Caralvá
Intimissimun
Nely ingresa a la empresa de Telecomunicaciones
Nely envió su curriculum a la dirección indicada, para su sorpresa en pocas semanas le llamaron para una entrevista, luego de diversos exámenes que más parecían una serie de pruebas de verificación académica con repaso general de: aritmética, álgebra, cálculo, lógica, circuitos eléctricos, leyes de física, cuadros de procedimientos financieros, diagramas de flujo, pruebas psicológicas, mecánicas, conocimiento de software, líneas estéticas e incluso de salud, puesto que al final cuando le anunciaron su aceptación como empleada en la empresa, le pidieron un examen de VIH en un laboratorio privado… nunca asoció aquellos exámenes generales con un diagnóstico de salud, pero al final, su alegría se desbordó hasta el cielo; firmar un contrato con la empresa de telefonía era un logro significativo en su realización profesional.
La empresa parecía un colmenar con rutinas establecidas y normas internas precisas, existen cámaras y controles digitales por todos lados, áreas restringidas, torres de telecomunicaciones, complejos edificios con salas de cerebros electrónicos con lucecitas multicolores, sitios donde solo llegan personas especializadas, un derroche de tecnología, sus edificios parece que respiran el alma de las comunicaciones a cada paso, son espacios con corredores de enormes centrales unidas por redes alámbricas e inalámbricas, antenas que apuntan a satélites y cables de fibra óptica subterráneos.
Aquél primer día fue inolvidable, le presentaron a sus compañeros, sus jefes, el escritorio, su computadora personal, los archivos y después de ciertas rutinas por el área, la nomenclatura del sitio (señalética), le mostraron la agenda del año con metas por alcanzar, además del organigrama donde se ubicaba su unidad.
Nely recorrió aquella instalación tecnológica como una infanta recién llegada al Jardín de Niños, preguntó donde estaba la cafetería y su sitio de estacionamiento, así notó con sorpresa que en las instalaciones existía un gimnasio interno para los empleados, lo cual fue desde el inicio una gran alegría puesto que ahí al menos podría ejercitarse en sus estiramiento musculares, de todos modos era un buen lugar para relajarse después de la jornada laboral.
Nely ahora frente al espejo de su departamento al Sur de la ciudad, reía feliz por su logro, no era para menos después de competir con al menos unas tres o cuatro docenas de candidatos y candidatas, lo sabía porque preguntó cuantos fueron los aspirantes, las cifras eran sorprendentes, por esta razón no dejó a pariente ni amigo con la buena noticia, los cuales celebraron como propia la hazaña de su futura integración económica.
Desde el principio comprendió algo conceptual de la empresa, ahí no existían personas, sino marca, todo era mercadeo nunca asociaciones personales, todo era impersonal, ella era un número en el reloj digital, un IP de ordenador en su escritorio, un número telefónico en su escritorio, mientras su teléfono móvil era una “muleta”, estas famosas muletas son terminales otorgadas por la empresa como “probadores” de comunicaciones, son teléfonos de baja gama, puesto que así como la sociedad existen clases sociales, en los teléfonos también se diferencia a los portadores por la calidad de sus terminales de manera que: Sony Xperia Z10, Samsung Galaxy S11, Iphone 10, se convierten en objetos “aspiracionales”; los Directores tienen móviles similares a los que anuncian los reportes del New York Times (NYT), el Wall Street Journal (WSJ) y otros similares del primer mundo, de esa forma existen móviles de alta, media y baja gama, hasta llegar a los desechables, en la última escala están los “muletas” que solo hablan, no tienen transmisión de datos masivos, ni satélite, ni siquiera video cámaras, solo hablan…ese era su telefonito. (continuará)

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