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La quema de cañaverales en el cantón Las Anonas, en el municipio de Tecoluca, San Vicente, acaba con la biodiversidad y los ecosistemas de la zona. Este tipo de monocultivo también afecta a los pobladores del lugar, con el incremento de casos de insuficiencia renal. Foto Diario Co Latino/Karla Rodas.

Monocultivo de caña de azúcar deteriora medio ambiente rural

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

La pared de fuego se eleva varios metros y este es avivado por los vientos; la caña cruje al ser quemada en su totalidad, y a su paso, ratones, pájaros, garrobos y un gato montés corren para salir de ese infierno que les despoja de sus madrigueras y lugares de reproducción. Es el cantón Las Anonas, municipio de Tecoluca, San Vicente, el que se encuentra en época de zafra, que se realiza de noviembre a abril.

“Nosotros no estamos en contra de la siembra de la caña de azúcar, no nos parecen las malas prácticas que realizan con las quemas, las fumigaciones aéreas y sobreexplotación del agua. Esto causa la destrucción de la biodiversidad de los ecosistemas de la zona y ha contribuido al deterioro de la calidad de vida de la población, con el incremento de casos de insuficiencia renal y esto sigue expandiéndose”, manifestó Esmeralda Villalta, coordinadora de CRIPDES, Región San Vicente.

Con 80,000 hectáreas sembradas de caña de azúcar en el país, la industria cañera generó 788,344 toneladas métricas de azúcar; de las cuales, 497,344 toneladas métricas fueron exportadas, y para consumo doméstico 291,000 toneladas métricas, que solo en la zafra 2018-2019 les permitió un aumento del 3 %, según datos de la industria azucarera.

“Aquí los cañeros hablan de la tecnología verde, que se supone evita las quemas; pero también repercute en la mano de obra, porque la maquinaria sustituye a los jornaleros y eso nos desplaza en el territorio, también pueden traer ya a su gente de fuera para que haga ese trabajo, sabemos que la quema les ayuda con la hoja de la caña, porque no les hiere, pero eso contamina”, agregó Villalta.

Diverso estudios de investigación señalan que esta práctica eleva la susceptibilidad del suelo a la erosión y la disposición hídrica, que significa impacto en la estructura del suelo y su contaminación por los acelerantes para quemar el cultivo, así como la afectación directa e indirecta a las comunidades que residen en la zona.

La deforestación del bosque de galería es para Patrocinio Dubón Alfaro, de la comunidad San Carlos Lempa, motivo de preocupación; en la cañada El Tambor, que se extiende en un área de 350 manzanas, se encuentra totalmente arrasada, que comenzó con la obstrucción natural a los riachuelos del entorno a fin de captar mayor cantidad de agua para el cultivo de la caña.

“Las comunidades del Bajo Lempa hemos visto la baja de la biodiversidad, así como las enfermedades por la fumigación aérea del madurante que se llama Glifosato (comprobado en EE.UU. como cancerígeno), que mata nuestros cultivos de subsistencia y nos afecta en riñones y piel a nosotros.

Representantes de CRIPDES y CORDES señalan que no están en contra de la siembra de caña de azúcar, con lo que no están de acuerdo es con las quemas, la sobreexplotación del agua y las quemas.
Foto Diario Co Latino/Karla Rodas.

Y lo más preocupante, la entrada de agua de mar a los huecos que dejan las burbujas de agua dulce del río Lempa, que sacan los cañeros con bomba para regar sus cultivos”, explicó Dubón.

Para los 250 metros de tubería galvanizada de 8 pulgadas de diámetro y un motor de 40 caballos de fuerza, los cañeros en el Bajo Lempa aseguran que se necesita 250 galones de agua por hora, para el riego del monocultivo de la caña de azúcar.

Bernardo Belloso, de la junta directiva de CORDES señaló que el abuso indiscriminado de la explotación del agua genera el asolvamiento, que trae en consecuencia inundaciones y un aspecto importante en el estrés hídrico que experimenta en las últimas décadas el país.

“El río Lempa es uno de los principales recursos hídricos afectados, que en tiempo de verano su nivel de agua se reduce drásticamente, y al ser utilizada para el cultivo de caña, sin ningún control legal para regular su uso, precipitará a un conflicto social entre la población.

Como organizaciones estamos en férrea lucha por la Ley General del Agua, no podemos permitir que esto siga así; porque -por ahora- la industria azucarera, embotelladoras y otras empresas están abusando del uso del agua, cuando es un derecho humano. A esto se suma el uso de la tierra para la producción de la caña, que margina el uso de cultivos de granos básicos; entonces es necesario que las autoridades (MAG y MARN) revisen el marco legal que da protección al medio ambiente nacional”, consideró.

La respuesta a los monocultivos, consideró Luis Moreno Avilés, es la agroecología y en parcelas diversificadas con cultivos orgánicos que permiten un siembra de árboles frutales, vegetales y otras especies a fin de generar la seguridad alimentaria del grupo familiar e ingresos económicos si se comercializan.  “Las grandes industrias como los cañeros dañan nuestros pequeños cultivos, primero con el madurante o las quemas de la caña de azúcar, que dañan nuestras parcelas; no tenemos aún respuesta de las autoridades de Gobierno sobre este manejo abusivo de esta industria.

Desde la municipalidad hace 3 o 4 años se cuenta con una ordenanza contra las malas prácticas, pero no han dado tampoco respuesta a este desplazamiento que están provocando a los pequeños agricultores.

Es penosa la situación porque hay gente que vende o alquila su tierra al cañero, pues sabe que para marzo no tendrá agua disponible para su parcela y será pérdida de cosecha, recordemos que la mayoría del agua subterránea y del río Lempa los cañeros la toman para siempre contar con agua en sus cultivos y esto debe cambiar; si no, vamos a sucumbir”, puntualizó.

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