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¿ES CHINA UNA ALTERNATIVA Y EJEMPLO A SEGUIR POR EL SALVADOR Y LATINOAMÉRICA?

Carlos E. Vela.
Ingeniero-científico
Salvadoreño-americano
Desde Washington.

Desde una perspectiva de conveniencia natural, Latinoamérica y los EEUU hemos de tener claro lo evidente: estamos en el mismo continente. Los EEUU es el socio comercial principal de Latinoamérica en general y de El Salvador en específico. Muchos de nuestros países dependen fuertemente de las remesas de sus connacionales como ingreso estratégico; EEUU es el lugar de última esperanza para nuestras poblaciones ante los estados fallidos, regímenes tiránicos, gobiernos incompetentes, violencia, calamidades, desastres naturales, pobreza, búsqueda de una vida digna, movilidad social o mejor futuro para los hijos.

La población de los EEUU es crecientemente latina, lo que une más al norte con el sur del continente americano. Los americanos-latinos conforman la minoría más grande del país y la mayoría en California, que es el estado tecnológica y económicamente más importante. En California, los americanos-latinos son el grupo más representado en los tres sistemas universitarios, los más grandes y prestigiosos de educación superior pública en el hemisferio occidental: Universidad de California, Universidad Estatal de California y los Colegios Comunitarios, donde es posible cursar las áreas comunes casi gratuitamente. En la administración Biden hay 4 ministros de origen latino: Seguridad Nacional, Salud, Educación y Pequeñas Empresas. Los salvadoreños vivimos fundamentalmente en dos lugares: El Salvador y Estados Unidos. De la comunidad latina en EEUU, los salvadoreños son los más apreciados por la comunidad no-latina.

En China, en cambio, existen 55 minorías étnicas, y casi todas son altamente discriminadas. Entre 1644 y 1911, aproximadamente 12 millones de musulmanes (los Hui) fueron ejecutados por los Manchú-Han. Si bien los Han son la mayoría, esta mayoría se formó, a través de los siglos, mediante la conquista y la absorción cultural y lingüística de otras minorías, hasta que perdieron su identidad propia. En la actualidad se estima que más de un millón de uigurs (Uyghurs) se encuentran reclusos en campos de detención para su adoctrinamiento político-cultural-ideológico y su «chinización», y al que se opone se le aplica la ley contra el terrorismo.

Existe una alta migración indocumentada hacia EEUU de China, de todos los grupos étnicos, incluso los Han, en busca de una vida mejor.  La migración china hacia los EEUU se ha multiplicado casi por siete desde 1980, llegando a casi 2,5 millones en 2018, año en que China reemplazó a México como el principal país de origen. Después de los inmigrantes de México e India, los chinos representaron el tercer grupo más grande en la población estadounidense nacida en el extranjero.

Desarrollo con desigualdad abismal

Por otra parte, si bien China es un país altamente industrializado con un creciente segmento del mercado internacional y con una clase media creciente y acomodada, todavía persisten desigualdades que no se logran superar en las regiones del interior del país, razón por la cual la Organización Mundial del Comercio (WTO, por sus siglas en inglés) considera a China un «país en desarrollo», obteniendo beneficios reservados para países pobres en desarrollo como El Salvador. Gran parte del crecimiento económico se concentra en las zonas de la costa del Pacífico. De las 30 regiones en China, 16 ganan salarios promedios menores a la mitad del salario promedio de la región de Beijing. En la región de Henán el salario promedio es 39.42% del de Beijing. La desigualdad en China es realmente preocupante y no puede servir de modelo para El Salvador.  Si bien ha existido progreso en los últimos diez años, de acuerdo al Atlantic el coeficiente GINI del país fue de 0,474 en 2012, lo que puso a la China en un lugar de mayor de desigualdad que, por ejemplo, Perú y Filipinas.

La paridad económica entre los sexos es prácticamente inexistente en China, según reportes del FMI. Además, el rápido desarrollo económico y el crecimiento sin precedentes en China han sido acompañados por un crecimiento de la brecha en la participación laboral y salarial.

Una economía atada a los EEUU en una trampa mortal (“deadly embace”)

Si bien China no es de donde más importa EEUU, EEUU es el país al cual más exporta China. Las importaciones principales de EEUU son México y Canadá (68,374.14 mil millones), cuenca del Pacifico Asiático (50,282.19 MM), China ($48,384.97 MM) y la Unión Europea (44,395.04 MM). Mientras tanto, según datos a 2020, las exportaciones de China fueron, hacia los EEUU y sus aliados, en el orden de los $452.600 millones (17,5%) al propio Estados Unidos, $272.700 mil millones (10,5%) a Hong Kong y $142.6 mil millones (5.5%), a Japón, $ 113,8 mil millones (4,4%) a Vietnam, $ 112,5 mil millones (4,3%) a Corea del Sur y $ 86.8 mil millones (3.4%) a Alemania, solo por mencionar a los seis destinos más importantes. Es importante notar aquí que ni Latinoamérica, ni África ni Rusia, figuran entre los 10 países principales de exportación de China. Si es así para América Latina, para El Salvador la figura es totalmente insignificante, y, por tanto, no estamos, ni de lejos, entre los intereses estratégicos de China. Latinoamérica, los países árabes y África parecen ser más un castillo en el aire, y me atrevo a decir una quimera engañosa, con el objetivo de extraer recursos naturales de estas regiones. Nada más.

China, con $1,047.6 MM de la deuda de los EEUU, no es el acreedor más grande que tienen los norteamericanos. En realidad es Japón, con $1,288.6 MM (dato de 2021). Esta es una deuda de la que China no se puede desembarazar. Si China decidiera deshacerse de los bonos americanos, las repercusiones para China de semejante descarga serían calamitosas. Un exceso de oferta de dólares estadounidenses conduciría a una disminución de las tasas de USD, lo que aumentaría las valoraciones del Ren Min Bi (RMB-la moneda oficial de China). El RMB aumentaría el costo de los productos chinos, haciéndolos perder su ventaja de precio competitivo, perdiendo así China parte de su mercado internacional y generándose una enorme crisis socio-económica interna.

Los chinos, como el resto del mundo, invierten en valores del Tesoro de EEUU como un activo de bajo riesgo. El mayor efecto de una descarga a gran escala de estos bonos equivaldría a la exportación de menos bienes a los Estados Unidos.

Ventajas comparativas

Si valoramos la posición competitiva entre naciones, la innovación, y la educación superior EEUU supera a China ampliamente.

En 2019, El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) evaluó los 12 pilares que sostienen a una nación competitiva, entre ellos las instituciones, la infraestructura, la estabilidad macroeconómica, la salud, el mercado laboral y la innovación. El Foro coloca a Singapur en primer lugar y a EEUU en segundo. Hong Kong y Japón son las otras dos naciones asiáticas que, junto a seis países de Europa occidental, se ubican entre los 10 países más competitivos del mundo. China no figura ni siquiera entre los primeros 15 puestos. De hecho, está en el lugar 36, algo muy modesto para un país con sus dimensiones. Chile, el que ranquea más alto de Latinoamérica, figura en el puesto 33, arriba de la China.

En la actualidad, EEUU se encuentra en el proceso de invertir estratégicamente en su infraestructura e innovación, y se espera que pronto reasuma el primer lugar del mundo, puesto que perdió en 2019.

Una innovación dirigida por la Comisión Política

En cuanto a la innovación, China no tiene el nivel de EEUU y, por tanto, su crecimiento y competencia con los estadounidenses están acotados. Los inventos más importantes de la era moderna, como el avión, la producción del auto a gran escala, el petróleo y sus derivados, la computadora digital, el transistor, la Internet, las telecomunicaciones y la fibra óptica, el celular y dispositivos inteligentes, los drones, la robótica e inteligencia artificial, etc., son invenciones americanas. Mientras que la política de innovación americana es totalmente libre, la innovación china es regida por la Comisión Política del Partido Comunista Chino y es altamente controlada, lo que coarta su desarrollo. La política china trata más bien de imitar los inventos americanos. La estrategia de China para promover la innovación también depende de un esfuerzo masivo y sistemático, respaldado por el Estado, para robar tecnología y propiedad intelectual de los Estados Unidos y otros países occidentales. Aun así, no logra romper la preeminencia de los EEUU, la Unión Europea y Japón. Incluso, dentro de la diáspora latina y salvadoreña existen ingenieros científicos que se encuentran en la cúspide de la innovación en inteligencia artificial y educación en STEM, por encima de los chinos.

En el índice de citas técnico-científicas que mantiene Google, EEUU figura estratégicamente en un puesto superior al resto del mundo, y en el área estratégica de la integración de la inteligencia artificial con la inteligencia humana para la toma de decisiones, conocida como “Human-in-the-loop Control”, figura en primer lugar un salvadoreño-americano, en segundo lugar un británico y en tercer lugar otra americana. Nadie más figura en esta área ultra competitiva. Por supuesto, ni un solo chino. En un mundo globalizado, de comercio justo a tiempo (“just-in-time”), la respuesta inmediata a desastres y potenciales guerras requiere del uso de la inteligencia artificial en el transporte, primordialmente el transporte aéreo. Pues bien, ahí figuran ocho científicos americanos, siendo el segundo un salvadoreño-americano. De nuevo, ni un solo chino. Tampoco figuran los chinos en los 8 primeros puestos en robótica o visión artificial.

Una educación superior que no se compara a la americana

Si comparamos las universidades americanas con las chinas, la diferencia es profunda. Mientras 24 de las universidades americanas figuran entre las 50 mejor posicionadas del mundo, incluyendo las primeras tres (Harvard, Caltech y Stanford), China no figura entre las mejores 20 y apenas tiene tres entre las primeras 50, atrás del Reino Unido con 6 y de Suiza con 4. Es ésta la razón por la que, para el año escolar 2020-2021, más de 317,000 estudiantes chinos se matricularon en universidades americanas.

Si bien hay mucho que aprender del desarrollo chino, querer equiparar a China con los EEUU, en modelo y país con quien alinearse, es estar ciego ante lo obvio: miles de salvadoreños y cientos de miles de migrantes de todo el mundo, incluso China, hacen la peligrosa ruta hacia el norte todos los meses en busca del sueño americano.

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