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Darwin Ramírez festeja el quinto gol salvadoreño con el que se coronaron campeones de la Copa UNCAF 2016. Foto Diario Co Latino/ Josué Parada.

Una copa tallada a golpe de cincel

Santiago Leiva
@DiarioCoLatino

Centroamérica sigue bajo el yugo del fútbol playa de El Salvador, pero la tribu Azul, sin los caciques Frank Velásquez y Agustín Ruiz, ya no goza de la autoridad de tiempos pasados. Los pupilos de Rudis Gallo sudaron más de la cuenta para conseguir el bicampeonato de la Copa UNCAF.

Los guerreros de playa volvieron a celebrar y a levantar la copa en las arenas de la Costa del Sol, y regalaron una chispa de emoción al pueblo salvadoreño.

No obstante, en esta ocasión el torneo no solo se vio falto de interés sino que también le faltó la magia y picardía que inyectan jugadores como Frank y “Tin”.

Las máximas figuras de El Salvador, al igual que Tomás Hernández, Eliodoro Portillo y Wilber Zavala, se quedaron en el dique seco y quienes jugaron en su lugar, si bien contribuyeron a lograr el objetivo que era ser campeones, quedaron lejos de llenar las vacantes.

La valoración no es antojadiza ni tampoco lleva el ánimo de ser pesimista, pero basta con dar un vistazo a los resultados para aterrizar en que en esta ocasión, más que fútbol, también se necesitó suerte. La Azul de playa no solo fue deficiente en ataque sino también perdió la concentración en defensa y acabó por recibir una alta cantidad de goles. El primer partido, ante la debutante Panamá, si bien fue el más bonancible en goles para los guerreros de playa, cabe destacar que también fue el juego en el que mostraron mayor debilidad en la zona baja. El duelo ante los canaleros finalizó 11-7.

Ante los chapines, otro rival fácil, el representativo cuscatleco terminó rogando a Dios para que el cronómetro se tragara a velocidad de la luz los últimos minutos. Los guerreros de playa llegaron a estar 4-0 durante los dos primeros episodios, pero errores defensivos y falta de concentración en el tramo final los llevaron a caer en un estado de nerviosismo severo.

Los chapines aprovecharon y, yendo de atrás para adelante, llegaron a ponerse a tiro de empate. El encuentro terminó con un triunfo angustioso de la Azul playera 4-3, pero el resultado pudo ser otro pues los guatemaltecos fallaron ocasiones claras en los últimos segundos de juego.

Y si los guatemaltecos pusieron contra las cuerdas a El Salvador, Costa Rica, el rival de la final, puso a temblar a los guerreros de playa que se vieron obligados a sacar la casta y enderezar una línea que los llevaba derecho al fracaso. En el juego de la finalísima fueron los ticos quienes pegaron primero. En un abrir y cerrar de ojos ya estaban 0-2 sobre el desconcentrado quinteto salvadoreño, que consiguió descontar e irse al descanso del primer episodio, perdiendo 1-3. En los 24 minutos restantes la Azul Playera no solo consiguió emparejar el resultado, sino también darle vuelta al marcador y llevarse un apretado triunfo de 5-4, para hincarse sobre la arena y celebrar la conquista de un nuevo título.

Esta vez, el título tuvo que labrarse con dificultades, tuvo que tallarse a golpe de cincel y almádana; y dejó números inferiores a los cosechados por la Azul en la primera edición celebrada en 2014.

En aquella ocasión, El Salvador se impuso 10-1 a Belice, 5-3 a Costa Rica y 11-2 sobre Guatemala. Frank Velásquez fue el goleador de ese torneo. En esta oportunidad no hubo un solo reconocimiento individual para los salvadoreños.

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