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@zorayaurbina
Con la beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, viagra se hizo justicia, dijo el sacerdote Héctor Antonio Bernabé, de la Diócesis de Zacatecolula, La Paz, en la misa que domingo a domingo se oficia en la Cripta de la Catedral de San Salvador.
“Es algo que siempre supimos, era un hombre santo, murió santo y para nosotros ha sido siempre un profeta, pastor y mártir nuestro, su santidad se ha proyectado hasta el día de hoy y ha sido una felicidad enorme que no cabe en el corazón”, declaró.
El Arzobispo fue asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras oficiaba una misa.
Por décadas el proceso para su beatificación estuvo estancado en El Vaticano, fue hasta la llegada del Papa Francisco que este se desentrampó y el Sumo Pontífice reconoció que el crimen contra el mártir fue “por odio a la fe”.
El pasado 23 de mayo, Romero fue beatificado en un multitudinario acto, enmarcado en una misa, que congregó a salvadoreños y extranjeros, que vitorearon al nuevo Beato. En este contexto, el religioso dijo que el reconocimiento para Monseñor Romero era un orgullo para el país y una bendición para el pueblo salvadoreño, latinoamericano y para todo el mundo.
Durante la celebración de la eucaristía en la Cripta, se celebró el Día de la Santísima Trinidad, de la que Monseñor Romero aseguraba que “es la expresión cristiana que designa al Dios verdadero, que quiso hacer alianza con nosotros y nos adoptó como sus hijos”. En la homilía, se reflexionó sobre la vida del Beato que supo responder a la realidad de los pobres de El Salvador, siempre bajo la luz del Evangelio de Jesucristo.
En el acto litúrgico estuvieron las madres de personas desaparecidas y asesinadas durante el conflicto armado, quienes presentaron rosas blancas y rojas como símbolo del amor y esperanza porque aún esperan una respuesta para conocer el paradero de sus familiares.
Igualmente, en la procesión de ofrendas, se presentaron fotos de los desaparecidos, “como simbolizando la digna lucha de las madres que con fe en Dios, piden liberarse de la incertidumbre de saber dónde están más de 8,000 personas desaparecidas entre 1980 y 1992”, expresaron las madres.
