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Providencialismo y manipulación religiosa ante emergencias

Alberto Romero de Urbiztondo

@aromero0568

Ante fenómenos naturales que los seres humanos no podemos controlar, se genera miedo e incertidumbre. El Huracán ETA provocó una fuerte alarma en la población, sobre todo, al elevar su categoría al acercarse a las costas de Nicaragua: Sin embargo, al atravesar zonas montañosas, perdió intensidad convirtiéndose en Tormenta Tropical, que provocó pérdidas humanas y destrucción en Nicaragua, Honduras y Guatemala. En El Salvador, por su trayectoria, no afectó de forma tan grave,

Estos fenómenos naturales, no tenemos la capacidad de modificarles su trayectoria, pero sí estudiarla para alertar a la población amenazada y generar condiciones que disminuyan las pérdidas humanas y materiales.

Por ello sorprende que el presidente del Gobierno piense que la trayectoria del huracán no estaba determinada por variables físico naturales, sino por los designios de una divinidad, llamando a “orar a Dios para que nos proteja y disipe el huracán, que lo desvíe, que lo regrese al mar, que lo debilite y que no permita que cause dolor en El Salvador”, pero la climatología tiene sus leyes y la trayectoria de ETA continuó golpeando de forma cruel a la población de Honduras y Guatemala, afectando solo de manera parcial a El Salvador.

Crear expectativas, basadas en milagros, es altamente riesgoso. Rechaza la importancia del conocimiento científico para conocer las causas y dinámicas de estos fenómenos naturales,  presuponiendo que el curso del Huracán depende de las decisiones que tome una divinidad.

Esta actitud del señor presidente es coherente con su campaña para intentar legitimarse a partir de las creencias religiosas de un sector de la ciudadanía. Ya el 9 de febrero dijo, con total naturalidad “Yo le pregunté a Dios y Dios me dijo, paciencia, paciencia” o se considera un enviado de la divinidad al afirmar, hablando de sí mismo, “Dios nos puso en el lugar indicado para proteger a los salvadoreños”. Esta legitimación a través de la religión es la misma que usaban los caciques maya o los que se denominaban “reyes por la gracia de Dios”. Respetamos que el presidente -como cualquier ciudadano- tenga sus creencias, pero le recordamos que El Salvador es República

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