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Chalecos Amarillos protestan este sábado en Rochefort, suroeste de Francia. ([Foto Xavier Leoty / AFP]

La movilización de «chalecos amarillos» disminuye en Francia en su quinto sábado de protesta

París / AFP

Céline Agniel y Alexandre Hielard

Un mes después del inicio del movimiento, los «chalecos amarillos» eran mucho menos numerosos este sábado en las calles de Francia, con cerca de un millar de manifestantes en París, en protestas hasta ahora sin mayores incidentes o violencia.

La prefectura de policía de la capital estimó a media jornada en poco más de 1.000 los manifestantes en París. «Es una movilización más débil» y por tanto «con menos agitadores», indicó la portavoz de la prefectura, Johanna Primevert, a la cadena de información continua BFMTV.

El pasado sábado 8 de diciembre, las manifestaciones congregaron a 136.000 personas en toda Francia, de ellas 10.000 en París, según cifras oficiales. Entonces, las imágenes de guerrilla urbana, de saqueos e incendios, especialmente en la capital, dieron la vuelta al mundo.

En todo el país se han desplegado 69.000 efectivos de las fuerzas de seguridad, contra 89.000 el sábado anterior.

A media jornada del sábado unas 72 personas habían sido detenidas, mucho menos que los más de 500 detenidos a la misma hora del sábado pasado, según esta fuente. De ellos, 42 en París, contra 335 la semana pasada.

El viernes, un conductor murió al chocar contra un camión detenido ante un corte de carretera de los «chalecos amarillos», en Erquelinnes, comuna belga fronteriza.

Pese a la menor movilización, este sábado por la mañana, París volvía a tener el aspecto de una ciudad en estado de sitio: vehículos blindados en las calles, 8.000 miembros de las fuerzas de seguridad movilizados, bancos y comercios con sus fachadas recubiertas con planchas de madera.

«Es triste» resumía un turista llegado de noroeste de Francia, Alain Burgun, de 65 años.

A pesar de estas medidas de seguridad, la Torre Eiffel y los principales museos (Louvre, d’Orsay, Grand Palais), cerrados el sábado pasado, abrieron esta vez, igual que los grandes almacenes, a pocos días de Navidad.

– Pérdidas económicas –

Todo «está tranquilo. No es lo que la televisión mostró» se congratulaba una turista belga, Tracy Montaigne, de 26 años, ante los famosos escaparates de las Galerías Lafayette.

Los cafés estaban igualmente abiertos este sábado, para intentar compensar las pérdidas económicas sufridas en las anteriores protestas.

Agnès Pannier-Runacher, secretaria de Estado en el ministerio de Economía cifró la pérdida de actividad para los comercios «en promedio a -25%, y llegaron en algunos lugares a -50, -70 o -90%».

Igual que en semanas anteriores, las fuerzas de seguridad protegieron el acceso a instituciones como el Palacio del Elíseo o la Asamblea Nacional.

En Burdeos (suroeste) se cerró el acceso a varios parques, bibliotecas y museos; mientras que en Aviñón se llevará a cabo una marcha blanca en memoria de un «chaleco amarillo» que murió atropellado en una rotonda el miércoles por la noche.

Sumado al hombre fallecido el viernes en la frontera belga, son ya siete los decesos ocurridos al margen de los bloqueos y las manifestaciones del movimiento, iniciados a mediados de noviembre.

– «Poder desconectado» –

«Hoy, nuestro país necesita calma, necesita orden», había declarado el viernes en Bruselas el presidente francés Emmanuel Macron.

«Aporté una respuesta» a las peticiones de los «chalecos amarillos», declaró el mandatario tras una cumbre europea. «El diálogo […] no se hace ocupando el espacio público y con violencia», agregó.

La subida de 100 euros mensuales en el salario mínimo o la anulación de un impuesto en las pensiones pequeñas no lograron convencer a varios de los «chalecos amarillos». Tampoco los llamados «a la responsabilidad» después del atentado de Estrasburgo el pasado martes, que dejó cuatro muertos y atizó el miedo a nuevos ataques.

Sin embargo varios miembros del colectivo empiezan a pedir calma. Algunos «chalecos amarillos» decidieron desvincularse del llamado «canal histórico», que juzgan demasiado radical, y pidieron una «tregua» porque «ha llegado la hora del diálogo».

«El sábado será un día importante para ver más claramente el porvenir de este movimiento […], si se desmorona o no», apuntó el sociólogo Michel Wieviorka, profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, en París.

Según él, es muy probable que «ante la llegada de las fiestas», con «el atentado de Estrasburgo» o las medidas de Macron, el «movimiento evolucione en los próximos días».

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