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UN TELEFÉRICO SIN UNA SOLUCIÓN INTEGRAL, NO SERVIRÍA DE NADA

Por David Alfaro
03/10/2025

COMPARATIVA:

🔸Las 4 líneas y 13 estaciones del teleférico de Medellín (Metrocable), tuvieron un costo total de 350 millones de dólares. Estos costos incluyen la construcción de estaciones, terrenos, expropiaciones, infraestructura complementaria (vías de acceso, servicios públicos, urbanismo alrededor de estaciones), operación, mantenimiento, transporte conectado, etc. Es decir, un costo “más completo” más allá del mero cable aéreo.

🔸 La única línea que se proyecta en El Salvador, tendrá 4 estaciones (Zacamil, UES, Metrocentro y centro de San Salvador) con un costo de 2 mil millones de dólares.

#Bukele anda vendiendo como gran solución un teleférico de 2 mil millones de dólares que, según él, “ordenará” el transporte colectivo de San Salvador. Pero ni el cable más poderoso puede ocultar que el problema real está en el suelo.

San Salvador no es Medellín. Nuestra capital es, en su mayor parte, plana. Aquí no hay miles de familias viviendo en cerros imposibles de subir en bus, como sí ocurre en Medellín, donde el Metrocable sirve para bajar a la gente de las laderas y conectarla con el metro y los buses en el valle del centro. Allá las cabinas nacieron como complemento de un sistema ya ordenado: trenes tranvía, metro sobre riel y autobuses en buen estado, calles decentes y hasta carriles exclusivos para buses.

Aquí es distinto. Nuestro transporte es un caos porque:

– Las calles están destruidas y sin carriles dedicados.
– Los autobuses y microbuses circulan sin regulación efectiva, muchos en pésimas condiciones.
– Muchos choferes trabajan sin licencia ni capacitación.
– No hay un sistema de pago electrónico ni rutas alimentadoras organizadas.

Bukele no habla de resolver nada de eso. Cree que colgando unas cuantas cabinas por el cielo arreglará todo. Para colmo, en una ciudad plana habría que levantar edificios enteros para que la gente suba y baje de las cabinas, lo que encarece y complica aún más el proyecto. Sin mencionar que San Salvador es el Valle de las Hamacas.

El Metrocable de Medellín funciona porque tiene sentido geográfico y social: conecta barrios en las laderas con el resto de la ciudad, ahorra tiempo y dinero a miles de personas y está integrado al sistema de trenes y buses. Hasta en Medellín, con todo su orden, las cabinas tienen límites de capacidad y sufren interrupciones por rayos o mantenimiento. Allí aprendieron que el teleférico no reemplaza al metro ni a los buses; solo complementa.

El proyecto salvadoreño costará, según cifras divulgadas por el propio gobierno, unos dos mil millones de dólares, con préstamos de la Unión Europea y del Banco Interamericano de Desarrollo. Una fortuna para un país pobre y muy endeudado. Esa cantidad podría servir para arreglar calles, modernizar la flota de autobuses, capacitar choferes, ordenar rutas y crear carriles exclusivos.

Mientras tanto, en Medellín las cabinas son solo una pieza de un sistema de transporte completo. Aquí, Bukele quiere que sean la solución mágica. Es como querer tapar un bache con papel.

Antes de gastar dos mil millones en pilonas y cabinas aéreas, urge:

– Reparar y ampliar las calles principales.
– Establecer carriles dedicados para autobuses.
– Exigir licencia y formación a los choferes.
– Sustituir las unidades viejas e inseguras.
– Integrar rutas, horarios y tarifas.
– Crear estaciones seguras y accesibles, con espacio para buses, bicis y peatones.
– Garantizar auditorías independientes para evitar sobrecostos y contratos turbios.

Un teleférico puede ser útil en ciertos puntos, pero sin esa base terrestre será apenas un costoso adorno que no resolverá el caos.

En Medellín aprendieron que primero se ordena el suelo, luego se complementa con el cielo. San Salvador merece soluciones reales, no proyectos sin ton ni son, salidos de la cabeza de un dictador corrupto y megalómano.

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