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Reconocimiento internacional un problema histórico: Gral. Martínez y Bukele II

César Ramírez
@caralvasalvador

El gobierno golpista sin reconocimiento internacional

“Estados Unidos no reconoce a la administración del Gral. Martínez, pero continúan pronunciamientos en niveles internacionales, caso de Alejandro Alvarado Quirós de Costa Rica” (Diario Latino 12ENE932).

¿Qué dice explícitamente el gobierno de Costa Rica en 1932?

(Fragmentos)  “El reconocimiento no sería otorgado hasta tanto el gobierno de facto no se legitimará a sí mismo, y permitiera que “representantes del pueblo, electos libremente” reestablecieran el mando constitucional.  Pese a que los Estados Unidos, y las otras naciones centroamericanas representadas en la Conferencia de Washington de 1922-1923, parecían satisfechas con la política de 1907, Costa Rica no lo estaba. La delegación costarricense encabezada por el expresidente González, presiono para asegurar una delimitación más precisa de los criterios requeridos para el reconocimiento de un estado centroamericano.  El Artículo II del Tratado General de Paz y Amistad de 1923, prohibía el reconocimiento de cualquier gobierno ístmico de facto. “Constitucionalmente reorganizado”, si. “… alguna de las personas electas como presidente, vice-presidente o Jefe de Estado designado, cayera bajo alguno de los siguientes capítulos:

1. – Si fuera el líder, o uno de los líderes, de un golpe de estado o de una revolución, o que, por relación consanguínea o de matrimonio, fuera ascendiente o descendiente o hermano de tal líder o líderes.

2. – Si hubiese sido ministro de Estado, o si hubiera ocupado algún alto comando militar durante la realización del golpe de estado o la revolución, o mientras se efectuaban las elecciones; o si hubiera ocupado uno de los cargos o comandos mentados durante los seis meses que precedieron al golpe de estado, la revolución o la elección.

Mas aun, en ningún caso se otorgará reconocimiento a un gobierno que surja de la elección para ocupar el poder, de un ciudadano expresa e incuestionablemente descalificado por la Constitución de su país para ser elegido como Presidente, Vice-Presidente o Jefe de Estado designado”

El desarrollo de la condición inestable de 1932, acontece el levantamiento campesino, calificado de “comunista” por el régimen del general Martínez, pero que en los medios de comunicación y las noticias regionales la versión oficial no era compartida en Costa Rica, de esas notas ya hemos descrito parte de las notas de prensa internacional.

“Mientras los diferentes líderes políticos costarricenses debatían la corrección de la política gubernamental sobre El Salvador en la prensa nacional, los acontecimientos en El Salvador precipitaron la inversión de los papeles en las actitudes costarricenses relativas a la administración de Martínez.

A últimos de enero de 1932, el gobierno de Martínez sufrió una severa crisis interna cuando una revuelta, supuestamente inspirada y dirigida por los comunistas, llevo al país casi hasta la completa anarquía.

El gobierno, sin embargo, pudo aplastar la insurgencia, enfrentando sin misericordia a sus partidarios. El Diario de Costa Rica, el periódico que había favorecido la causa de Martínez, abandono su position pro-salvadoreña, y criticó severamente la brutal supresión de la revolución por Martínez.

Según los editores, el sentimiento publico costarricense, que anteriormente había apoyado abiertamente el reconocimiento de Martínez había sufrido un “violento cambio”. Las voces que alguna vez se elevaron entusiastas en favor de Martínez decían, ahora, o estaban calladas, o abiertamente se elevaban contra el gobierno salvadoreño. En tanto que los acontecimientos en El Salvador causaban indudablemente una reacción negativa entre algunos elementos de la sociedad costarricense, el gobierno costarricense, por la otra parte, estaba favorablemente impresionado porque el gobierno de Martínez liquidaba al movimiento revolucionario. El primero de febrero de 1932 el ministro de relaciones exteriores, Leonidas Pacheco, solicitó al nuevo embajador norteamericano, Charles C. Eberhardt, que inquiriera en su gobierno acerca de la posibilidad de sostener inmediatamente una conferencia centroamericana en la ciudad de Guatemala, con el propósito de “discutir las vías y los medios para refrenar las actividades comunistas en Centro América, y para ayudar a El Salvador en la lucha contra este enemigo común”. Pacheco también indicaba que uno de los resultados que se esperaban de la conferencia era el reconocimiento del gobierno de Martínez. La respuesta del Departamento de Estado fue inmediata y negativa. En lo relativo a las dificultades internas de El Salvador, Washington estaba convencido de que las autoridades de facto tenían la situación “bien bajo control” (well under control). Por lo que tocaba el interés de Pacheco en reconocer a Martínez, el gobierno de los Estados Unidos indicaba que no podía entender como Costa Rica podría mantener tal position, dadas las obligaciones de la nación con los Tratados de Washington de 1923. según la opinión norteamericana, el reconocimiento del gobierno de El Salvador por Costa Rica o por cualquiera otra nación del istmo solo podría realizarse a través del repudio total de las obligaciones contractuales existentes. Esta reacción negativa norteamericana disuadió cualquier otra iniciativa por parte de la administración de Gonzáles, respecto al reconocimiento de Martínez. Tres meses después, con la toma de posesión de la nueva administración en Costa Rica, bajo el liderato de Ricardo Jiménez, agentes del régimen de Martínez empezaron a hacer insinuaciones al nuevo gobierno, respecto a la posibilidad de establecer relaciones diplomáticas”.1

Aquella lección histórica describe la grave preocupación del artículo II del Tratado General de Paz y Amistad de 1923: “Mas aun, en ningún caso se otorgará reconocimiento a un gobierno que surja de la elección para ocupar el poder, de un ciudadano expresa e incuestionablemente descalificado por la Constitución de su país para ser elegido como: Presidente, Vice-Presidente o Jefe de Estado designado” …

Estos elementos históricos solo citan conceptos que un día fueron válidos y defienden la democracia en la región, ahora parece que es arqueología diplomática, pero implica vidas del siglo XXI.

Esas palabras son válidas ahora,  102 años después que el régimen de Bukele impone: “reelección indefinida” donde la Constitución es un elemento muerto y la democracia yace sepultada, pero provoca pronunciamientos internacionales: “Expresidentes de países iberoamericanos condenan “reforma inconstitucional” en El Salvador, Amnistía internacional, Human Rights Watch (HRW) y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) coinciden en el repudio a esa acción que daña a la humanidad.

Bibliografía

Diario Latino

Política interna y doctrina de relaciones internacionales: la postura de Costa Rica en el reconocimiento 1923-1934  Richard V. Salisbury

Prensa Internacional

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1.https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5075844

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