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TODAVÍA ES TIEMPO DE DECIR NO A LA REELECCIÓN PRESIDENCIAL

Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios

A fines de los años sesenta del siglo pasado, en tercer curso de Plan Básico y segundo de bachillerato, era obligatorio cursar y aprobar como asignatura, Constitución Política.

Allí se enseñaba que el sistema político de El Salvador es republicano, democrático y representativo; que el poder se divide en tres, el legislativo, el ejecutivo y el judicial, y  que estos se ejercen de manera independiente.

Era obligado saber quiénes tienen iniciativa de ley, dónde se aprueban las leyes, quién las sanciona y que, una vez se publican, todos estamos obligados a cumplirla.

Personalmente y en este espacio, he escrito varias veces sobre la reforma constitucional de 1991, porque me identifico con los elementos novedosos y progresistas que esa reforma estableció; pero debo reconocer, y ahora compartir con quien lea este artículo, que la Constitución que en mi familia nos servía para repasar las clases recibidas, tenía en la contraportada la información de quien la había editado y publicado, era el partido político PCN.

Esto indica que, aunque era el partido de la dictadura militar, se preocupaba porque se divulgara la Constitución.

En el tiempo después de los Acuerdos de Paz, solo he visto publicada la Constitución por ONGS, FESPAD, FUNDASPAD; por la Asamblea Legislativa, que incluso realizó ediciones ilustradas para niños, la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Supremo Electoral.

Desde ese aprendizaje en el fin de los años sesenta entendí que la presidencia de la República es un cargo muy importante y que la persona que la ejerce no puede reelegirse, no lo hicieron ni los presidentes militares, Rivera, Sánchez Hernández, Molina y a Romero no lo dejaron terminar los militares jóvenes, le dieron golpe de Estado en 1979.

Dónde estudiaron secundaria los magistrados y el vicepresidente de la República, que se pronuncian unos por emitir un juicio que prácticamente ordena al Tribunal Supremo Electoral a inscribir como candidato a la presidencia al actual presidente; o el vicepresidente, que encontró el artículo escondido que estipula que se puede realizar la reelección presidencial continua, me pregunto.

Como asignatura, me consta que era desagradable para la generación de la que soy parte, del descuido a las formas y a la legalidad, como actitud bastante extendida en el pueblo, también estoy consciente; pero el número de abogados graduados de tantas universidades, o de estudiantes que empezaron la carrera y no la terminaron, de otros profesionales, en conjunto, es un número muy considerable de personas que están o estamos aptos para entender que la reelección es algo fuera de lo común.

Simpatía por una persona es cosa aparte y, el presidente actual, tiene bastante; menos de lo que propagandiza, pero es claro que tiene bastantes simpatizantes; también Mauricio Funes fue muy popular y recuerdo que, muchas veces, a los militantes del FMLN nos tocaba explicar por qué no podía ser de nuevo el candidato presidencial, justamente porque es inconstitucional.

Hay de todo entre nosotros los integrantes de un pueblo.

Ahora bien, ¿que pueden enseñar en estos días los maestros y maestras del texto constitucional sobre la división de poderes, la iniciativa de ley, el proceso de formación de ley, la soberanía del pueblo para decidir sobre sus gobernantes, cuando abogados con cargos relevantes le dicen a todo pulmón, que si el pueblo lo quiere el actual presidente puede optar por ser reelecto?

Esta reflexión, desde vivencias traídas al presente, me permite ver que estamos frente a algo desconocido, y que frente a eso es natural que tengamos conclusiones diferentes dentro del pueblo, porque la mayoría no tiene como libro de cabecera la Constitución de la República; y es lógico entonces que un segmento grande de quienes sí recuerdan o saben a fondo que la reelección es inconstitucional, crean que ir a votar es legitimar la violación a la Constitución que los actuales mandatarios están dispuestos a realizar.

Personalmente creo que es un deber votar y atender el llamado que hizo el juez Antonio Durán, de no votar por lo que es inconstitucional, pero sí votar por cualquier otro. Personalmente votaré por el FMLN, por Manuel Flores, pero creo que cada quien tiene derecho a escoger su opción, sin sepultar con su voto a nuestra Carta Magna que establece prohibiciones expresas a la reelección presidencial.

Si después se cambia el sistema republicano por uno monárquico, entonces será entendible que se junte la simpatía con la legalidad en favor de un monarca.

Tenemos el deber de defender lo correcto, aunque parezca menos popular; que una mayoría lo quiera no lo hace ni legal ni correcto,  es, cuando menos, un error.

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