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El peligro de la cronificación de la guerra

Iosu Perales

¿Se pudo haber evitado la guerra? La respuesta es sí, afirma el periodista vasco Álvaro Bermejo.  “Cuando se disolvió la URSS y con ella el Pacto de Varsovia, lo apropiado hubiera sido el desarme paralelo de la OTAN”. Pero la respuesta americana fue muy otra: ampliar la alianza occidental e instalar más misiles en las fronteras con Rusia. Incluso Joe Biden aceptó negociar la entrada de Ucrania en la OTAN, contraviniendo los acuerdos de Minsk.

También Rusia pudo haber evitado la guerra. La invasión no era necesaria. El mismo analista sugiere que le hubiera bastado con amenazar el emplazamiento de misiles en Cuba como en el 62. Ignoro si esto hubiera funcionado. También ignoro si el gobierno de la isla Cuba lo habría aceptado. Lo que sé es que Rusia no puede ganar su guerra. Pero tampoco puede perderla. Esta es la compleja realidad, más allá de los discursos demagógicos y simplistas que prometen la derrota del rival.

Esta guerra terminará en el acuerdo de un armisticio, escenario en el que sería posible establecer una paz duradera. Mientras ese momento llega, decenas de miles de personas siguen muriendo, por voluntad de líderes mediocres para los que la guerra es una partida de ajedrez. Una guerra que pudo haberse evitado.

Visualizo que el final será en una mesa de negociación en la que Estados Unidos y Rusia,  llevarán la voz cantante. Una negociación que no podrá fracasar si no es a riesgo de que estalle una tercera guerra mundial con el uso de armas nucleares tácticas. Claro que esta nueva guerra mundial puede reventar antes de una negociación, lo que nos llevaría a una tragedia global Inevitable. Sé que es mucho decir, pero los grandes fabricantes de armas están con la ansiedad propia de quienes están a la espera de probar la eficacia de sus nuevas armas. Son los mismos que alimentan una carrera obscena de armas nucleares. La guerra es un laboratorio bélico, además de una gigantesca fábrica de muertos.

Mucho se discute sobre las responsabilidades de Putin y de los otros actores. Ciertamente no se trata de tomar equidistancia cuando hay un responsable mayor y otros menores, lo que representa un escenario asimétrico. Pero tal vez ya es el momento de dejar a un lado el asunto del grado de culpa y centrar las energías en un diálogo que concluya en un alto el fuego indefinido que de protagonismo a la palabra.  Más vale una paz imperfecta que una guerra justa. A la paz se llegará admitiendo por ambas partes el mal menor. Rusia y Ucrania tendrán que aceptar sacrificios territoriales.

Todo ello sin olvidar que hay dos guerras en una. La que enfrenta a Estado Unidos con Rusia y China en clave de nuevo orden mundial, y la que enfrenta a Ucrania y su soberanía con una Rusia que quiere tragársela. Pero son dos guerras que se juegan en Europa y eso es algo que exige de la Unión Europea mucho más que unos comunicados. La UE debe tomar decisiones propias, no seguidismo bajo el guion de la OTAN.

Al menos China ha presentado un plan de paz razonable que, al minuto siguiente ha sido rechazado por el bloque occidental. Sin tiempo a leerlo y estudiar sus posibilidades, ya Biden y Zelenski lo estaban negando. Precisamente, la posición de Estados Unidos tiene que moverse y abandonar la trinchera del inmovilismo. Ocurre que el escenario se hace más complejo si reconocemos que el proyecto de orden mundial de Estados Unidos necesita salir fortalecido. Para ello busca debilitar al máximo a Rusia y hacerlo igualmente con la UE.

Rusia y Ucrania siempre serán vecinos y estarán obligados a convivir. A menos que una guerra nuclear acabe con todo. Ni vemos ni queremos comprender qué estamos haciendo. ¿Cuánto tempo seguiremos con los ojos cerrados? De momento no hay ganadores, Rusia y Ucrania pierden: decenas de miles de personas muertas, millones de seres humanos desplazados en condiciones penosas, un país devastado. También Europa pierde. Mucho. La idea de una Europa pacífica se tambalea.

La guerra no se reduce a la invasión. Pensar con simpleza da tranquilidad, pero nos condena a no entender lo que está pasando. Hay un contexto histórico que desvela el porqué de esta guerra. Un contexto inseparable de 2014 y la guerra del Dombás, cuando Europa apoyó la defenestración de Yanukovtch, elegido democráticamente en las urnas.

Hay un razonamiento que nos tiene enredados: “Una mayor capacidad de resistencia ucraniana implica una mayor capacidad de negociación con Rusia cuando se sienten a negociar”. Seguramente hay una parte de verdad en esta afirmación. Pero es asimismo una aseveración muy arriesgada, cuando lo cierto es que la continuidad de la guerra supone más y más muertos. En el otro extremo están lo que viven con la añoranza de los tiempos soviéticos. Este sector de la izquierda no debería olvidar que Putin machacó y lo sigue haciendo a la izquierda rusa.

El régimen de Putin está conformado por oligarcas que no responden a las necesidades del pueblo.

La escalada bélica es cierta, real. Primero la ayuda fue de alimentos. Luego de chalecos antibalas, telecomunicaciones, pistolas y metralletas, fusiles y drones, luego tanques, misiles, bombas, aviones de combate. Y Zelenski quiere más, él se ve con fuerza para arrastrar al mundo a la tercera guerra mundial.

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