Página de inicio » Opiniones » La sociología: pregonera de la realidad (3)

La sociología: pregonera de la realidad (3)

René Martínez Pineda
Director Escuela de Ciencias Sociales, UES

La quinta vertiente del contexto teórico-político actual tiene que ver con la principal propuesta metodológica del marxismo: la relación dialéctica entre teoría y práctica, la cual siempre ha sido polémica debido a que demanda asumir un compromiso social (lo ideológico-político de la sociología) y exige recorrer a pie la cotidianidad (epistemologías mundanas para pregonar la realidad), pues es ahí donde se pare y amamanta la historia y se readecuan o relevan los sujetos sociales que desde sus propias territorialidades (reales y virtuales), quieren unirse al proceso histórico. Bajo tal perspectiva, la teoría crítica se encarga, de oficio, de monitorear esos cambios. En las nuevas territorialidades y sujetos no pernoctan, por el momento, los conceptos “socialismo”, “ideología” y “lucha de clases” (aunque existan como pasado, presente y futuro), sino que brotan, al reflejo, conceptos como corrupción, dignidad, identidad, redes sociales, etc. lo cual nos muestra que existe un divorcio de mutuo acuerdo entre la teoría y la práctica.

La combinatoria de las cinco vertientes es, al final, el punto de partida de la propuesta de las epistemologías mundanas en sociología, pues solo así se puede lograr la producción de conocimientos científicos nuevos y propios (el proceso de revalorización del intelecto sociológico nacional) retomando la premisa de que las ciencias sociales surgen para fundar el conocimiento de lo social a partir de lo social del conocimiento (la teoría científica nacionalizando al sentido común), y a partir de la lucha de clases que se recrudece en el capitalismo para mutilar las utopías libertarias. En ese sentido hablo de epistemologías mundanas porque hacen referencia a la acción intelectual y política desde las diversas formas de coexistencia de los grupos del pueblo, y desde sus diversas formas de sobrevivir sin dejar de ser (parecer) felices, de la misma forma en que la sociología ha sobrevivido a la cruenta esclavitud o neocolonialismo de las teorías foráneas (la sociología vista como una inmensa territorialidad en la que hay sitios que sufren la injusticia epistémica, en lugar de ser espacios donde se articula el conocimiento planetario para crear algo nuevo), que van desde las teorías europeas hasta las mexicanas, argentinas y chilenas, las que sí reivindican su cotidianidad. Entonces las epistemologías mundanas son la metáfora de la revolución de la sociología en los países sojuzgados por las teorías que deberían liberar.

Hacer de la cotidianidad el referente teórico-político es reconocer que la realidad es infinita en sus relaciones, debido a que es producida por seres humanos que son la inagotable sumatoria de cuerpo-sentimientos que se concretan en la diversidad del mundo socio-cultural, dentro del cual se puede probar que existen diferentes tiempos al mismo tiempo. Si esa diversidad existe, es evidente que al no redimirla quedamos indefensos ante la sociología hegemónica antes aludida, y además dilapidamos la enorme cantidad de hechos y relaciones que servirían para crear nueva teoría. Por ejemplo, ante los resultados electorales de febrero de 2019 podemos preguntarnos: ¿deberíamos construir el concepto “pre-izquierda” debido al colapso de la izquierda oficial?, ¿deberíamos readecuar el constructo teórico de los movimientos sociales dándole un papel vital a las redes sociales?, ¿recupera vigencia el concepto “revolución democrático-burguesa como prefacio de la revolución socialista?, ¿han surgido nuevos sujetos históricos? Más allá de las respuestas posibles, lo cierto es que es notoria la urgencia de montar “el gran debate de la sociología salvadoreña” de cara a buscar darse su puesto en la región continental y salir de su dependencia cognitiva partiendo de la diversidad de conocimientos que pululan en lo cotidiano, ese espacio lleno de desencantos y desilusiones, así como de visiones de futuro.

Las epistemologías mundanas –criterio de autoridad para que la sociología sea la pregonera de la realidad- trascienden la historia oficial del victimario y recuperan las historias frustradas de las víctimas. Y es que hay historias vivas después de la muerte de la historia oficial, y esas historias son lo dado y dándose de las epistemologías mundanas: el sentido común; las creencias; las ilusiones; los ladridos nocturnos de la pobreza que espantan el sueño. Siendo así, de lo que se trata es de darle un contenido sociológico a la etnografía para que lo cotidiano sea una totalidad inconclusa y, sobre todo, tenga una opinión de clase, tenga memoria histórica con compromiso social y memoria social con compromiso histórico, lo cual no es un juego de palabras. Esto significa trabajar la que he llamado “sociología de la nostalgia” y además, darle un significado actual al concepto “utopía”, en tanto extensión del presente en movimiento.

La coyuntura postelectoral es, sin duda, el mejor momento para darle pensamiento a la propuesta de las epistemologías mundanas porque devendría, no importa los resultados del debate, en un período de transición de la sociología que no tendría ganadores ni perdedores, al igual que es un período de transición de la lógica política que apunta al fin del bipartidismo. Las epistemologías mundanas (y sus sociologías de la nostalgia y del tiempo-espacio), evidentemente enfrentarán todo tipo de resistencias (teóricas, ideológicas y políticas) que hay que vencer, y es ese debate sin ganadores y perdedores el que le dará un nuevo empuje a la teoría-práctica sociológica.

El hecho de que el FMLN no haya sido la opción popular en las elecciones de 2018 y 2019, y que ya no sea considerado como el abanderado de la utopía social por la que se luchó en los años 80s (aunado al triunfo de un candidato sin partido político inscrito y sin trabajo jurisdiccional con experiencia) inauguró una coyuntura de cambio hasta este momento solo vista en México con el llamado “fenómeno AMLO”. Ahora bien, es muy temprano para afirmar que se trata de un hecho político que se traducirá en la formación de una nueva izquierda (por eso llamo a ese movimiento la “pre-izquierda”) o si será un hecho revolucionario en el contexto de lo que se suponía revolucionario después de la firma de los Acuerdos de Paz. Esa es una incertidumbre sociológica que se puede discernir en lo mundano, ese tiempo-espacio plagado de ensayos sobre la ceguera y de balsas de piedra, para parafrasear a Saramago.

Una sociología como pregonera de la realidad salvadoreña para que sea la voz de los oprimidos, esa es la estrategia para que los sociólogos asuman su compromiso social haciendo de la teoría algo pertinente. Hablo de una recomposición desde adentro, desde abajo y desde el lado izquierdo de la teoría crítica. En ese contexto intelectual, todo debate será un soliloquio colectivo.

Ver también

Contrarreforma constitucional y consolidación dictatorial

Por Leonel Herrera* Las constituciones de los países necesitan reformarse cada cierto tiempo, para adecuarse …