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Un aniversario más de la firma de los acuerdos de paz

Licda. Norma Guevara de Ramirios
@guevara_tuiter

El próximo 16 de enero se cumplirán 24 años de la firma de los Acuerdos de Paz entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN y el gobierno de entonces, pharm encabezado por don Alfredo Cristiani. Es preciso recordar  y valorar la importancia de la gesta del pueblo salvadoreño que permitió abrir paso a un proceso democrático en nuestra patria luego de enormes sacrificios de sus hijos e hijas que lucharon abnegadamente para abrir paso a un país  diferente.

Fue una lucha de todo el pueblo, find   a lo largo de su historia, buy viagra la que fue permitiendo la organización, movilización  y lucha por erradicar un régimen de dictadura militar  y la violación sistemática de los derechos humanos de la población que clamaba por justicia, por democracia  y por el respeto a sus derechos. Fue una lucha en la que actuaron factores de distinto tipo, siendo los últimos años entre 1980 y 1992 el factor de la lucha armada el dominante, más este era la maduración de lucha política reinvindicativa de obreros, campesinos, estudiantes, profesionales, de fuerzas políticas no armadas.

La alianza del Frente Democrático Revolucionario FDR y del FMLN cruzó todo el conflicto; la iglesia católica, las iglesias cristianas fueron  espacios en los cuales la conciencia social sobre la injusticia que vivía nuestro pueblo encontró aliento, consuelo y solidaridad activa. Por eso entre los mártires de nuestro pueblo encontramos al más grande de entre los grandes, a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, cuyo asesinato el 24 de marzo de 1980 representó la advertencia de las fuerzas que negaban el cambio de estar dispuestos a todo tipo de sacrificio para impedir un cambio.  La vida de Monjas, sacerdotes, catequistas, sindicalistas, estudiantes, empresarios progresistas y políticos llenan el altar de mártires y héroes sin cuyo sacrificio y  entrega difícilmente hubiéramos alcanzado la paz. Los sobrevivientes de aquél tiempo y las nuevas generaciones de salvadoreñas y salvadoreños  debemos reconocer su valor y rendirles tributo.

Mario Zamora, Enrique Alvaréz Cordova,  Héctor Oquelí Colíndres, Guillermo Manuel Ungo, Manuel Franco, Ignacio Eyacuría, Magdalena Heríquez, Marianela García Villas, representan personas que sin pertenecer a movimiento armado alguno, entregaron todo en  favor de un cambio justo.  Miles y miles de  hombres y mujeres de todas las edades, con convicciones revolucionarias y alta generosidad,  ofrecieron su vida por un país libre de la dictadura y por la edificación de una patria nueva en la que se respete la vida, la dignidad humana y se permita la libertad para todos y todas: Lil Milagro Ramíerez, Luis Díaz, Felipe Peña Mendoza, Rafael Aguiñada Carranza  simbolizan las fuentes y partes de la unidad revolucionaria construida como FMLN.

Los Acuerdos negociados con apoyo del Secretario General de Naciones Unidas  tuvieron de marco una ofensiva en la que el pueblo salvadoreño, sus organizaciones sociales y el FMLN  demostraban al mundo que el conflicto en El Salvador tenía raíces propias y requería de una solución propia. Y esa solución fue el cambio institucional del país,  nuevas entidades, la reforma constitucional de 1991 en la que se  derogaron las bases jurídicas de la dictadura, pues uno de los viejos artículos de la carta magna dejaba en manos de las Fuerzas Armadas velar por el cumplimiento de las leyes, los derechos humanos y el sufragio, además de prohibirse en ley la existencia de organizaciones políticas que no correspondieran al pensamiento único de la derecha oligárquica.

Los Acuerdos de paz crearon instituciones que hoy tenemos y debemos fortalecer, eso resulta más práctico apreciar; pero sobretodo sacaron del juego político la legalidad de prácticas aberrantes de fraude y violencia, ejecutada desde las mismas instancias del Estado en contra del pueblo. Han pasado 24 años, las nuevas generaciones  escucharán de  amigos y parientes mayores relatos de lo que nuestro país sufrió; pero ante todo debemos escuchar a nuestra conciencia el llamado a culminar la edificación de un país mejor, de una nueva nación democrática, productiva, educada, segura y en paz.

En el discurso dado en nombre de la Comandancia General del FMLN, el 16 de enero de 1992 en el Castillo de Chapultepec, el compañero Schafik Hándal, además de reconocer el heroísmo del pueblo, la madurez y voluntad de la contraparte,  y de agradecer a gobiernos amigos y a la ONU,  la solidaridad de los pueblos y movimientos revolucionarios, afirmó: “Las partes  en la negociación hemos terminado nuestro trabajo, desde ahora la Nación entera asume el protagonismo de su propia transformación”. Es esa la obra que tenemos entre manos y a la cual debemos aportar todas y todos.

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