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El Arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas, hizo dos importantes llamados el pasado 6 de agosto, durante la homilía, en la solemne misa dedicada al Divino Salvador del Mundo, en dos temas de extremada importancia en el país: La justicia restaurativa y el rechazo a la explotación minera.
En el primer tema, el Arzobispo Escobar Alas reiteró el llamado que los obispos recientemente hicieron a la Asamblea Legislativa para crear las disposiciones legales que permitan la justicia transnacional para los casos atroces de violación a los Derechos Humanos, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra, para que haya justicia restaurativa en favor de las víctimas.
El llamamiento se produce luego que la Sala de lo Constitucional declarara inconstitucional la Ley General de Amnistía, y reviviera una ley anterior a esta, en la que se establecía que los delitos de lesa humanidad o crímenes de guerra, estaban exentos de la amnistía general.
Nos parece muy positivo que el Arzobispado de San Salvador y toda la iglesia católica en general promueva una ley de justicia restaurativa, no solo para evitar temores, sino que para detener las voces y mentes perversas que podrían enarbolar el revanchismo, a partir de la inconstitucionalidad de la ley de amnistía general, no porque haya justicia y verdad, sino por crear el caos y la zozobra.
La sociedad salvadoreña no necesita de revanchismos ni linchamientos, sino conocer la verdad, esa que quedó soterrada con la ley de amnistía. En este sentido es importante la voz del arzobispado que pide una ley que garantice la justicia restaurativa, es decir, la verdad, y con ello, esperamos el perdón.
El otro, de vital importancia, fue el pedido que hizo el religioso, también a la Asamblea Legislativa, para que emita una ley que prohíba la explotación minera en el país usando cianuro, por ser un veneno sumamente letal. El Salvador se ha visto seriamente amenazado cuando los Gobiernos de ARENA, de forma irresponsable permitieron a una transnacional la exploración y explotación minera, y cuando se le prohibió seguir explorando en territorio salvadoreño, acudieron a instancias internacionales para demandar al Estado de El Salvador.
Por lo anterior, el Arzobispo Escobar Alas exclamó, vehementemente: «En el nombre de Dios y de nuestro sufrido pueblo alzo la voz para pedir al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativa a Inversiones (CIADI) que no castigue este país, por no permitir la explotación minera. Una sentencia condenatoria para El Salvador sería muy injusto, pues literalmente sería quitarle el pan a un pueblo pobre y a la vez, permitir que le contaminen su agua que bebe, además sería quitarle el oro y la plata de sus minas».
Esperamos que el llamado del Arzobispo no solo sea escuchado por los diputados en la Asamblea Legislativa, sino en el exterior, para terminar de una vez por todas con una de las amenazas al medio ambiente: la explotación minera.
