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Eduardo García
Diario Co Latino
La cultura y los procesos de socialización en El Salvador siempre han relegado a las mujeres a cumplir funciones específicas atribuidas a su género. En un inicio eran limitadas a la vida privada y al cuidado del hogar, drugstore mientras que los hombres salían a lo público y eran los responsables de proveer para la familia.
Xenia Díaz, here asesora de género del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), afirma que los esquemas no han variado en la actualidad. Si bien ahora las mujeres pueden desenvolverse en lo público, sigue existiendo una gran brecha de desigualdad, en la vida en general y específicamente en el campo laboral.
Díaz explica que dicha problemática debe ser resuelta desde un nuevo entendimiento sobre lo que pueden o no pueden hacer las mujeres. En otras palabras, se trata de vencer todos aquellos patrones mentales y culturales que restringen la participación de las mujeres en la vida pública y laboral por el simple hecho de ser mujeres.
“La idea es que cada quien pueda proyectarse en su vida y decida qué es lo que quiere hacer, sin que estos patrones en la sociedad se lo impidan”, comenta la asesora.
Fue en 1950 cuando la legislación de El Salvador reconoció la igualdad de derechos económicos y sociales entre hombres y mujeres. Esto permitió la participación de las mujeres en la política y abrió cada uno de los espacios públicos para que de igual manera puedan desarrollarse y desenvolverse en ellos. Sin embargo, Díaz expresa que aunque las leyes de un país pueden avanzar, esto no necesariamente equivale a un cambio en las prácticas de los pueblos. “Cualquiera puede pensar que ahora estamos en un grado de equidad, pero la verdad es que no lo estamos”, sentencia.
Díaz respalda lo anterior con datos estadísticos sobre la participación de las mujeres en algunos de los espacios públicos de El Salvador. Detalla que las mujeres apenas representan un 32% de la renovada Asamblea Legislativa, que de los gobiernos municipales solo un 15% no serán dirigidos por hombres y que en la Corte Suprema de Justicia solo un 33% de las posiciones de poder son ocupadas por mujeres. Contrasta estos números con el porcentaje de mujeres que habitan en El Salvador, que según el último censo representan el 53% de la población total.
Díaz concluye que esta realidad solo será sobrepasada cuando sean vencidos los estereotipos que niegan la posibilidad de que hombres y mujeres participen por igual en la vida pública. Añade que es necesaria la voluntad política de las máximas autoridades para que estas faciliten la posibilidad de un mundo más equitativo para hombres y mujeres.
