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¿TENEMOS LA SEGURIDAD QUE EL RÉGIMEN NOS DICE QUE TENEMOS? NO

Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador

Algunos de los abuelos dicen, cuando hacen memoria del martinato, que “en aquellos días había seguridad, uno no podía andar ni un cortauñas, si dejaba un paquete en la calle ahí lo encontraba al día siguiente; la seguridad era plena pues el presidente hasta al hijo ajusiló por insurrecto…”.

Eso no es del todo cierto, pues cuando se consultan las minutas judiciales y los periódicos de la época, nos encontramos con sendos delitos de sangre, cometidos con alevosía, incluso, bajo las narices del régimen aquel, muchos de los cuales los mismos abuelos y sin hilvanar la correlación histórica, comentan con lujo de detalles.

Y el hijo aquel al que el martinato “ajusiló”, fue fusilado por participar en una intentona militar para remover al régimen golpista del general Martínez.

La cuestión es que la violencia fue omnipresente pues aquel régimen se destacó por reprimir sin miramiento los delitos, sin abordar sus causales, lo que los ocultara apenas sin que llegaran a desaparecer.

¿Parece conocido el escenario?

Es el mismo que padecemos, pues el régimen se ha volcado a detener hasta 60.000 personas según afirma, algunos de los cuales fueron detenidos sin haber cometido ningún delito.

Y ahí un problema, pues a la violencia institucional siempre habrá como respuesta la violencia social.

Ejemplo de ello es el lamentable acuchillamiento de un estudiante de 13 años, en Santiago Texacuangos, a manos de una compañerita, quién frente a sus maestras cometió el hecho.

El creciente número de asaltos en los medios de transporte, pequeños negocios y la vía pública, reflejado en el robo de celulares y otros bienes se patenta en los informes que la PNC admite.

Grave es el número de secuestros, desapariciones y asesinatos que se le endilgan tanto a la delincuencia común como al terrorismo doméstico, los cuales son minimizados y hasta ocultados mediáticamente por intereses políticos, pero reconocidos tanto por la PNC como por la FGR.

El llamado que gobiernos extranjeros hacen a sus ciudadanos sugiriendo evitar venir al país por lo inseguro que es, es sin duda la más cruda y patente evidencia de ello.

Y es que la política represiva adelantada en el régimen de excepción si bien supone una respuesta válida, no soluciona estructuralmente el problema de la violencia social.

Ello en razón de que no se atacan las causas del fenómeno, que son la exclusión y la marginación que las élites imponen a las dinámicas Inter sociales, y que la ciudadanía refleja agravándolas, por naturalización.

Es decir, se han limpiado las calles, pero el interior sigue siendo un espacio en el que la violencia se recompone.

Hay muchas similitudes entre el actual régimen y el martinato, incluso una crisis financiera como telón de fondo, y que podemos explicar de modo simple: es la misma violencia y solo la diferencia la época pues subsisten las mismas condiciones que promovieran aquel genocidio institucional aún impune, perpetuando la desigualdad.

Y como entonces la historia se seguirá repitiendo hasta que se superen sus causales estructurales.

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