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Rolando Alvarenga
@DiarioCoLatino
Hace un par de meses y al confirmarse la sede a El Salvador para celebrar los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2023, escribí en estas páginas que el futuro de los Juegos Centroamericanos entraba en incertidumbre. Muy pocos repararon en tal vaticinio, pero ahora que recién se cae el apoyo gubernamental local para organizar estos Juegos, me da tanto gusto haber acertado con una posibilidad que terminó cayendo por su peso.
Yo, que soy de la línea de Santo Tomás, tengo mis dudas y sospechas sobre las causas o motivos del por qué se cayeron, pero no las voy a publicar para no echarle más leña al juego y un conflicto diplomático local. Es un desenlace que viene a ponerle un clavo más al ataúd de estos juegos que con cada ciclo olímpico que va y viene, reclaman a partir de su pobre jerarquía, un espacio en el Cementerio Municipal de La Bermeja, de esta capital.
Su caída es buena porque de entrada el Gobierno se ahorra cualquier cantidad de millones de dólares que bien pueden ser destinados a los Centroamericanos y del Caribe del 2023. Es que desde hace muchos años, por su mediocre nivel deportivo y porque solo han servido para consuelo de gallegos y vender humo, estos juegos ya deberían de estar descansando en paz. Juegos que lejos de servir para lograr un desarrollo, han sido cómplices del estancamiento.
Un estancamiento del que solo Guatemala ha logrado sobresalir y proyectarse más allá de Centro América. Es por tal razón que el INDES debe ponerse serio y a la par de su generosidad económica, exigir a las federaciones la producción de atletas de alto rendimiento que no se conformen con ser “tuertos en el país de los ciegos”. ¡Espero escribir ese epitafio!
