por su trayectoria anterior. No obstante, habrá que esperar los resultados. Aunque, por sus declaraciones dadas recientemente, da la impresión de que entiende el trabajo y da alguna esperanza.

Por ejemplo, cuando anunció que iba a desarrollar estudios técnicos y científicos de los mantos acuíferos, dado que es vox pópuli que hasta los mantos acuíferos de El Salvador podrían estar contaminados, tal como están los pocos ríos que aún no se han secado.

Y no sabemos si lo anunció, pero lo primero que tiene que hacer Alemán es hacer un estudio de los pozos reabiertos en la actual administración, pues, quienes tiene la memoria fresca pese a los años, recordarán que varios pozos fueron clausurados, unos porque el nivel del agua bajó considerablemente, o porque estaban contaminados. Incluso, se sospechó que el agua con turbidez servida durante la mayor crisis del agua pudo haber sido por el agua de los pozos clausurados y reabiertos por Benítez.

Por supuesto que Alemán tiene más retos y ojalá abandone el discurso político de atacar a las administraciones anteriores y haga lo suyo, brindar agua de calidad a los salvadoreños, y llevarla a los lugares que aún no cuentan con el vital líquido. Por cierto, debe resolver técnica y políticamente, y de forma correcta, el problema del pozo en la comunidad Santa Eduviges, de Soyapango. Hasta aquí todo bien. Lo negativo en esta realidad es el nombramiento de Benítez como Comisionado Presidencial para el Agua.

Y si los comisionados son piezas claves y, por ende, estratégicas, en la estructura del Gobierno del presidente Bukele, entonces porque pone al frente de esa nueva y estratégica instancia a un hombre que demostró incapacidad en su rol como presidente de la ANDA.

Si es para garantizar un trabajo está bien, pues todo salvadoreño tiene derecho a un trabajo, pero, de acuerdo con sus capacidades, y siendo Benítez presidente de la ANDA demostró total incapacidad, de allí que su nuevo nombramiento no encaje con el rol de un estratégico comisionado. Por eso afirmamos que, en el tema del agua, el presidente Bukele ha dado una cal y una de arena, según el dicho popular.

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