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Estados Unidos y China negocian contra reloj para resolver su disputa comercial

Washington / AFP

Virginie Montet

A sólo ocho días del final de la tregua en su guerra comercial, representantes estadounidenses y chinos iniciaron el jueves en Washington una nueva ronda de negociaciones para intentar resolver la disputa que enfrenta a las dos mayores economías del mundo.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró en repetidas oportunidades que las conversaciones van «muy bien», pero no se han visto avances concretos en los tres meses desde que acordó una pausa en el conflicto comercial con su par chino.

El ministro de Comercio de China dijo el jueves que las dos partes darían «un paso más para profundizar la comunicación».

Pero analistas señalan que, con tan poco tiempo restante, las diferencias entre Washington y Pekín son difíciles de resolver antes del 1 de marzo, por lo que el resultado podría tener anuncios menos ambiciosos que los esperados inicialmente por Trump.

El representante comercial de Estados Unidos (USTR), Robert Lighthizer, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y, por el lado chino, el viceprimer ministro, Liu He, protagonizarán dos días de reuniones en la cuarta ronda de negociaciones entre los dos países.

Tras reconocer que las discusiones son «muy complejas», Trump dijo que se podría modificar la fecha límite del 1 de marzo en la que, de no conseguir los cambios que desea en su relación comercial con China, el gobierno estadounidense tiene previsto aumentar del 10 al 25% los aranceles a importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares anuales.

«No es una fecha mágica, porque pueden pasar muchas cosas», comentó Trump.

Estados Unidos reclama la reducción del déficit comercial con China, pero también cambios «estructurales», como el cese de la transferencia obligatoria de tecnologías, el respeto de los derechos de propiedad intelectual, el fin de la piratería informática y el levantamiento de las barreras no arancelarias.

Desde julio, Washington y Pekín se han atacado a golpe de aranceles, aplicados a más de 360.000 millones de dólares en bienes en el comercio bilateral, afectando a sectores industriales de ambos lados.

– Oferta china –

Trump ha dicho que cualquier acuerdo definitivo se cerrará en una reunión con el presidente de China, Xi Jinping.

«Estoy seguro de que terminará en algo que será más que [un acuerdo] cosmético, pero que representará menos de lo que se pide», estimó William Reinsch, del centro CSIS de Washington, quien fue subsecretario de Estado de Bill Clinton.

«Creo que los dos presidentes», Trump y Xi Jinping, «ordenaron a sus negociadores concluir un acuerdo», estimó David Dollar, un experto en economía china en el Brookings Institution, un centro de investigación sin fines de lucro con sede en Washington.

Pekín podría ofrecer «comprar más productos estadounidenses», como la soja, «lo que seguramente alegrará al presidente Trump», indicó Dollar.

Según Bloomberg, China ofreció incrementar en 30.000 millones de dólares anuales la compra de productos agrícolas estadounidenses como soja.

Consultado al respecto, el secretario de Agricultura estadounidense, Sonny Perdue, dijo que era «prematuro» discutir los detalles.

Tras considerar que el verdadero problema son las reformas estructurales en materia de propiedad intelectual, agregó: «Si pudiéramos obtener ese tipo de garantías con respecto a China tomando en serio el robo de propiedad intelectual, podríamos ver un comercio agrícola renovado y expandido entre los dos países».

– Difícil vigilancia –

Con respecto a las reformas solicitadas sobre asociaciones extranjeras, el experto de la Brookings Institution dijo que se debería presentar una nueva ley sobre inversión extranjera en China en la próxima Asamblea Nacional Popular china, que comienza a sesionar el 5 de marzo. Más allá de esto, «será francamente difícil pensar en medidas para verificar la aplicación» de las reformas, analizó Dollar.

«Quienes más podrán verificar» la implementación de las reformas estructurales «serán las compañías estadounidenses que mantienen negocios en China», sugiere Hufbauer.

Reinsch es más pesimista. «Pienso que Lighthizer insiste en un plan de aplicación muy intrusivo, con la facultad para Estados Unidos de conservar unilateralmente la posibilidad de restablecer los aranceles suplementarios, y no creo que los chinos hagan todo lo que se les pida».

Para Dollar, el hecho de que Estados Unidos pretenda guardarse la carta de «la amenaza de los derechos aduaneros», puede prolongar la incertidumbre.

Si hubiera acuerdo, la administración estadounidense se plantea la posibilidad de una cumbre entre Xi y Trump en las próximas semanas.

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