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Un campo de tiro llamado Estados Unidos

Pablo Jofré Leal

Rebelión

Una nueva matanza, en esta ocasión en la estadounidense ciudad de Orlando, en el Estado de Florida, ha significado hasta ahora la muerte de 50 personas y medio centenar de heridos. Una acción criminal que constata, nuevamente, la fragilidad en materia de seguridad pública de una sociedad, que posee tantas armas particulares como población: 300 millones.

El Club Pulse, ubicado en la ciudad de Orlando, fue el escenario de un ataque llevado a cabo por un hombre, que armado de un fusil de asalto y una pistola masacró, en una conducta absolutamente condenable, sin justificación alguna que avale este crimen, a cuanta persona se le cruzó en el camino. Omar Mateen, de 29 años de edad, estadounidense, guardia de seguridad y abatido por la policía, ha sido sindicado como el culpable de esta masacre. Las armas fueron adquiridas una semana antes, gracias a la absoluta libertad que gozan los ciudadanos norteamericanos de comprar todo tipo de armas, amparado ello en la sacrosanta segunda enmienda de su constitución.

Matanzas y elecciones


¿Crimen de odio? ¿Crimen bajo la influencia y lealtad a un grupo takfiri? ¿Apelación a Daesh como catalizador del ataque? Para el padre de Omar Mateen, el ciudadano estadounidense de origen afgano Mir Seddiq, entregadas a una cadena de televisión estadounidense “los crímenes cometidos por mi hijo no tienen nada que ver con la religión”. Mir Seddiq describió a su hijo como un joven trabajador, tranquilo. «Estamos pidiendo disculpas por el incidente. No éramos conscientes de que estuviese planteando ningún tipo de acción. Estamos en estado de shock al igual que todo el país» señaló el afligido padre.

Esta matanza se da en los precisos momentos, en que Estados Unidos debate las posturas de sus candidatos presidenciales, nominaciones ya resueltas, para disputar el sillón de la Casa Blanca. Uno de ellos, el republicano Donald Trump, también considerado un homófobo, a lo que se unen las acusaciones de racista, xenófobo, ignorante y peligroso para el mundo. Por el lado del Partido Demócrata, encontramos a la ex Primera Dama y Senadora, Hillary Clinton, con experiencia como alta funcionaria estatal con decisiones en materia de agresiones e invasiones a otros países – como es el caso de Libia y Siria – además del manejo del entramado político y militar de la mayor potencia del mundo. El crimen masivo en el Club Pulse, sacará de nuevo a colación la necesidad de regular de mejor forma el derecho consuetudinario estadounidense, en que se apela a la Constitución y la necesidad de detener las oleadas de tiroteos y crímenes donde el acceso libre a las armas suele ser el final del túnel.

En esa discusión comenzará, como no, las interpelaciones tanto a Trump como a Clinton, exigiéndoles más mano dura o más restricción a la hora de discutir sobre las armas y su acceso ilimitado. Ya Donald Trump, con la incontinencia verbal, que suele caracterizarlo sostuvo, en una entrevista telefónica mantenida con la cadena CNN, que si algunos de los presentes en el lugar del incidente de Orlando hubieran estado armados, la tragedia habría sido menor. «Si la gente en la sala hubiera tenido armas, con las balas volando en dirección contraria contra él, a su cabeza, no habríamos tenido la tragedia que terminó habiendo». Declaraciones que se unen a su crónico racismo, repitiendo que hay que prohibir la entrada a territorio estadounidense a los musulmanes, a los que acusa de no informar a las autoridades sobre personas como Omar Mateen. Así, el hijo de una inmigrante escocesa y de abuelos inmigrantes alemanes afirma que es necesario coartar, restringir e incluso prohibir la entrada a un país formado en virtud de la llegada de millones seres humanos venidos allende los océanos.

Las dos administraciones de Barack Obama han sido impotentes para condicionar la tenencia de armas e incluso su control, con intentos resistidos por el partido republicano y sus financistas que se oponen a modificar lo que consideran un derecho ad eternum de los ciudadanos estadounidenses. Los grupos de lobby, sobre todo la denominada Asociación Nacional del Rifle – NRA por sus siglas en inglés – que supera los 5 millones de miembros y cuyos nombres más prominentes están estrechamente asociados al Complejo Militar Industrial norteamericano, se han opuesto permanentemente a cualquier limitación en la compra y tenencia de las armas. Se apela en ello a los más disímiles argumentos. Exacerbando el temor de la población ante el incremento de la inseguridad, las omnipotentes libertades individuales pero, sobre todo, sacando a colación una enmienda inserta en la constitución estadounidense, parte de la llamada carta de los derechos aprobada en diciembre del año 1791 cuya letra afirma “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido».

La NRA ha dado su explícito apoyo a Donald Trump que lo considera “un hombre que ofrece una casa Blanca muy diferente y una nación mucho más esperanzadora” según palabras expresadas el pasado mes de mayo en la Convención de la NRA donde fue invitado el candidato republicano que en su intervención, agradeciendo el respaldo señaló “la malvada Hillary es la candidata más opuesta a las armas, a la Segunda Enmienda que ha competido nunca por la Presidencia. La única manera de proteger la Segunda Enmienda es votando por Donald Trump»

La ideología militarista, que anima a los defensores de la tenencia y porte de armas en forma extendida, se expresa en toda su magnitud con las palabras del Vicepresidente de la ANR Wayne LaPierre, quien ha calificado la iniciativa del agonizante gobierno de Barack Obama, para restringir la venta de armamento como «mentirosa». Este influyente personaje afirma que “lo único que detiene a una persona mala con una pistola es una persona buena con una pistola». Bajo esa lógica, los asistentes al Club Pulse en Orlando debían estar armados, para sí detener la locura criminal de Omar Mateen. La sinrazón, la irracionalidad de estos argumentos caen por su propio peso y sin embargo, la militarizada sociedad estadounidense sigue enfrascada en esta discusión bizantina y que tantas vidas se ha llevado.

Una sociedad marcada por la muerte

Sólo en el año 2016, los análisis respecto a tiroteos señalan, que en este primer semestre del año 2016 se han registrado 132 tiroteos masivos con resultados de muerte para 156 personas. Un sitio especializado en el tema, shootingtracker.com consigna que el año 2015, los incidentes que se inscribían bajo esta denominación de tiroteo fueron 372, con consecuencias de muerte para 367 personas. Se signa como parte del estudio a todos aquellos hechos, que tengan al menos cuatro víctimas entre muertos y heridos según metodología manejada por el FBI. San Bernardino, Colorado Spirng, Oregon, isla Vista, Tennesee, Charleston, Fort Hood, Washington, Newtown, Universidad de Virginia, Litleton, Killeen en Texas son algunos de los nombres de localidades donde atacantes solitarios masacraron a estudiantes, policías, civiles, niños, hombres y mujeres en general.

Este crimen alevoso, cometido contra personas indefensas en un club de baile. La muerte de 50 seres humanos y otros tantos heridos presenta así, una clara oportunidad para la descalificación, para generar temor, miedo, el aplicar políticas restrictivas a los derechos ciudadanos y chantajear a los ciudadanos estadounidenses, bajo los más diversos fantasmas: el islam, los Musulmanes. EIIL – Daesh en árabe – la necesidad de mayores recursos para los organismos de seguridad y la policía. Mayores presupuestos para las agencias de inteligencia. Pero, nada que tenga que ver con la necesaria limitación en la compra, posesión y uso de las cientos de millones de armas en manos de estadounidenses cuyo estado mental, en general, es de difícil certeza en cuanto a la idoneidad de poseer instrumentos de matar.

Obama a las pocas horas de la masacre en Orlando sostuvo que se estaba ante un atentado de carácter terrorista “sabemos lo suficiente para decir que ha sido un acto de terror y de odio. El FBI está investigando esto de manera adecuada, como un acto de terrorismo»» La pregunta que surge entonces es ¿a favor de que grupo? ¿Del denominado EIIL – Daesh en árabe – Este mismo grupo que ha gozado, desde su nacimiento del apoyo de Washington, la OTAN , Arabia Saudita, Turquía , Jordania e incluso la entidad sionista, junto a las monarquías del Golfo Pérsico?. Si es así, la máxima respecto a Cría cuervos y te comerán los ojos se expresa con toda nitidez. Recordemos que el atacante es estadounidense, cuyos padres son inmigrantes, pero Omar Mateen ha sido criado, educado e influenciado por la sociedad donde vive, tuvo acceso a un fusil de asalto gracias a la facilidad que tienen de acceder a ellas. Eso es propio de esa sociedad y debe asumirlo y buscar los mecanismos de solución, no responsabilizar al resto del mundo de sus propias limitaciones de seguridad.

Reafirmando las palabras del mandatario estadounidense, la Agencia Amaq vinculada al grupo takfirí Daesh dio a conocer, citando a una fuente anónima que «El ataque a una en Orlando, que dejó más de 100 muertos y heridos, fue ejecutado por un combatiente del Estado Islámico». Igualmente, la cuenta de Twitter, se supone ligada a la banda terrorista: Terror Monitor consignó que el grupo takfirí había asumido la autoría de la masacre en la ciudad del estado de Florida.

Obama además se interpeló interrogativamente «¿este es el país que queremos?» El mandatario afirmó que se llevarán a cabo todas las acciones que se necesiten para protegerse como país. Y sí, tiene razón deben protegerse de ellos mismos, de esos valores, de esa conducta en su sociedad y contra otras sociedades, que marcan la obligación de cambiar esta tendencia criminal que lleva a la sociedad estadounidense a soportar y sufrir matanzas como las que vivieron en Orlando, pero que en otras sociedades se viven día a día con cientos de miles de muertos. Esta matanza no tiene justificación alguna, de ningún tipo, bajo ninguna circunstancia pero…lo que se le exige a la sociedad estadounidense y en especial a sus líderes, a su clase política es que dejen de mirarse el ombligo y busquen las razones del por qué tienen tantos actos de terrorismo interno, tantas matanzas en sus recintos deportivos, en discotecas, en estadios, en universidades. ¿Qué genera estas conductas homicidas? ¿Qué condiciones son las que permiten que se cometan estos hechos atroces? ¿Qué genera que este guardia de seguridad, normal, como lo definen sus amigos y un maltratador según su esposa desate esta lluvia de plomo y sangre sobre cientos de personas?

Recién iniciado el debate tras la matanza, me queda claro que el gran ganador de las primeras impresiones que se está formando la sociedad estadounidense, es el candidato extremista Donald Trump, que ya ha lanzado mensajes de odio e intolerancia y que sacará réditos del origen del asesino, de su declaración respecto a los motivos que tuvo para realizar la matanza y sobre todo, sobre la necesidad de no restringir el porte y uso de las armas, sino que protegerlo aún más. Sobre todo cuando ha trascendió que Omar Meteen estaba bajo el radar investigativo del FBI por sus posibles vinculaciones con grupos terroristas y simpatías expresadas a Daesh, que impulsaron a esta oficina gubernamental de investigación a entrevistarse con el autor de la masacre el año 2013 sin llegar a mayores resultados

¿Qué se habló en aquellos encuentros? ¿Bajo qué condiciones de seguridad y vigilancia quedó Meteen con el FBI? ¿Qué exigieron para dejarlo libre? ¿Estaba bajo control de los organismos de inteligencia a sabiendas de los tiroteos crónicos que sufre la sociedad estadounidense? Son preguntas necesarias de resolver, para no entrar en especulaciones o sospechas respecto al uso de agentes encubiertos para realizar acciones que militaricen aún más las sociedades –estilo bandera falsa – restringiendo las libertades civiles y dando así vía libre para implementar políticas represivas en el plano interno y agresiones armadas e intervenciones en el plano externo, bajo el argumento de combate al terrorismo, que suele ser originado por los mismos que después lo combaten, como ha sido el caso de grupos como Al Qaeda, Frente al Nusra y el propio Daesh..

La ciudadanía, suele inclinarse en momentos de dolor y debilidad ante personajes que les ofrecen «mano dura». Lo primero es mantener la calma, solidarizar con los familiares y amigos de las víctimas. Luego, saber que hay de fondo en este tema, cual es la motivación, que movió a este estadounidense a matar así a sus compatriotas, irrumpió en la discoteca y masacró a cuanta persona se le cruzó en el camino. Profundizar si acaso la violencia que Estados Unidos exporta con su política de agresiones e invasiones, influye y repercute en su propia sociedad y la manera en que resuelven sus contradicciones, sean estas sociales, políticas, económicas, religiosas o culturales. Mirarse hacia dentro suele ser una buena medicina y evitar que su país siga siendo un campo de tiro.

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