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¿Que significa ser maestro o docente en el sistema educativo salvadoreño?

Hugo Fajardo Cuellar*

En el marco de la celebración, una vez más, del  día del maestro este 22 de junio de 2016, es oportuno plantear algunas reflexiones teórico practicas sobre lo que significa ser Maestro(a) o Docente, en las condiciones reales del sistema educativo salvadoreño, teniendo como horizonte principal la necesidad de dignificar la labor del maestro o docente en función de contribuir al desarrollo integral  de  nuestra sociedad, a través de la formación educativa de los educandos o estudiantes en los diferentes niveles del sistema educativo nacional.

No obstante la pedagogía nos explica algunas diferencias que existen entre los términos de: Maestro, Docente y Profesor, para efectos prácticos y de comprensión, en el  presente escrito los tomaremos como términos sinónimos o iguales ya que todos tienen en común el que se dedican al acto de enseñar. En tal sentido se hablará a continuación del maestro o docente para efectos de ser más claros.

Así tradicionalmente se habla en nuestro medio educativo de los maestros o profesores en las escuelas e institutos de educación media y de docentes en las universidades, en tal sentido  se puede ser maestro, docente o profesor en los diferentes niveles del sistema educativo nacional tanto público como privado; desde la primaria hasta el nivel superior.

A pesar de que en El Salvador, históricamente la labor del maestro o docente no siempre es reconocida de manera digna por el mismo Estado en tanto que es una labor poco remunerada y hasta cierto punto marginada de las políticas públicas de los diferentes gobiernos, eso no debe ser un obstáculo para reivindicar la misión del magisterio como conductores educativos de las presentes y futuras generaciones, ya que  ser maestro o  docente no solo significa literalmente dar clases o enseñar; sino que implica ejercer la docencia con sentido de responsabilidad y dignidad; para la transformación de nuestra realidad, en beneficio de las grandes mayorías más necesitadas, lo que a su vez significa entre otras cosas que:

El maestro o docente no vive de la docencia sino que vive para ella; es decir el verdadero docente, es aquel que tiene como eje central de su existencia la docencia, en tanto que, su actividad como profesional de la enseñanza no se agota en las horas de clase en el aula de las escuelas, institutos o en las universidades; sino que siempre pasa activo en la búsqueda del conocimiento para enseñar y ayudar a aprender a sus estudiantes, de una manera eficiente. El que vive de la docencia lo hace solo  porque le pagan, mientras el que vive para la docencia, lo hace porque le gusta y se siente realizado cada vez que lo hace; tratando de hacerlo cada vez mejor.

Significa también que el docente y la institución de la que forma parte, deben apostar en todo momento por una dignificación de la docencia. Es decir por convertir a esta en un instrumento de formación educativa para el desarrollo integral del educando que va más allá de la mera trasmisión teórica de conocimientos.

Ser un buen maestro o docente significa tener amor a la docencia como a sí mismo. Actuando con respeto, dignidad y responsabilidad no solo ante los conocimientos y el sistema formal o curricular de su trasmisión, sino también ante los estudiantes, que son el complemento primordial sin el cual ninguna labor docente tendría sentido y ante los demás compañeros docentes a quienes lejos de verlos como rivales en la competencia para enseñar, deben verse como colegas con los que se deben compartir las estrategias para cualificar el quehacer docente.

El maestro que tiene amor por la docencia se dedica a ella los  siete días de la semana y los  365 días del año, es decir que en medio de las dificultades y limitaciones que el mismo  sistema le impone, se entrega con ahínco y convicción a su labor y concibe su trabajo no como una carga sino como una actividad noble mediante la cual se tiene la gran oportunidad de enseñar a los demás a ser sujetos de su propio aprendizaje y como  una oportunidad de oro para contribuir en la formación de valores humanistas de los futuros hombres y mujeres del mañana.

Además, ser docente significa también entregarse de manera consciente y abnegada a la labor de aprender a enseñar, porque el verdadero docente siempre debe estar revisando y actualizando sus conocimientos a la luz de los cambios que la realidad está presentando en el área en que le toca desempeñarse, para así poder enseñar dichos conocimientos, con eficiencia y calidad cognoscitiva a los estudiantes.

El verdadero maestro o docente tiene a la base, la filosofía de orientar y facilitar el aprendizaje del estudiante más que la de trasmitir los conocimientos que exige el programa de estudios. Es importante enseñar lo que se sabe, pero lo es mucho más, si lo que se enseña se convierte en  instrumento para ayudar a que el alumno o estudiante aprenda, en el sentido de que haga suyo dichos conocimientos a través del dominio no solo cognoscitivo sino también practico de los mismos.

El Docente o maestro, tiene entonces como fundamento ético,  el compromiso de saber enseñar para facilitar el poder aprender, lo cual implica una relación socio-pedagógica, de carácter horizontal y no vertical. Esa relación debe tener como fundamento esencial el “educar” con sentido de libertad, de crítica y transformación de la realidad, teniendo presente la frase que al respecto dijera José Martí:” Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida”.(VerbiClara, 2014).

Entonces el maestro o docente como protagonista del Proceso de Enseñanza Aprendizaje (PEA), no debe reducir este proceso a la mera transmisión de conocimientos, sino que debe convertirlo en el medio de formación integral del educando, en el que el maestro se convierte en el modelo a seguir en la adquisición de valores  democráticos y humanistas, que le darán la consistencia moral a los presentes y  futuros profesionales del mañana.

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