Una balada de bondad

Mauricio Vallejo Márquez

coordinador

Suplemento Tres mil

 

No todos los poetas son buenos. Esta afirmación podría interpretarse con la calidad de la obra de estos, sovaldi sale sin embargo eso es algo que le confiere a los lectores y los críticos. Yo me apego a la historia de los autores, historias dignas de grandes novelas negras, llenas de intriga, muerte, resignación. Es decir, no todos los poetas son lo que moralmente se define como “correctos”, y eso se toma con desconfianza. Porque la gran mayoría de personas creen que el vate es un ser etéreo, apartado del mundo, y todo un asceta que procura la vida sólo a través de palabras y jamás por la vida misma. Creen que un poeta es un ser delicado y entregado sólo a la belleza. Como esos entregados artistas de música sacra que parecían jamás bajar del mezzanine.

Que enorme sorpresa es cuando se encuentran con individuos como Francoise Villon, el autor de hermosas baladas como “Quien quiera ser feliz, que lo sea; del mañana no hay certezas”.

En tanto, su historia tiene una lista de hermosas baladas, robos y asesinatos, que eran perdonados por las personas que apreciaban su obra. ¿Difícil creerlo? No, los poetas son seres humanos que toman postura en su existencia, en sus apreciaciones políticas y en cada uno de los aspectos de la vida. Eso es así, aunque por lo general los poetas se inclinan a la izquierda y a las causas justas, también han existido personajes que se han arrojado a la derecha y se han convertido en poetas nacionales laureados mientras se desarrolla un régimen, como le sucedió a Gabriele D’Annunzio, quien se le apodó “il vate”, algo que me recuerda a “il Duce” de Benito Mussolini, a quien apoyó aunque no vivió para ver su caída. Sí, D’Annunzio era buen poeta, muy lírico, pero también un defensor del fascismo que aplaudió la invasión a Etiopía que hizo Italia.

También existen casos de poetas que estando en la izquierda pasan a engrosar las listas de la derecha como sucedió acá con Waldo Chávez Velazco que hasta fue asesor de los presidentes militares tras haber sido parte de la Generación Comprometida y dejado versos en los que se denunciaba la realidad social. Es cuestión de elecciones y de la forma de ser de cada persona.

No podemos negar que en cualquier lado de la historia pueden haber injusticias, y a veces el poeta le canta al malvado pensando que es un ángel. Así le sucedió al gran poeta Pablo Neruda al elaborarle una gloriosa oda a Iósif Stalin, quien dirigió hermosas obras en Rusia como el Teatro del Bolchoi, pero también persiguió y mando a matar a León Troski, así como a miles de personas más que las acusó de revisionistas y traidores. Neruda quizá no creyó que estás cosas se dieran o quién sabe. ¿Acaso no son los poetas humanos y no pueden errar?

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