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Poemas de Joan Margarit

POEMAS DE JOAN MARGARIT

Si no añoras el pasado, la muerte ya no tiene de qué hablar

Por Wilfredo Arriola

 

JOAN MARGARIT (Sanaüja, Cataluña, 1938-2021) fue sin duda el poeta más leído de la literatura catalana en los últimos tiempos. Arquitecto y Catedrático de Cálculo de Estructuras de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. En el ámbito de la literatura catalana. Adueñado de los premios más prestigiosos, como los premios Miquel de Palol y Vicent Andrés Estellés en 1982; la Flor Natural en

los Jocs Florals de Barcelona en 1983 y 1985; el Premio Carles Riba en 1985; el Premio de la Crítica Serra d’Or en 1982, 1987 y 2007; el Premio Quima Jaume de Cadaqués en 2007; el Premio Cavall Verd en 2008 y el Premio Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya, también en 2008.

A nivel español, se le ha concedido el Premio Nacional de Poesía y el Rosalía de Castro, ambos en 2008.

En 2013 se le concedió en México el Premio Poetas del Mundo Latino, juntamente con el poeta José Emilio Pacheco.

Su muerte ha conmocionado a la región catalana y a España por la perdida de un poeta que además de poeta ha sido un gran hombre, según comentarios de quienes tenían una relación más estrecha con el poeta. De verso claro y limpio, con la agudeza que da la sencillez, que es ese pasaje poco transitable que aborda el poeta desde su cosmogonía.  A continuación, una breve muestra de sus poemas que siempre serán una estación en la cual uno se podrá a detener a contemplar la vida, y no solo contemplarla sino también a verla con otros ojos, sino con los ojos del poeta que ha empezado a descansar de su cuerpo.

 DILEMA

Es un día lluvioso, un día laico

de guardabarros y de esquinas tristes.

Vigas de luz soportan los forjados

de una sala que está dentro de ti,

donde alguien está en vela.

Pronto, estos años se clausurarán,

y, si no has aprendido a vivir como un monje,

sólo podrás hacerlo como un siervo.

 

LA SEQUÍA, HACERSE VIEJO

Se aviene con que nada de lo que siembres brote.

La disciplina de un trabajo inútil

y la esperanza de escuchar la lluvia

dentro de la palabra oscuridad.

De pronto veo que mi muerte

está en la habitación, aquí, conmigo:

se detiene a mirar una fotografía.

No me habla. Si no añoras el pasado,

la muerte ya no tiene de qué hablar.

 

BUENA SUERTE

Suerte tenga quien ame este silencio

de la palabra escrita, y tenga una amiga

con los ojos color de la madera,

para envejecer juntos.

Sólo un vago temor por esta hija

que no saldrá jamás de su niñez,

tesoro y ruina

de aquel mármol de vuestra juventud.

El humo de la pira está en tus ojos:

Suerte tenga quien ame este silencio

de la palabra escrita, y tenga una amiga

con los ojos color de la madera,

para envejecer juntos.

 

TANTAS CIUDADES A LAS QUE DEBIMOS HABER IDO

Es de ciudades cultas nuestro sueño

con música y cafés hospitalarios,

la majestad de un puerto y estaciones

de hierro y de cristal

con los trenes bruñidos por la noche

y por la lluvia, por la misma lluvia

que nos arrulla en un pequeño hotel

o desde las ventanas de un museo.

Hay lugares tranquilos al amparo

de grandes árboles, gente educada,

callada, bien vestida, librerías

donde los ojos vagan mientras cae la tarde.

Demasiadas ciudades a las cuales

debimos haber ido, amada mía.

La luna sale tras aquellos puentes

de hierro de los años

cuando se fue torciendo nuestra vida.

Desde entonces el tiempo es una lluvia

que nos cala igual que a los tejados.

Pero en la luz del patio están los templos

de mármol blanco y travertino de oro.

Y por las calles de pequeños pueblos,

estucos color tierra,

fastuosos, esgrafiados por el viento.

La casa del balcón posee aún

luz de conversaciones y refugio,

y cuando de los dos quede uno solo,

tendrá por compañía los recuerdos,

la hiedra y el ciprés, hasta encontrarnos

en las ciudades de este sueño.

 

MELODÍA

Te gusta el jazz muy lento si estás solo

y arde dentro de ti su negro fuego.

El saxo inicia la conversación:

con lentitud describe

el cadáver de un pájaro en medio del camino

y cómo se desliza por el plumaje gris

esta lluvia de otoño.

Ternura por los niños que crecieron,

por el perro de casa, que un día se perdió.

Ternura por los padres que envejecen

frente a campos de trigo ya maduro.

Te gusta el jazz muy lento, si estás solo.

 

EL PACTO

¿Qué has dicho que no sea una mentira,

vino agrio en botella mal tapada?

Le hablas a alguien que está en este libro:

como el espectador que mira un cuadro,

sabes que nada hay detrás del lienzo.

Y puesto que en los ojos empieza la distancia

que te separa, exacta, de la muerte,

has vuelto a pactar con la soledad

tu derecho cruel a ser feliz.

 

AMOR Y TIEMPO

Recuerda cuando aún desconocías

que la vida no tendría piedad contigo.

Amor y tiempo: el tiempo nos habita

como arena del río que, despacio,

va cambiando la forma de la costa.

El amor, que ha copiado en tu mirada

la claridad de la isla del tesoro.

Sensual, solitaria, rodeada

por la sonora senectud del mar

y gritos militares de gaviotas.

El sueño clandestino de los cincuenta años.

 

LLEGA UN RAYO DE SOL A LA FOTOGRAFÍA

Tantas razones, tantos argumentos

y, mientras, nuestro amor se iba escapando.

Ninguna lógica puede salvar

el abismo que se abre entre decir

te quiero y no decirlo.

Miro sonriendo la fotografía.

Amamos mucho tiempo.

Y cuánto tarda el sol

en desaparecer de los retratos.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.