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Mesoamérica sin Hambre, con el apoyo de los gobiernos locales, busca apoyar a familias que se encuentran en condiciones de pobreza y vulnerabilidad social y ambiental. Foto Diario Co Latino/Archivo

Familias concluyen formación para mejorar su alimentación

Doris Rosales
@DiarioCoLatino

El jefe del departamento de Agricultura y Seguridad Alimentaria de San Miguel, Raúl Romero, manifestó que “las personas se han apropiado de los conocimientos y siguen produciendo principalmente para autoconsumo”, al finalizar el proceso de formación en la Escuela de Campo (ECA), ubicada en la comunidad San Carlos III, en el departamento de San Miguel. 

En total fueron treinta productores que concluyeron la capacitación y esto fue posible gracias al apoyo brindado por la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la agricultura (FAO) en El Salvador, a través del programa “Mesoamérica sin Hambre”.

La comunidad beneficiada es caracterizada por su “vulnerabilidad social, ambiental y por ubicarse en uno de los lugares más recónditos y de difícil acceso de San Miguel”. El proyecto dio inicio durante el 2018, año en el que comenzaron a producir vegetales como el tomate, chile, pepino y ejotes. Estos productos son tanto para el consumo propio, como para su comercialización en el mercado local.

También destacó que el programa les ha permitido incorporar a su alimentación alimentos como la espinaca, moringa y chipilín. “Además han aprendido sobre la adecuada manipulación de los alimentos”, recalcó.

En el programa las personas han adquirido habilidades relacionadas con: “la producción y la organización e intercambio de conocimientos y experiencias que están mejorando a la comunidad en su conjunto”. La metodología empleada estuvo enfocada en el fomento de la igualdad de género e inclusión social, por lo que incorporó a hombres y mujeres “en igualdad de condiciones”.

“Las mujeres aprendemos de la agricultura (en la ECA). (…)

Algo bonito es que cuando nosotras cultivamos aprendemos a trabajar la tierra; a las mujeres ya no nos preocupa andar comprando el tomate, ni el chile, el chipilín o el apio, sino que solo lo cortamos”, manifestó Reina Díaz, líder comunitaria. Además expresó que el programa les ha brindado insumos para salir de la pobreza, ya que ahora tienen estos alimentos en sus casas.

En esto coincide Ramón Robles, líder y participante en la ECA, quien asegura que este programa: “Nos ha ayudado bastante a nosotros y a la comunidad, con lo que hemos aprendido puede trabajar cada quien sus parcelas”.

Luego de replicar los conocimientos con otros miembros de su comunidad, los productores participarán de una segunda fase del proyecto. Esta consiste en recibir “asistencia técnica, entrega de insumos, vinculación con nuevos mercados y transferencia de nuevas tecnologías”.

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