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Hollywood, la meca creada y alimentada por migrantes

Por Michael Thurston
Los Angeles/AFP

Arnold Schwarzenegger encarna el sueño americano hollywoodiense. Llegado de un pueblo austríaco con un terrible acento inglés y un apellido impronunciable, logró convertirse en uno de los actores más famosos del mundo.

Pero el musculoso «Terminator» está lejos de ser el único migrante que desembarcó en Estados Unidos con las manos vacías y conquistó Hollywood.

La edad de oro del cine estadounidense no se entiende sin la húngara Zsa Zsa Gabor, la italiana Sofía Loren, el inglés Cary Grant o la belga-holandesa-austríaca Audrey Hepburn.

Esta tendencia se ha mantenido a lo largo de las décadas. Las estrellas que reinan ahora también han nacido lejos de Los Ángeles, como los australianos Nicole Kidman, Hugh Jackman, la sudafricana Charlize Theron, el canadiense Jim Carrey, la ucraniana Mila Kunis, la española Penélope Cruz o la francesa Marion Cotillard.

América Latina está bien representada por el venezolano Édgar Ramírez, la colombiana Sofía Vergara, el guatemalteco Óscar Isaac y un nutrido grupo de mexicanos como Gael García Bernal, Demián Bichir, Salma Hayek o Diego Luna.

Pero además de acoger con los brazos abiertos a actores extranjeros, Hollywood también ha creado películas que plasman la odisea, la suerte y las desgracias de los migrantes en su lucha por alcanzar su particular sueño americano.

Es el caso de «El emigrante» de Charlie Chaplin (1917), «Green Card» (1990) y «Una vida mejor» (2011), por la que Bichir fue nominado a un Óscar a Mejor actor.

«Al margen de los migrantes judíos» que huyeron de Europa, Hollywood «se ha beneficiado de todas las olas de migrantes», señala a la AFP el productor Tom Nunan, que da clases en la escuela de teatro de la universidad angelina UCLA.

«El humor irlandés, la opera italiana, las danzas tradicionales de América del Sur y de España… Todo esto influenció primero a Broadway y luego a nuestras películas», agrega.

Imperio fundado por judíos

Hollywood fue creado por un grupo de judíos llegados del centro y el este de Europa.

El alemán Carl Laemmle fundó los estudios Universal, los húngaros Adolph Zukor y William Fox crearon Paramount y Fox respectivamente, mientras que el ruso Louis B. Mayer estableció Metro-Goldwyn Mayer y los hermanos polacos Warner pusieron su apellido a su compañía.

«Al ser ellos mismos migrantes tuvieron una sensibilidad particular con los sueños y aspiraciones de otros migrantes y familias obreras», escribió Neal Gabler en «An Empire of Their Own» (Un imperio propio), un libro de referencia sobre este asunto.

Actores y directores como la alemana Marlene Dietrich, el austriaco Fritz Lang y el polaco Billy Wilder fueron algunos de los que pudieron sacar provecho de esta situación y hacerse un lugar en Los Ángeles tras salir de Europa.

Forasteros que no lo parecen

Hoy en día, la globalización es responsable de que Hollywood esté dirigida por profesionales llegados de todos los rincones del mundo porque «las películas con grandes presupuestos se hacen aquí», subraya Robert Thompson, profesor de cultura popular de la Universidad de Syracuse.

«Si uno quiere llegar a un cierto nivel, debe estar aquí», puntualiza.

Los premios Óscar son un buen termómetro de este fenómeno. En los últimos cuatro años ningún estadounidense se ha alzado con el premio a mejor director.

El último en ganar fue el mexicano Alfonso Cuarón («Gravedad»), mientras que antes triunfaron el taiwanés Ang Lee («Life of Pi»), el francés Michel Hazanavicius («El artista») y el británico Tom Hooper («El discurso del rey»).

El poder y la atracción que genera esta industria provoca que un día u otro, los actores que triunfan en su país terminen haciendo maletas con el objetivo de intentar repetir la hazaña en Hollywood.

Reino Unido es un buen ejemplo, de ahí han salido estrellas de la talla de Daniel Day-Lewis, Anthony Hopkins, Benedict Cumberbatch, Christian Bale, Michael Cain y Ewan McGregor que son un referente en el cine estadounidense.

Una de las últimas en conquistar a la industria es Lupita Nyong’o, nacida en México pero criada en Kenia, de donde es su familia. En febrero se alzó con el Óscar a Mejor actriz de reparto por «12 años de esclavitud».

El austríaco Christoph Waltz es otro «joven» éxito, a pesar de tener 58 años. En 2009 aterrizó en la meca del cine de la mano de Quentin Tarantino, con el que logró dos Óscar por «Bastardos sin gloria» (2010) y «Django desencadenado» (2013).

Su compatriota «Schwarzie» no se contentó con convertirse en una gran estrella: se casó con una Kennedy, la periodista Maria Shriver, se metió en política y terminó siendo gobernador de California (2003-2011), una historia que solo pasa en Hollywood.

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