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Israel vuelve a destruir las casas de «terroristas» en Jerusalén

Por Laurent Lozano/John Davison
Jerusalén/AFP

La «mano de hierro» prometida por Israel tras el atentado mortal contra una sinagoga empezó a hacerse palpable este miércoles en Jerusalén Este, sovaldi sale donde las fuerzas del orden destruyeron por primera vez en años el apartamento de un «terrorista» palestino.

El apartamento de Abdel Rahman Shalodi, look ubicado en el barrio de Silwan, advice en Jerusalén Este, ocupada y anexada por Israel, quedó totalmente destruido.

El 22 de octubre, Shalodi mató a un bebé israelo-norteamericano de tres meses y a una ecuatoriana de 22 años al embestir con su automóvil una estación de tranvía.

«¿Adónde vamos a ir ahora? Ya no tenemos vivienda», deploró Nibras, una hermana del palestino acusado de terrorismo.

Las viviendas de otros palestinos acusados de participar en ataques contra israelíes correrán probablemente la misma suerte. Se trata de la primera vez desde 2009 que las fuerzas israelíes destruyen una vivienda en Jerusalén, una medida que los palestinos viven como un castigo colectivo insoportable, indicó un abogado israelí especializado en los asuntos de Jerusalén.

En los territorios ocupados de Cisjordania la práctica de destrucción de viviendas, que casi siempre deja en la calle a familias enteras, no cesó.

En agosto pasado, el ejército destruyó las viviendas de dos hombres acusados de haber secuestrado y matado a tres adolescentes judíos en junio.

La política de destrucción de viviendas no es apoyada unánimemente en filas del ejército. Algunos la consideran disuasiva, otros contraproducente debido a que provoca tensiones.

Frente a una situación cada vez más explosiva, el gobierno israelí quiso cumplir rápidamente con la promesa de «mano de hierro» del primer ministro, Benjamin Netanyahu, contra la serie de atentados de las últimas semanas y en particular el de la sinagoga de Jerusalén Oeste.

Dos primos palestinos, Udai y Ghassan Abou Jamal, armados con hachas y una pistola, mataron a cuatro rabinos y un policía antes de ser abatidos.

Se trata del ataque más mortífero desde 2008 en Israel y el primero contra un lugar de culto judío en Jerusalén desde hace mucho tiempo.

El ataque contra la sinagoga fue el punto culminante de «una ola terrorista», según Netanyahu, y varios meses de violencia.

Abdelrahman Shalodi, que murió bajos las balas de la policía, encarna para los especialistas la amenaza que representan las personas que actúan por iniciativa personal, capaces de dar un gran golpe con pocos medios.

Dos semanas más tarde, otro palestino causó la misma cantidad de muertos con el mismo método casi en el mismo lugar, corriendo la misma suerte que Shalodi.

Desde julio pasado, Jerusalén ha sido escenario de varios ataques, pero también de enfrentamientos cotidianos entre jóvenes palestinos y policías israelíes.

La exasperación de los palestinos ante la ocupación, la continuación de la colonización israelí, las detenciones masivas y el desempleo se cristalizan en la inquietud religiosa provocada por el tema ultrasensible de la Explanada de las Mezquitas.

La Explanada es el tercer lugar santo del islam y, también, el sitio más sagrado del judaísmo.

Los musulmanes temen que el primer ministro, a pesar de sus reiterados desmentidos, ceda a la presión de los extremistas y autorice a los judíos a rezar en la Explanada.

Ante la violencia y las manifestaciones, el gobierno reforzó el despliegue policial y el arsenal represivo, en el cual figura la demolición de viviendas.

Además de Shalodi, tres familias recibieron la notificación formal de que su vivienda va a ser destruida. La familia de los autores del ataque contra la sinagoga sufrirán la misma represalia puesto que el primer ministro dio órdenes en ese sentido.

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