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El voto debe ser reflexivo no emotivo

El marketing político, o sea, la propaganda, comunicación política o el “neuromarketing”, desarrolla toda su batería en una campaña electoral en apelar a las emociones de la ciudadanía. 

Por supuesto, todo lo contrario de lo que dice y señala la academia.

Aunque cada vez hay votantes que actúan más por la racionalidad que por las emociones que provocan las cancioncitas, los eslóganes o la estrategia de victimización, este tipo de electores se fundamentan, que son minoría aún, en los programas de Gobierno, y hoy, incluso, hasta en los debates.

Pero dado que la parte emocional es la que predomina en un proceso electoral, de ahí el uso del “neuromarketing”, que se vale además de mentiras, algunos de los candidatos no han elaborado su plan de gobierno, o son capaces de acumular un mil cuartillas con cualquier contenido, al fin y al cabo, el grupo de los votantes no se tomará la molestia de ir al internet y revisar una a una las páginas del supuesto programa.

Aquí es donde son importantes los líderes de opinión, provenientes de la academia, para que den luces a los incautos votantes que se dejan llevar por los métodos de manipulación de los “estrategas del marketing político”, muchos de ellos expertos en copiar estrategias de otros países y por ende de otros candidatos.

Claro, estos líderes de opinión necesitan no solo de sus redes sociales sino de los espacios de los medios de comunicación tradicionales.

Lamentablemente, estos espacios ya están copados por “analistas” de derecha que repiten lo que su candidato o partido de preferencia quiere.

No obstante lo anterior, hay que buscar los medios posibles por llevarle a la ciudadanía la información necesaria para que el día de las elecciones ejerza su voto con libertad, es decir, bien informado, y de forma racional, más que emocional.

Porque aquí el voto de castigo o para probar no debe contar, sino el voto para quien le presente la mejor oferta y la viabilidad de esta, a partir de la realidad salvadoreña.

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